heroína

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Pov Violeta

Nada más pisar la sala de ensayos llegaron a mis oídos unos acordes que creaban una melodía desconocida para mi.

¿Será Kiki? Me preguntaba a la vez que iba avanzando hacia la música.

Provenía de la sala del piano que se encontraba justo antes de la zona principal.

Gracias a las paredes acristaladas pude ver a Chiara con los ojos cerrados, completamente entregada a la música.

Sinceramente esa Chiara era la que más me atraía, la músico.

Sus largos dedos danzaban sobre las teclas del piano con agilidad y elegancia, creando melodías que llenaban la estancia y también mi corazón.

Me fui acercando lentamente hasta la puerta, no quería que se percatara de mi presencia y dejara de deleitarme con su talento. Abrí la puerta con el máximo sigilo que pude evitando hacer ruido y entonces oí su voz acompañando la melodía como la suave brisa al verano.

Me apoyé contra el cristal cerrando los ojos, permitiéndome disfrutar del momento como una pequeña tregua entre nosotras. Su voz algo rota parecía creada por los mismísimos ángeles.

Que mala costumbre
Hacer como si nada
Cuando las dos sabemos
Que las cosas se hablan

Estaba convencida de que aquella canción era suya y me sentí algo culpable al escucharla sin su permiso

Pero me venía bien para lo mio.

Pov Chiara

Cantar la canción que había compuesto sobre nosotras me ayudó a soltar un poquito la maraña de sentimientos que inundaban mi cabeza desde ayer. Si bien me había ayudado desahogarme con Arantza, soltar todo lo que llevaba dentro en forma de canción era el mejor de los remedios.

-Deberías aplicarte el cuento- la voz de Violeta irrumpió en mi como un huracán.

Levanté la vista lo más humanamente posible para encontrarla apoyada en el cristal con una pose de lo más sensual.

Lo que más me cabreaba es que todo lo que hacía quedaba impregnado de aquella sensualidad que tanto la caracterizaba.

Podría sacarse un moco y seguiría siendo sexy.

Nos quedamos mirando fijamente por lo que pudieron ser horas. Parecía que estábamos echando un serio.

Ninguna rompía el contacto visual ni se atrevía a hablar.

Yo porque su sola presencia me cautivaba de tal forma que no era capaz de pronunciar palabra. Y ella a saber por qué.

-¿Que haces aquí?- me atreví a decir cuando la tensión se volvió insoportable.

-Te estaba buscando- dijo simplemente y despegó su espalda del cristal para dirigirse a mi y sentarse en la banqueta del piano con una pierna a cada lado para mirarme de frente.

-¿Cuanto has escuchado?- pregunté ignorando las extrasístoles de mi corazón al haber quedado tan cerca.

-Lo suficiente para saber que tenemos que hablar- susurró colocando un mechón de pelo detrás de mi oreja.

"Mierda" pensé

No tenía escapatoria.

-¿Que te pasa conmigo Kiki?- volvió a preguntar con dulzura al ver que me quedaba callada.

Durante unos segundos, quizá minutos, una batalla encarnizada se libraba en mi cabeza decidiendo si decir la verdad o ocultarla.

-Te vi- dije haciendo acopio de toda la valentía. Tal y como le había dicho a Arantza, estaba dispuesta a luchar por ella. Y para ello no debían quedar secretos entre nosotras.

SUSURROS EN EL ALMA // KIVIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora