No pude evitar terminar con mi vista clavada en su boca. Sin distinguir ninguna palabra que pronunciaba. Cada gesto y cualquier otro detalle que sin comprender atinaba en responder afirmativamente.
Hasta que se detuvo, todo el movimiento que pretendía ser de mi incumbencia paro; y cuando alce mi mirada, obtuve una directa perspectiva de sus ojos inconformes sobre los míos.
Me indicó lo molestó que pretendía estar, por no prestarle la adecuada atención. Que no me importaba lo que tenía para decirme.
Pero resultaba todo lo contrario. Él mismo lo sabía. Por qué su mejillas brillaban y la comisura hacía pliegue enfundadose en una traviesa sonrisa.
Por qué seguía pendiente de sus labios, y de la forma en que me mostraba esa incomparable y satisfactoria sonrisa.
Con la cuál pretendía que no me causara más distracción. Muy equivocado estaba. Cuando con su sola presencia causa un torbellino de emociones en mí.
"Mis ojos están aquí." señaló con gracia, un punto más alto en su cara, que no seguí. En cambio, no solté mi mirada del húmedo contorno de labios que me incitaban a acercarme.
Pero guarde distancia. Cuando fueron sus manos las que me guiaron hacía su inquisitiva mirada de advertencia.
"Aquí." repitió conectando la oscuridad que envuelve nuestras iris a juego. Pero finalmente lo analice, sin perder ni un solo rasgo. Y en esta ocasión no solo tenía unos labios deseosos por besar, en conjunto su miraba indicaba que lo hiciera. Y lo note en un reojo que echo hacía mi propia boca...y ahí capte que caía en mi propia trampa.
Una que no tenía remedio...