Cuando la película terminó, me levanté del sofá y le sonreí a Nick.
—Voy a preparar un postre ligero, ¿te apetece algo dulce? —le pregunté, acariciando su mejilla.
—Claro, suena genial —respondió, su voz cargada de un cansancio que trataba de ocultar.
Fui a la cocina y empecé a preparar unas fresas con crema. Mientras lo hacía, intentaba mantener mi mente enfocada en la tarea, alejada de los oscuros pensamientos que giraban en mi cabeza. Nick se sentó en la mesa de la cocina, mirándome con una mezcla de ternura y agotamiento.
—Emma, no tienes que hacer todo esto. Estoy bien —dijo, tratando de sonreír.
—Lo sé, pero quiero hacerlo. Quiero que te sientas bien —le respondí, sirviendo las fresas en un plato y colocándolas frente a él.
Nos sentamos juntos y comimos en silencio, disfrutando del dulce contraste de las fresas y la crema. Intenté mantener la conversación ligera, hablando de cosas triviales para alejar su mente de los recuerdos dolorosos. Después de un rato, me levanté y lo miré con una expresión suave pero firme.
—Nick, creo que deberías ir a la cama. Necesitas descansar. Yo tengo que diseñar unas cosas, y me tomará varias horas —dije, tocando suavemente su hombro.
—¿Seguro que no necesitas ayuda? —preguntó, aunque sus ojos revelaban lo cansado que estaba.
—Sí, estoy segura. Necesito concentrarme en esto. Además, me hace feliz saber que estás descansando —le aseguré.
Nick asintió, levantándose con un suspiro. Me abrazó fuerte y me besó en la frente antes de dirigirse a la habitación.
—Descansa, amor. Te veré en la mañana —le dije, observando cómo se alejaba.
Cuando finalmente quedó solo el sonido de sus pasos alejándose, me senté frente a la computadora. No podía creer lo lejos que había llegado con un chico. Yo, que había decidido no involucrarme con nadie, ser anónima. Pero Nick había cambiado todo eso. Había traído luz a mi vida, y ahora era mi turno de protegerlo.
Tecleé los nombres de los abusadores de Nick, tomando nota mental de cada detalle que veía. Sabía que mi ex colega en el bar era eficiente, pero mi impaciencia no me dejaba tranquila. Necesitaba llegar al fondo de todo esto.
Mientras buscaba en redes sociales, noté un patrón inquietante en los abusadores. A simple vista, parecían personas normales. Mejor aún, fingían serlo. Posaban con sus familias, con amigos, en fiestas y eventos. Pero en sus contactos había jóvenes como Nick: ingenuos, inocentes. Les mostraban un mundo nuevo y se aprovechaban de ellos para cazarlos.
Mis dedos temblaban de ira mientras navegaba por sus perfiles. Sabía que tenía que frenarlos. Aunque solo fuera un pequeño acto de justicia, haría del mundo un lugar mejor. No podía permitir que más chicos pasaran por lo mismo que Nick.
Al buscar más a fondo, encontré fotos y mensajes que revelaban su verdadera naturaleza. Los reconocí por su arrogancia, por cómo se jactaban en privado de sus conquistas. El horror que sentí al ver sus sonrisas en las fotos familiares me dio náuseas. ¿Cómo podían vivir con ellos mismos? ¿Cómo podían fingir tanta normalidad mientras cometían actos tan atroces?
Mi mente se llenó de planes. Necesitaba recopilar más información, averiguar sus rutinas, sus puntos débiles. Pensé en todas las formas posibles de atraparlos, de hacerlos pagar. Sabía que debía ser cuidadosa, planear cada movimiento con precisión. Pero la impaciencia me carcomía por dentro.
Mientras tanto, Nick dormía en la otra habitación, ajeno a la tormenta que rugía en mi interior. Le había prometido que estaríamos bien, que superaríamos esto juntos. Y lo cumpliría. Pero primero, tenía que asegurarme de que los monstruos que le hicieron daño no volvieran a lastimar a nadie más.
Mi determinación creció mientras continuaba investigando, cada nueva pista encajando en el rompecabezas de la venganza. La noche avanzaba, y mi odio se fortalecía. Sabía que estaba tomando un camino oscuro, pero no me importaba. Haría lo que fuera necesario para proteger a Nick y a otros como él.
La justicia no siempre era un camino recto. A veces, requería sumergirse en las sombras, enfrentarse a los monstruos en su propio terreno. Y yo estaba más que dispuesta a hacerlo.
El reloj marcaba las horas mientras seguía trabajando, cada clic del teclado un paso más hacia mi objetivo. Nick descansaba, y eso me daba la fuerza para continuar. No importaba cuánto tiempo tomara, no importaba cuán difícil fuera. Los encontraría y haría justicia.
Y cuando finalmente me enfrentara a ellos, sabrían lo que era el verdadero miedo.
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La vecina
Teen Fiction- Soy tu vecina-me dijo-Te vi hoy cuando sacaste la basura. - ¡Oh no! Qué vergüenza... yo, no estaba en mis cabales. - Ni yo-dijo-Salí anoche, y bueno... al despertar no me di cuenta. Pero cuando salí, sólo traía puesta mi camisa corta que uso para...