Nos detuvimos en una heladería mientras paseábamos por el parque. Emma insistió en comprarme un helado, y no pude evitar sonreír ante su dulzura. Me entregó un cono de vainilla con chispas de chocolate, su sabor favorito, y nos sentamos en un banco cercano para disfrutar de nuestro pequeño regalo.
—Gracias, Emma —dije, lamiendo el helado y disfrutando del momento de tranquilidad.
Ella me sonrió, sus ojos llenos de amor y preocupación.
—No tienes que agradecerme, Nick. Estoy aquí para ti, siempre —respondió, tomando una cucharada de su propio helado.
Miré hacia el horizonte, dejando que el frío del helado calmara mi mente. Pero sabía que tenía que seguir hablando, compartiendo más de mi historia con Emma.
—¿Recuerdas que te mencioné a Jack? —pregunté, sintiendo el peso de sus ojos sobre mí.
Emma asintió lentamente.
—Sí, lo recuerdo. ¿Quieres hablar más sobre él? —preguntó, su voz suave pero firme.
Asentí, tomando una respiración profunda antes de continuar.
—El día después de que Jack me... bueno, ya sabes, me desperté con un dolor que no puedo describir. Estaba tan confuso y asustado. Jack, por supuesto, actuó como si no supiera nada de lo que había pasado. Me dijo que estaba demasiado ido, que no se había dado cuenta de lo que hacía —dije, sintiendo una mezcla de rabia y tristeza al recordar.
Emma frunció el ceño, su enojo por lo que me había sucedido evidente en su expresión.
—¿Y tú le creíste? —preguntó, su voz cargada de incredulidad.
—En ese momento, sí. Yo era ingenuo y sin malicia. Quería creer que él no había querido hacerme daño. Pensé que tal vez había sido un malentendido, un error —admití, sintiéndome avergonzado de mi propia ingenuidad.
Emma tomó mi mano, apretándola con fuerza.
—No puedes culparte por eso, Nick. No sabías. Querías creer en lo mejor de las personas —dijo, su voz llena de comprensión.
—Pero Jack aprovechó esa confianza. Usó mi ingenuidad para hacer y deshacer conmigo miles de veces más. Cada vez que se disculpaba, yo le creía. Pensaba que podía cambiar, que en el fondo no era una mala persona —continué, mi voz temblando al recordar los momentos de manipulación y abuso.
Emma sacudió la cabeza, su expresión endureciéndose.
—Ese tipo es un monstruo, Nick. No merecía tu confianza ni tu perdón —dijo, su voz llena de determinación.
Asentí, sabiendo que tenía razón, pero la culpa seguía pesando sobre mí.
—Lo sé, Emma. Pero en ese momento, no podía verlo. Estaba atrapado en un ciclo de abuso y manipulación. Y cada vez que pensaba en alejarme, me sentía demasiado débil para hacerlo —dije, mi voz casi un susurro.
Emma me miró a los ojos, su mirada llena de amor y apoyo.
—Pero lo hiciste, Nick. Encontraste la fuerza para salir de ese infierno. Y estoy tan orgullosa de ti por eso —dijo, su voz firme y reconfortante.
Sonreí débilmente, sintiendo una chispa de esperanza en su apoyo inquebrantable.
—Gracias, Emma. No sé qué haría sin ti —dije, apretando su mano con cariño.
—Siempre estaré aquí para ti, amor. No importa lo que pase —respondió Emma, inclinándose para besarme suavemente en los labios.
Mientras disfrutábamos de nuestro helado y del momento de paz juntos, no podía evitar sentir una sombra creciente en el fondo de mi mente. Algo oscuro se estaba gestando dentro de Emma, un deseo de venganza que aún no comprendía del todo. Pero en ese instante, todo lo que importaba era el amor y el apoyo que compartíamos, enfrentando juntos los demonios de mi pasado y buscando un futuro más brillante.
La conversación se desvaneció en un silencio cómodo mientras continuábamos paseando por el parque, disfrutando de la brisa nocturna y del helado. De vez en cuando, Emma me lanzaba una mirada preocupada, pero me daba el espacio para procesar mis pensamientos.
—¿Hay algo más que quieras compartir, Nick? —preguntó finalmente, su voz suave y comprensiva.
Asentí, sabiendo que aún había más que necesitaba decir.
—Sí, hay mucho más. Pero por ahora, solo quiero disfrutar de este momento contigo. Quiero sentirme normal, aunque sea solo por un rato —respondí, sonriendo mientras apretaba su mano.
Emma sonrió también, apretando mi mano en respuesta.
—Eso suena perfecto, amor. Vamos a disfrutar de esta noche juntos —dijo, su voz llena de promesa.
Caminamos de la mano, dejándonos llevar por el momento, sin saber que las sombras del pasado y el futuro seguían acechando, esperando el momento adecuado para revelar sus secretos más oscuros.
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La vecina
Подростковая литература- Soy tu vecina-me dijo-Te vi hoy cuando sacaste la basura. - ¡Oh no! Qué vergüenza... yo, no estaba en mis cabales. - Ni yo-dijo-Salí anoche, y bueno... al despertar no me di cuenta. Pero cuando salí, sólo traía puesta mi camisa corta que uso para...