Secuestro

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Pov Chiara

Hoy era el quinto día que me despertaba sin los ojos de Violeta sobre los míos. Y cada vez, me costaba más aguantar el vacío que dejaba su abandono.

Olivia se había ofrecido todos los días a dormir conmigo, pero tantas veces me lo proponía, tantas veces se lo rechazaba.

Era consciente de que la presencia de la morena en mi vida, se habia convertido en el punto de no retorno para la paciencia de la pelirroja

Todo el respeto que no le guardé en las últimas semanas, estaba dispuesta a dárselo ahora. Aunque pareciera que le diese igual. O incluso no se enterara nunca.

Hacia días que solo dormia en su cama. El olor que desprendían sus sábanas, su almohada, era lo único que conseguía calmarme en las noches sin ella.

Pero, poco a poco, ese olor se iba disipando con el paso de los días. Incluso había dejado de ponerme colonia para que no sustituir su olor por el mio.

La echaba tanto de menos, que a veces, al despertar, veía su rostro sonriéndome con los ojos achinados y un "buenos días mi amor". Pero a los pocos segundos, su figura se evaporaba como el humo en el viento, justo cuando alargaba la mano para tocarla.

Inspiré profundo sobre la almohada, solo para recibir las migajas que quedaban de su esencia.

Pronto las lágrimas aparecieron como cada mañana, mojando la tela de la almohada.

Estaba en la mierda. Pero eso no quitaba que fingiera estar bien cuando salía de aquellas cuatro paredes.

Cada día la recibía con una sonrisa y un buenos días, aunque apenas recibiera unos ojos en blanco y un silencio sepulcral por su parte.

Estaba desesperada por recuperarla, pero llegados a este punto, tan solo me conformaba con ver su hoyuelo y sus ojos avellana mirarme. Pero tampoco conseguía nada de eso.

Ya ni siquiera me miraba.

Me había quedado huérfana de sus ojos avellana.

El día que hicimos el ejercicio de interpretación en clase de Abril, nació en mi un rayo de esperanza al ver que volvíamos a tener la conexión de siempre.

Pero al día siguiente, me quedó claro que solo era eso, un ejercicio de interpretación que nada tenía que ver con nuestras vidas.

Era como si después de ese día, hubiera puesto todo su empeño en ignorarme. Ni cuando intentaba picarla con alguna broma sutil, recibía respuesta por su parte.

Pero yo iba a seguir intentándolo. Porque la quería más que a nadie y deseaba pasar el resto de mi vida a su lado.

Solo exisitan tres palabras que me harían desistir de golpe. Pero todavía no las había pronunciado, por lo tanto mis esperanzas seguían tan vivas como mi amor por ella.





Clase de fitness 8:05.

Violeta apareció con un pantalón de chándal ancho y un top blanco de tirantes que dejaba a la vista su marcado abdomen.

Aquella imagen me robó el aliento con violencia. Últimamente cada vez que la veía, me pasaba. Mis manos empezaban a sudar profusamente y notaba el corazón latir a mil por hora con su presencia.

La sensación era incluso más fuerte que cuando solo era una loca enamorada de su amiga. Porque ahora sabía lo que era tenerla entre mis brazos.

-Hola, chiquillas- saludó a todas con un pequeño abrazo, a todas excepto a mi. A pesar de ser algo habitual en los últimos días, no dejaba de sentir un puñetazo en el estómago cada vez que me pasaba por alto.

SUSURROS EN EL ALMA // KIVIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora