Tolerate it (+18)

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Dos semanas después de la caida de Chiara

Lunes 1 de mayo 8:03, centro de operaciones de las mamarrachas.

Pov Violeta

Mi pie subía y bajaba a velocidad vertiginosa mientras trataba de hacer desvanecer la ansiedad que me producía ver a Chiara y Ruslana hacer el cabra frente a mis narices.

Lo que parecía una merienda relajada, con su comida chatarra y sus cervezas, había derivado en una escena de pseudo lucha libre entre esas dos.

Miré a mi alrededor, María y Julia las observaban divertidas cerveza en mano mientras las otras dos se hacían llaves de karate en el sofá.

Putos donuts y su puñetero azúcar que las había activado más de la cuenta, como si fueran dos crías de cinco años con un sugar rush.

Y a mi sólo me invadía la preocupación por el estado de su tobillo. Algo que parecía sólo sentir yo, visto lo visto.

-¡Chicas! ¡Parad de una vez!- grité dando un pisotón en el suelo para enfatizar mis palabras. Se quedaron quietas al instante, con Ruslana sobre Chiara en el sofá. Me miraron con los ojos abiertos de par en par, como una liebre cuando le das las largas.

-Pero...- empezó Ruslana.

-Ni peros ni peras, Rus quítate de encima de Kiki, hazme el favor- hizo caso a mi orden con rapidez. Chiara se incorporó con una mezcla de rabia y aburrimiento en su mirada.

-Violeta sólo estamos jugando- musitó con tono desafiante.

-Te vas a hacer daño en el tobillo Kiki- intenté hacerle comprender mis palabras.

-Puff que pesada eres tío- bufó golpeando el sillón con sus manos.

-Kiki...- Ruslana la advirtió con la mirada.

-¿Perdona? Solo estoy intentando que te recuperes.

-Me da igual, pareces mi madre, todo el día encima de mi- elevaba el tono de voz con cada palabra.

-¡Soy tu novia! Sólo cuido de ti, ya que tu no lo haces- sus palabras dolían.

-Pues llevo semanas sin verla, a cambio sólo tengo un perro guardián constantemente en mi chepa- volvió a gritar exasperada. Todas nos miraban con la boca abierta.

-Un poquito de calma mis amores- murmuró Julia tratando de aligerar la tensión en el ambiente.

-¡Callate!- gritamos Chiara y yo al unísono consiguiendo que la andaluza se hundiera en su asiento con cara de circustancia.

-¿Sabes que? Me voy, no te soporto coño- me levanté de la silla con ímpetu y la mirada desafiante se Chiara sobre mi cuerpo.

-Vete, y tu si que me tienes harta- masculló entre dientes antes de darle la espalda para escapar de allí.

Las lágrimas derrapaban por mis mejillas a gran velocidad. Llevaba las dos últimas semanas aguantando como una jabata la situación, pero no podía mas.

No la aguantaba.

Nuestra relación había cambiado por completo fruto de su lesión. Ahora vivía por y para ella. La ayudaba a ducharse, a vestirse, a maquillarse, cargaba con su guitarra todos los santos días, estaba pendiente de cada cosa que necesitaba.

¿Y para que?

Para que luego hiciera cosas como esta. Porque no era la primera vez que hacía caso omiso de las palabras de la enfermera. Y yo estaba cansada de tragar. Cansada de regañarla cada vez que lo hacía.

SUSURROS EN EL ALMA // KIVIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora