Capitulo 27

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El gran día había llegado, me estaba preparando frente al espejo, llevaba mi cabello semi-recogido y un vestido blanco de encage con las mangas qué caían sobre mis hombros.

Detrás de mi, mi mamá lloraba por lo bella que me veía, Lu estaba ahí como mi dama de honor.

-Ani estas preciosa- me decía miéntras me pasaba el ramo de flores

Estaba nerviosa, nunca después de todo lo que había vivido pensé que estaría en el lugar en el que ese día estaba, a punto de darle el si a un hombre maravilloso, que me amaba, que había sido persistente y que logró conquistarme.

Si, todo con él inicio como un juego entre lujuria y deseo, pero entre cada noche que compartíamos fuimos desnudando nuestras almas y conociéndonos, el se volvió mi amigo, luego mi confidente y en unas horas mi esposo, todo gracias a su perseverancia y a la paciencia que me tenía.

La hora había llegado!

Mi papá me dio su brazo para que lo tomase y me escolto por el pasillo de la iglesia hasta donde mi querido Piero me esperaba con una enorme sonrisa.

La ceremonia fue hermosa, ahora eramos esposos.

La recepción se realizó en una hermosa villa campestre, después del brindis y la cena, comenzó la fiesta... Tuve un flashback de mi vida en Portland, cuando a la fiesta llegó Max, verlo fue regresar a ese pasado en el que yo era igual de feliz qué ahora, pero de la mano de otro hombre, Eliot.

Max seguía saliendo con Lu, de hecho juntos se habían mudado a New York y tenían bastante éxito allá.

De todas las veces que vi a Lu desde que me fui, esta era la primera vez que lo veía a él y realmente fue difícil actuar con normalidad delante de él, no pude hablarle mucho porque tenía la tentación de preguntarle por Eliot y no, eso no podía pasar.

Me concentre en mi ahora esposo y en disfrutar de la velada. Funcionó, era sencillo olvidarme de todo a su lado.

Nuestra luna de miel fue candente, durante dos semanas estuvimos paseando por Grecia, descansando y teniendo muchísimo sexo.

Piero era bastante fogoso y un amante complaciente.

...

Aunque intente mantener mi vieja vida en el pasado, el destino insistía en traer algunas cosas al presente.

En la búsqueda de socios, Piero me citó a una reunión con un amigo de él, también jurista y quien estaba  interesado en unirsenos.

Estaba en el café donde nos encontraríamos cuando escuché a alguien decir mi nombre, gire mi cabeza en la dirección de donde provenía la voz y lo ví! Era Paúl.

-Paúl, hola- salude a la distancia estirando mi brazo

-Ana, estas radiante - dijo al acercarse y saludarme con un beso en la mejilla

Conversamos un momento sobre como habíamos estado durante estos años sin saber del otro

-Paul, veo que ya conociste a mi esposa!!! - dijo Piero acercándose a nosotros

-Se conocen? - pregunte confusa

-Amore, el es mi amigo del que te hable y ¿ustedes de donde se conocen? - cuestionó

-Ana y yo fuimos novios hace años- respondió Paul

-El mundo es muy pequeño- dijo divertido Piero

Piero conocía mi historia, sabía que hubo otros hombres, la razón por la que me fui de Portland, sin embargo no conocía de nombres, no sabía quien era quien en mi historia; así que no había pasado por su mente que su amigo Paul era mi ex.

Resulta que cuando Paul se fue, viajo en una especie de intercambio a Italia y la familia que lo recibió fue la de Piero.

La reunión salio mejor de lo esperado, después de ese día, Paul se unió a nosotros y consolidamos un Bufete que pronto ganó reconocimiento, nuestros nombres salían en los diarios por los casos que asumimos.

Paul se volvió un amigo para mi y me daba gusto tenerlo nuevamente en mi vida, el había sido alguien importante en mi pasado, un gran compañero y desde nuestro reencuentro esa complicidad que teníamos volvió a estar presente.

En un año habíamos logrado lo que a muchos les tomaba una década, en parte nuestro éxito se debía a lucrativa inversiones que habíamos realizado y a que habíamos aceptado defender a un par de compañías bastante conocidas lo que nos dejó una excelente reputación y cheques con muchísimos ceros en las cifras.

A veces solía pensar en el pasado divagando en cómo hubiera sido mi vida tomando otras decisiones, la realidad es que aunque tenía dinero, era una abogada reconocida, tenía mi propia firma, una casa soñada, un esposo que me amaba, seguía sintiendo un vacío en mi interior, sabía que ese vacío tenía nombre y apellido, pero prefería ignorar ese sentimiento y seguir viviendo esta vida, sabía que a lado de Piero no sufriría y eso me bastaba, aunque no lo amase como debería.

Y si, la verdad detrás de toda esa envidiable vida que llevaba viviendo por años era esa! Quería profundamente a Piero, pero nunca pude amarlo como una vez ame a alguien.

Ese era mi secreto, uno que guarde en las profundidades de mi corazón, disfrace mi vida de una felicidad superficial, aunque por el momento eso me bastaba a veces temía el día en que dejara de ser suficiente.

Llevaba 4 años viviendo en Madrid, 2 años junto a Piero, como en cada matrimonio habían problemas, en nuestro caso principalmente era por diferencias culturales, él italiano, yo americana, eramos dos polos totalmente opuestos.

También estaba el tema de los hijos, mi suegra Dalia y la nona de Piero, insistían en que debíamos tener pronto a nuestro primer hijo, ya que las familias entre más numerosas eran más felices, así decían ellas.

Su nona era quien más  me presionaba recalcando qué si bien yo apenas tenia 28 años, mi esposo ya estaba próximo a los 40,  y que entre más tiempo pasase, el parecería el abuelo de sus hijos.

Piero estuvo de acuerdo conmigo al principio cuando le dije que quería esperar unos años antes de tener un hijo, yo aun era joven y tenía otras ambiciones, además apenas llevábamos poco más de un año casados y quería disfrutar de nuestra relación sin tener una responsabilidad extra.

Diario de una confesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora