Mi cabeza me daba muchas vueltas. No podía pensar, no podía hablar y mucho menos moverme. La oscuridad era tan densa, que pensé que estaba dentro de un pozo inmenso, cayendo sin parar. A través de la ventana me llegaban los ruidos del exterior, pero parecían ser cualquier cosa menos ruidos. Se mezclaban con las risas, gemidos y gritos de los cuartos cercanos. Mi piel, erizada, me imploró huir. Pero en ese entonces yo era mucho menos que un ser humano. Era una cosa, en manos de alguien más.
Y ese alguien más, como si se tratase de un genio maligno, es Jack. Su aliento hediondo a tabaco, alcohol y drogas me golpea la cara con desprecio. Veo su rostro, pero apenas distingo sus rasgos. Es como si flotara en medio de la nada, aumentando aun más, el efecto pesadillesco. Sin dejar de sonreír, me dice:
— ¿Te gusta esta fiesta, amigo? Es solo el principio.
Sus palabras son como cuchillas cortando a través de mi confusión. No entiendo qué quiere decir, pero el tono de su voz y su mirada de depredador me hacen temblar más intensamente. Intento formular palabras, pero solo logro balbucear incoherencias mientras mi corazón martillea contra mi pecho, clamando por escapar de esta pesadilla.
El brillo malévolo en sus ojos me congela hasta los huesos. Sé que estoy en peligro, que cada segundo que pasa me arrastra más profundamente hacia un abismo del que no sé si podré regresar. El aire cargado de humo y la oscuridad opresiva parecen cerrarse sobre mí como una trampa mortal.
— Jack, por favor... —digo, mi voz es apenas un susurro tembloroso que se pierde en la penumbra de la habitación—
Pero él no se detiene. Sus manos exploran mi cuerpo con una urgencia que me paraliza. Intento gritar, pero mis cuerdas vocales se niegan a responder, sofocadas por el miedo y la confusión que nublan mi mente. Los sonidos distorsionados de la fiesta se filtran a través de la oscuridad, convirtiéndose en un eco de risas y murmullos que retumban en mi cabeza como un eco siniestro.
Las lágrimas amenazan con escaparse de mis ojos cerrados con fuerza, tratando desesperadamente de bloquear la realidad que me rodea. ¿Cómo he llegado a esto? Mis pensamientos giran en un remolino de culpa, incredulidad y miedo, mientras siento el peso de un cuerpo que no puedo ver presionándome contra la pared fría.
El semblante de Jack se ensombrece por un instante antes de que su sonrisa vuelva a ensancharse, revelando una mezcla de diversión y malicia. Él se acerca más, su proximidad se siente como un peso sobre mi pecho, dificultándome la respiración.
—Relájate, amigo —susurra con una voz que parece más un gruñido— Estás en buenas manos esta noche.
Cada fibra de mi ser clama por alejarme, por romper este vínculo oscuro que se ha tejido alrededor de mí. Mi mente lucha por encontrar una salida, pero mis extremidades parecen estar atadas por una fuerza invisible, impidiéndome moverme, escapar.
La habitación se balancea a mi alrededor, como si el tiempo y el espacio estuvieran distorsionados. Las luces parpadean débilmente, arrojando sombras grotescas que bailan en las paredes. Los sonidos de la fiesta se desvanecen en un zumbido lejano mientras me sumerjo más profundamente en la pesadilla que se ha convertido esta noche.
Sin poder controlarme, lloro. Es el segundo error que cometo esa noche. Porque en lugar de frenar los instintos de mi captor, solo los agudiza. Trago saliva esperando lo peor.
Mis lágrimas son un signo de debilidad que Jack parece saborear con satisfacción. Su rostro se contorsiona en una mueca de triunfo mientras acerca su rostro al mío, su aliento caliente y fétido mezclándose con mi desesperación.
— ¿Ves lo fácil que es?—me dice con su voz llena de veneno y arrogancia —Esto es solo el principio. No sabes qué te espera, amigo.
Cierro los ojos con fuerza, tratando de bloquear su presencia, de escapar de este abismo en el que he caído sin querer. Mis músculos están tensos, preparados para cualquier movimiento, cualquier oportunidad de resistir o huir. Pero el miedo paraliza mis intentos, dejándome atrapado en un ciclo de desesperación y angustia.
Y como si necesitara algo más para confirmar mi condición de presa, Jack me dice, con un tono tan sarcástico que aun hoy me duele.
— Me encanta cuando lloran.
Trago saliva. Necesito un milagro para poder escapar de allí. Jack, lamiendo mi mejilla, dice:
— Dejame que empiece, no te resistas...
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La vecina
Teen Fiction- Soy tu vecina-me dijo-Te vi hoy cuando sacaste la basura. - ¡Oh no! Qué vergüenza... yo, no estaba en mis cabales. - Ni yo-dijo-Salí anoche, y bueno... al despertar no me di cuenta. Pero cuando salí, sólo traía puesta mi camisa corta que uso para...