resaca y padel

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Pov Violeta

Mientras los primeros rayos de sol se filtraban tímidamente por la ventana, desperté envuelta en el cálido abrazo de Chiara. Su respiración tranquila y regular creaba una melodía suave que llenaba la habitación, hasta respirar lo convertía en música.

La observé con ternura mientras dormía, admirando cada detalle de su rostro pálido iluminado por la luz matutina. Sus labios entreabiertos parecían susurrar un secreto que solo yo podía escuchar, y sus largas pestañas se mecían suavemente con cada respiración.

Mis dedos recorrieron suavemente la curva de su mejilla, queriendo grabar en mi memoria cada detalle de su belleza. Recorro su cara sintiendo su calidez bajo mis yemas, persigo cada centímetro de su rostro como si estuviera trazando lineas de amor y gratitud sobre su cuerpo dormido.

Al principio temi despertarla pero luego recordé que con la juerga de ayer, seguramente pasara un tornado y ni se enteraría.

Después de un rato admirando la paz que transmitía al dormir, miré mi móvil, eran las doce. Y con algo de dificultad conseguí escapar de la cama sin despertarla.

Caminé hacia el comedor esperando que todavia quedara comida del desayuno y que no la hubiesen recogido.

Al llegar, el comedor estaba completamente desierto y el buffet del desayuno permanecía intacto.

-Hombre Violeta, la única que ha aparecido por aqui- me saludó Nini una de las cocineras.

-¿Y eso?

-Intuyo que ayer hubo algo de juerga- me guiñó un ojo

-Ni confirmo ni desmiento- dije haciéndola reir.

-Pues nada sirvete, presiento que eres la unica que va a pasar por aqui- se dió la vuelta entrando en la cocina y dejando una interesante variedad de comida a mi elección.

Lo primero que hice fue coger una bolsa y meter un alpro lima limon para Chiara, junto al combo cereales y miel. Para mi un sandwich de huevo y mayonesa. Luego hice un par de cafes en la maquina de nesspreso y volví al bungalow.

Al llegar Chiara había cambiado de posicion, su cuerpo yacía boca arriba con los brazos en alto flexionados a la altura de su cabeza y no dudé dn capturar el momento con la cámara del móvil. Se había destapado entera producto del calor que emanaban los rayos de sol que impacataban directamente contra la cama. La camisa de su pijama se arrebujaba a la altura de la cintura regalándome otro primer plano del piercing de su ombligo.

Se me hizo la boca agua.

Todavía no entendía como es que nunca lo había visto.

Me senté al borde de la cama con la bolsa del desayuno a mis pies.

-Kiki... despierta cariño- susurraba mientras le acariciaba los mechones de pelo esparcidos en la cama.

Arrugó la nariz en respuesta.

-Venga Kiki a desayunar- intenté de nuevo elevando el tono de voz.

-Tengo que ir a recoger a Martina...- murmuró en sueños.

-¿Martina?

-Va a perder el bus...- volvió a murmurar haciendome reir, a saber que soñaba, aunque seguramente se tratase de la carretera de Menorca que no pasa por la periferia si no que pasa por el medio y no llegaba al pueblo de Martina que siempre perdía el bus. Había escuchado aquella historia tantas veces que era capaz de repetirla con sus mismas palabras.

-He traído alpro lima limón- susurré acercándome a su rostro. Ella abrió los ojos de golpe y se elevó como un resorte provocando que nuestras frentes chocaran.

SUSURROS EN EL ALMA // KIVIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora