Cómo hacer para que un corazón no se estruje con cada palabra pronunciada con voz rota, como hacer para mantener su fortaleza y no sufrir en el proceso, como hacer para que lo que oscurece su vida se ilumine.
Intentar sumergir ese sentimiento que no encaja en él, en lo más profundo para que nadie ni el mismo logren desatar aquel nudo amenazador. Como si todo en su vida no le perteneciera o eso cree, estar rodeados de desconocidos que se olvidan quien es en realidad. Se olvidan que la vida es de quien la vive...
Esas inseguridades que no deben existir. Refuerza las razones para protegerlo aun más, si es posible. Y que aunque sus ojos se empañen y despierte irritados en la mañana. Cada uno de esos días estaré ahí aun si su orgullo se lo impide. Siempre a su lado, lo confirmo cuantas veces sea necesario. Con tal de que esa sonrisa no se desvanezca a causa de un mal día.
-Guille- susurró girando hasta el otro lado de la cama, con vista a la espalda del nombrado. Repitió su nombre un par de veces más, en las que no paraba de escuchar unos sollozos que trataban de reprimir sin éxito. Un poco más alerta de lo que le sucedía con quien compartía la cama. Sabía exactamente lo que su mente torturadora le ocasionaba. Y esta era una de esas veces.
No hacía falta palabras entre medias. Una sola caricia atrayendo su cuerpo al suyo, los unió en un cálido y acogedor abrazo entrelazando sus cuerpos, convirtiendo a dos amigos, hermanos, y amantes en inseparables...Calmando el llanto del que sufría en silencio a altas horas de la noche. Tranquilizando todo aquello que perturbaba el dulce descansar del alma del más joven que sin culpa se veía perjudicado. Siendo el mayor el encargado de cesar las incesantes lagrimas que derramaba sus ojos. En un solo acto que refleja amor y tal dedicación que basta para que ambas almas descansen de todo aquello que intente separarlas.
Dos almas no se encuentran por casualidad, si deben estar juntas lo estarán por siempre...
