¿Dónde estás?

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8 de Septiembre, Nueva York

Pov Violeta

-Violeta God ¡Baja un poco la velocidad que nos vamos a matar!- gritó Harry, aferrándose al tirador de manos de la furgo con una cara de absoluto pánico.

-No quiero llegar tarde Harry- hice otro adelantamiento al más puro estilo Toreto en Fast and Furious. Navegaba de un carril a otro, buscando los huecos para robar unos cuantos segundos de tiempo.

-¡Pero si vamos con una hora de antelación!- volvió a chillar abriendo un poco la ventana para poder respirar, no traía buena cara.

-Cierra eso, que me jodes la aerodinámica del coche- amenacé, consiguiendo que el vendaval que se había instaurado en el interior cesara.

-Te juro que a la vuelta me cojo un taxi, ni loco me vuelvo a subir contigo a un coche- bufó reacomodándose en el asiento.

-Tu tranquilo que a la vuelta si quieres puedes conducir.

-Yo no cojo el coche en Nueva York ni en mil vidas, lo sabes- no era una locura lo que decía. Si en España la gente conducía tirando a mal, aquí se llevaban la palma. A parte de que las carreteras estaban echas un cristo, había un montonazo de objetos en mitad de los carriles y la peña conducía como si fueran todos miopes.

Hoy llegaban las chicas al aeropuerto para visitarme, y le había pedido Harvey el favor de dejarme una furgo de producción para ir a buscarlas.

Llevaba unos cuantos días con la ansiedad carcomiéndome por dentro. Me moría por verlas, pero sobre todo por reencontrarme con esos ojos verdes que me robaban el aliento.

Según lo que me había dicho Julia, llegaban al JFK en unos cuarenta minutos, si no había retrasos.

Quizá no hubiera sido mi mejor idea conducir, ya que la velocidad a la que manejaba, iba en consonancia a mi ritmo cardíaco, unos ciento cincuenta kilómetros por hora.

Aquí eran muy restrictivos con la velocidad máxima, que era de ciento diez kilómetros hora, pero no me preocupaba en absoluto. Llevaba conmigo a mi alidado de confianza en las Américas, el Waze.

Me avisaba de los radares y de los coches de policía que se apostaban a ambos lados de la carretera, en las sombras, sedientos de poner multas.

Por suerte había logrado esquivar unos cuantos.

Dejé el coche en uno de los aparcamientos del aeropuerto y prácticamente arrastré a Harry hasta el interior.

-¿Te puedes tranquilizar uno poco Vio? No es nada atractivo ese estado de nervios que me llevas- me dijo frenando un poco mis pasos.

-Fuck you- le saqué el dedo de en medio cabreada.

-Oh, what a lady...- bromeó rodando los ojos.

Me había tirado dos horas buscando el oufit perfecto para sorprender a Chiara, por no hablar del maquillaje... diez habían sido las veces que tuve que repetirme la raya del ojo porque me temblaban tanto las manos que parecía que estaba dibujando un electrocardiograma en vez de una línea recta.

-¿Bueno y ahora que?- se cruzó de brazos cuando llegamos a la zona de espera a los pasajeros aterrizados. Todavía quedaba media hora para que llegarán.

-Anda traeme un café- supliqué uniendo las palmas, esa noche no había logrado pegar ojo producto de los nervios.

-¿Otro? Pero si es el quinto del día... y solo son la diez de la mañana...

-Bueno pues un cola cao.

-Aquí eso no existe.

-¡Pues un puto vaso de leche Harry!

SUSURROS EN EL ALMA // KIVIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora