Capítulo 29. Aguamarina

5.6K 258 22
                                    

Vivi POV

- Por favó ayúdame a elegiiir Naii.

- Hum. - Naiara estudiaba con cautela mi armario intentando encontrar el vestido perfecto. - Lo único que sé es que no vas a ir en traje.

- No entiendo porqué, es bien cómodo.

- Si claro, si te pone el traje de mi abuelo Paco vas en tu salsa claro, con ocho tallas más. Hoy el abuelo Paco se queda en casa.

- Pero que dise tarada.

- Este o este. - Hazme pase de los dos.

Por un lado la maña había elegido un vestido color lila, el vestido se acababa a la altura de las rodillas, se trataba de un vestido de tubo completamente ajustado que resaltaba todas mis curvas y por otro lado, un dos piezas negro con brilli brilli que hacía que mi cintura quedase de infarto. Sin abuela por la vida.

Procedí a probarme los dos y a hacerle un pase de modelo a la morena con la intención de llegar a un acuerdo.

Supongo que os estaréis preguntando a dónde vamos. Pues bien, hace aproximadamente dos semanas que Kiki estuvo en casa. Al final dejó los dos Alpros de Lima - Limón en mi nevera por si a caso volvía y... ya no quedan ningunos.

Ese día se abrió la puerta a una nueva Chiara que me recordaba más a la Chiara del pasado. Se había vuelto más extrovertida, se la veía más en su salsa en las entrevistas, ya no había fotos quedando con chicas en todas las revistas del corazón. Ahora a Chiara la fotografiaban en Madrid Río, en cafeterías o en cualquier pueblecito de alreddor de Madrid. A veces con una guitarra, a veces con una libreta pero siempre escribiendo.

En las fotos Chiara sonreía absorta a todo. Siempre sonreía a su guitarra, a su libreta o supongo que a ella misma.

Yo me había propuesto acabar leyendo que ponía en esa libreta, pero ella siempre decía: Paciencia Violet, no seas ansiosa que el ansia no se disfruta.

Nuestras conversaciones eran fluidas, hablabamos casi todos los días a casi todas las horas, de tonterías, de preocupaciones, de la familia o incluso de nosotras mismas.

*Nota de autora: ya me gustaría colarme en esas conversaciones de whatsapp :o*

Y... ¿Habíamos quedado y por eso estaba buscando modelito en mi armario? Sí.

Pero no solas, la familia que quedábamos en Madrid habíamos decidido tener un reencuentro este fin de semana. Para ser honestas con la verdad, Kiki había hecho un grupo de Whatsapp que había llamado: La familia Madrileña is comming.

Naiara, Denna, Ruslana, Juanjo, Martin, Alvaro y Bea se habían unido a nuestra quedada. La idea era cenar, ponernos al día y poder compartir un ratito agradable entre todos nosotros, y salir de fiesta claro.

Me dispuse a hacer un pase de modelo con el segundo atuendo y parece que para Naiara fue el elegido.

- SI, SI Y MIL VECES SIIIII. Además, es un dos piezas de pantalon, de brilli brilli, por favooooor, estoy livinnnnnnn. Ademas, te diré una cosa. - me señala con el dedo.

- Que cosaaa me vas a desir tú.

- Que es importante que sea de pantalón, por si tenemos que agacharnos debajo de otra barra...

Se empezó a despollar y yo no tuve más remedio que empezar a atacarla con dos cojines que tenía a mano.

- No seas puta.

- No bonita. No seas puta tú, ni te pienses que esta vez me voy a quedar sin mi chupito con canela, que yo esta noche me voy a beber hasta el agua de los floreros, si no a ver como aguanto a la pesada.

- Nena, no la llames así.

- Si es que me odia, me da pereza máxima que venga, te lo digo.

- Ay, pero porqué. Nunca entendí nada.

- Tampoco hay mucho que entender... Al menos no viene con su noviecito, que también me da mucha pereza.

- Ya no están juntos... - le dije sin importancia.

- ¿Ah no? - cruzó sus brazos y esperó respuestas.

- Hm. No, no sé.

- Pero cuéntame más.

- Es que yo todo lo que sé es por Denna, que ellas hablan más, y porque parece que Kiki una vez estaba tan preocupada por Ruslana que acabó llamando a Denna y ella me lo contó.

- No si aquí todo el mundo se cuenta las cosas pero a mi nadie me cuenta na'. - dijo con tono de enfado.

- Pero a ver, alma de cántaro, para que vamos a contarte algo de alguien con quien te odias.

- Que yo no la odio. Lo que pasa que es más rara que un perro verde y me tiene sentenciada, a saber por qué.

- No sé nena. A saber. - cambié inocentemente de tema. - Bueno me dejo el modelito elegido ya puesto y voy a maquillarme un poco, ¿a ti que te queda?

- Pero cuéntame lo del novio de la Rus. Solo me queda maquillarme, pero sé escuchar a la vez y tú también sabes hablar. - me pasó la base y nos sentamos en un pequeño tocador que había en mi habitación.

- Pues que tenían formas de ser muy diferentes, Omar es un amor y ella, aunque parezca el demonio de tasmania también.

- Si tu lo dices... - se rió.

- Que zi. Y nada, se fueron alejando poco a poco y de forma amistosa decidieron dejarlo, también Omar estaba siempre fuera, ahora está en Francia creo, le dió por viajar mucho y solo.

- De todos modos no pegaban una mierda, bien lo sabe dio.

- ¿Y a ti qué te importa todo esto?

- A mi nada, ya ves tú. Era por comentar.

- Ah... ¿Y porque me hablas a la defensiva?

- Yo no estoy a la defensiva, no seas pesada Violeta. ¿Ya te has maquillao?

- Yes.

- A ver mírame. - me dirigí hacía ella y se apresuró a coger un labial. Lo pasó por mis labios y me giró la cara al espejo, había elegido un tono berenjena para ese dos piezas de brillo en tonos grises y negros. - Ahora la giri va a querer dejarte sin pintalabios, ya verás.

- Ojalá.

- Ajam, osea, que admites que quieres comerle la boca.

- ¿A caso lo he negado alguna vez? - dije encogiéndome de hombros.

- Ay... mi amiga la evidente.

Miramos el reloj y nos dimos cuenta de que, como siempre, ibamos justas. Pedimos Uber y nos plantamos en el restaurante en algo más de 5 minutos. Habíamos elegido un italiano cerca de la calle Goya.

Casi todos estaban ya allí y al entrar no pude evitar dejar mis ojos en ella que, al menos para mi, resaltaba por encima del resto. Chiara estaba guapísima. Había elegido un azul aguamarina para una blusa que dejaba un escote perfectamente dibujado y al que no podía dejar de mirar junto a unos vaqueros ajustados en cuero negro. Nos abrazamos y ella susurró algo a mi oído mientras volvía a mirarme a los ojos.

- Sabes que mis ojos no están en mi escote, ¿no?

The kisseable girl - KIVIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora