Fiesta y humillación

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16 de Junio, un día para la marcha de Violeta

Pov Chiara

Al contrario que las últimas semanas, Violeta esta vez, dejándome completamente anonadada, decidió sentarse a mi lado a la hora del desayuno.

Me quede mirándola con el café a medio camino, completamente confundida por el transcurso de los acontecimientos.

No es que se hubiera movido un sitio, es que había cambiado completamente de lugar en la mesa para sentarse a mi lado. Que era por mi, era muy evidente.

-Cierra la boca anda que te van a entrar moscas- bromeó emitiendo una risilla nerviosa, al tiempo que con una mano alzaba mi barbilla.

-¿Por qué te sientas aquí?- pregunté incapaz de ocultar mi sorpresa. Ayer parecía estar derrumbada y poco le importó echarme fuera de su vista. Hoy se levantaba con un brillo especial y lo primero que hacía era acercarse a mi.

-Me apetecía estar contigo- soltó a bocajarro y me arrepentí al instante de haber tomado un sorbo de café el segundo antes, ya que el impacto de sus palabras provocaron que el líquido fuera directo a mi pulmón- Respira- dió unos leves toques en mi espalda, ayudándome a toser.

-Perdona no me lo esperaba- dije sincera. De hecho era lo último que me imaginaba después de ayer.

-Perdona por todo, hay días que no me entiendo ni yo- reconoció mientras tiraba nerviosamente de un pellejito que tenía en los labios. Los tenía más agrietados y secos que nunca y no podía evitar pensar lo mucho que me gustaría hidratárselos a base de besos.

El resto del grupo fue llegando a la mesa con alguna que otra exclamación de sorpresa. Hoy parecía que todo el mundo estaba más apagado.

-¿Oye chicos que os pasa? Ni que se hubiera muerto nadie.

-Que quieres que te diga, es el último día- me contestó María, con una mueca de desazón- me da mucha pena.

-Pero si todavía nos queda una semana.

-Ya pero, hoy es la fiesta de fin de curso, y el último día de...bueno de diversión- no pasaron desapercibidas las miradas tensas del resto. A excepción de Violeta que me miraba de lleno, con ojos relajados mientras ladeaba la cabeza.

-¿Por qué me miras así?- pregunté sin poder contenerme. Me abrumaban esos ojos caramelo observándome con pura devoción y una pizca de ¿añoranza?

-Cuéntame que tal la semana- pasó por alto mi pregunta, sin cambiar la pose.

-Dios Vivi, no hay quien te entienda eh- solté una risa nerviosa. No estaba acostumbrada a tanta atención por su parte desde que me dejó.

Levantó la barbilla ligeramente en una petición silenciosa a que empezará con el relato.

No me hice de rogar y empecé a contarle todos los proyectos de la semana. No dijo nada, ni probó bocado, sólo me escuchaba como si fuera la única persona de su mundo.

Y fue así el transcurso del día. Incluso me dió un poco de apuro porque pasaba olímpicamente del resto. Estuvo pegada a mi absolutamente cada minuto del día. Una chispa de esperanza creció en mi interior ante la posibilidad de que me abriera de nuevo las puertas de su corazón.

Después de la cena, me fui al bungalow para empezar a prepararme para la fiesta de esa noche.

Justo cuando estaba apunto de abrir la puerta, otra persona se adelantó abriéndola desde dentro.

-Violeta, ¿Que haces aquí?- pregunté al ver a la pelirroja con cara de circustancia al saberse pillada.

-Eh, yo venía a... a por un camiseta, si eso, una camiseta- escondió su mano detrás de su espalda sutilmente. Aunque el disimulo no era precisamente su fuerte.

SUSURROS EN EL ALMA // KIVIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora