Efímero

1.4K 171 0
                                    

-Me cago en todo, tu...-repetía Guillermo posicionado alrededor del cuerpo del más alto, que disfrutaba el repentino enojo de su compañero. Provocando sonrisas indiscretas que aumentaba al doble el llamativo sonrojo que se apoderaba de las mejillas del que controlaba la situación encima de él. -De que te ríes pringaó. -vocifero con toda la mala leche posible.

Samuel desde su posición nada y menos podía hacer para impedir que el menor se desquitara, sin culpa aparente solo el ligero rastro visible que en el cuello de Guillermo se marcaba. ¿Cómo se atrevía? se pregunto así mismo llevándose su mano al ardor que en su piel dejo.

Frunció sus labios junto al entrecejo, sin ocultar cuanto odiaba esa forma tan particular en la que según el mayor le demostraba su amor. Vaya estupidez. Suspiro vencido intercambiando miradas recriminatorias con total desprecio a su acto. Observando detalladamente su entorno, su vista cayó a la cama que compartía. Y una sonrisa picara se formo en sus labios.

-De estas no te libras, chaval. -le susurro inclinándose a su rostro. Sin estar al tanto de las ideas que por la mente del menor se cruzaban. Con total inocencia se aferro al cuerpo de su amante, entrecruzando miradas por última vez antes de que sus parpados se cerraran por inercia a causa del roce de esos labios que eran tan deseados. Fueron cuestión de segundos para que el que se dejo influir por el efecto alucinógeno que el otro le proporcionaba. Se dejara engañar por la maldita trampa que el menor le tendió en su contra cuando una almohada se estampo justamente en su cara. Después de reaccionar asombrado miro los ojos brillosos, completamente serio.

-Venga no es para tanto, joder. -sin ocultar las risas de orgullo por lo hecho, no contemplo en hacerse pasar por la víctima de lo ocurrido el muy descarado se lo merecía. De un drástico giro la situación cambio favoreciendo a Samuel, que en este momento se encontraba encima de él repasando su cuerpo con cara ausente y con aires de venganza.

-Maldito niño...-expulso reteniendo la furia que lo engullía con cada respiración. Halo el cuerpo indefenso del más débil entre sus brazos, impidiendo a sus manos maniobrar una escapatoria de su cuerpo acorralado sobre la cama. Con una sonrisa permanente y cómplice se acerco acariciando por instantes su nariz. Atrayéndose uno al otro, hasta que sus labios chocaron con dulzura unas cuantas veces más, repartiendo en todo lo descubierto ruidosos besos hasta formarse espontáneas sonrisa.

Drabbles | WigettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora