Me soltaste | Jesse & Joy.
Sí, él quería. Quería que le bese, pero no como el juego estúpido con el que él acostumbraba despedirse. Añora que le devore los labios.
Le desespera la forma coqueta con la que le habla a cualquier desconocida. Lo quiere sólo para él. Pero se ciega y responde con su indiferencia. Los celos que le atacan siempre, como en ese mismo instante.
-Willy...- preguntó. Pero no respondió. Le valió mierda, que una cualquiera se le estuviera ofreciendo. Pero no; ahí le estaba rogandole a él para que le prestara atención, cuando tiene otras cosas entre manos.
-¿Qué?-contestó enfurecido. Azotó su voluntad y lo miró. Pero se arrepintió, porque lo tenía aferrado a su cintura y con su mirada fija.
Pero lo peor sería su leve contacto, del beso posado en su boca. Con eso se despidió. Y se alejó con la puta que escogió para esa noche.
Se le desvaneció el alma. Se le esfumó el aliento. Y el resto quedo entre la salida del local y la puerta del piso que compartían. Lleno de impotencia prendió un cigarro al borde del alféizar, con miras a la oscuridad.
Escuchó sus pasos recorriendo el suelo de la sala, en rumbó directo a su encuentro. Lo percibió suspirar. Y él no hizo más que darle una calada más profunda al humo que ingiere su sistema. Cierra sus ojos, conteniendo todo en su interior.
-Vamos a la cama.- súplica, su voz lo amortigua y alerta. Pero se reprime. Invadido por el escozor que envuelve su pecho en cenizas.
Desmorona lo que queda de él. En los brazos de Samuel. Se aferra a él. A lo que queda de ellos. Y se derrumba sin ninguna otra alternativa.
Se ahoga en su tristeza, tira la colilla. Y duermen abrazos, le besa la frente y luego los labios en silencio. Descansa en unos brazos que jamás van a ser suyos.
