Saber que debo ocultar el brillo de mis ojos todas las veces cuando es tú reflejo el que los ilumina. De qué manera te demuestro que a pesar de ser este un juego, ambos terminaremos perdiendo. Desperdiciando lo único que existe entre nosotros por egoísmo.
A pesar de todo seguimos aquí arruinando lo que aun no existe. Y propensos a ser destruidos por puro placer de tenernos para luego desearnos y desmoronar-nos al mismo tiempo. Debería de ser prohibido reprimir mis sentidos ante ti. Me hace vulnerable el solo hecho de que estés junto a mí.
Pero tan lejos de poder saborear tus labios amargos, acariciar tu piel tersa al tacto, amortiguar tu aliento chocando en mi cuerpo, y vivir noches de insomnio obligadas para evitar el paso del tiempo en los decisivos momentos que se agrupan ante nosotros. Sumergirme con todo lo que se ha alojado a un costado de mi pecho, que palpita deliberadamente colmado de razones para que hagas de esta vida miserable en soledad, la más maravillosa experiencia jamás vivida.
Deshacernos de todo lo que nos ha impedido despertar juntos al amanecer. Nada eterno, ni recurrente para no morir en la rutina. Tan solo sobrevivir de un amor que no vivirá para toda la vida. Porque pocos tienen el placer de compartir contigo un secreto que enloquece y devora nuestra mente. Dame el placer de sentir por primera y última vez el final de un amor desequilibrado y amante del perjuicio social.
Un secreto que dejo de ser de dos para convertirse en cientos, que aunque desconocemos estarán ahí observando discretos cada paso que avancemos. Sumándose al sueño que mi subconsciente forma cada vez que veo tu mirada resplandeciente y brillosa. Que ilumina la mía en este preciso instante...
