Por fin me había quitado de encima todo lo que me pesaba y me hacía infeliz.
Fue ahí cuando decidí vivir mi vida sin limitaciones, dejé mi puesto como jefa del bufete en Portland, aunque seguía siendo accionista no quería seguir con ese trabajo, cedi mi cargo al hombre en quien más confiaba en ese momento, Paul.
También vendí el apartamento en Portland y me mude New Haven, abrí mi nueva oficina, algo que era solo mío y donde podía llevar los casos que quisiera.
Varias veces Paúl me visitó, la verdad desde Madrid el se volvió mi amigo, y durante todo este tiempo me había demostrado su lealtad.
Salimos un día cuando apenas llevaba unos meses de mudanza, fuimos a comer y fue ahí cuando le confesé que yo había fallado a nuestra relación cuando estábamos en la universidad, le conté como empecé con Eliot y en consecuencia le pedí perdón, Paúl siempre fue alguien importante en mi vida, no en el sentido romántico pero crecimos juntos y le tenía demasiado afecto, para seguir le mintiendo después de tantos años.
Paúl se molesto bastante cuando le conté la verdad, me dejó en el lugar, sola... Aunque me dolía verlo así, sabía que necesitaba decir la verdad para liberarme de todo el dolor, rencor y mentiras que me apresaban desde hace años.
...
Continúe mi vida dedicándome a servir a mis clientes y a atender casos pro-bono, había seguido haciendo lo que me gustaba pero lejos de todo lo que me traía algún recuerdo y sin ninguna restricción.
Recibí un correo de Paúl citandome para la cena, fue la forma en la que pudo contactarme porque luego de disculparme con él y poner en orden todo lo que me rodeaba cambie de número, incluso porque Piero seguía insistiendo en que nos reconciliemos ya que el hijo de Maitte no era suyo.
Respondí a su correo aceptando la invitación y me reuní con Paul.
Al llegar me esperaba con unas flores en la mano y un traje que le sentaba muy bien.
-Hola - lo salude con un abrazo que el correspondió
-Hola Ana, siempre tan bella- decía tomando mi mano e invitándome a sentarme
-Me tomo por sorpresa recibir un correo tuyo, va todo bien? - pregunté
-Necesitaba verte, yo también me equivoque Ana y en parte entiendo como pasó todo entre nosotros, quería decirte que te perdono- decía viendome a los ojos
-Paúl de verdad lamento que todo haya resultado así entre nosotros- dije sintiendo cada una de las palabras que pronuncie.
-Por que no lo intentamos una vez más, esta vez sin secretos, mentiras o engaños? - propuso
-No creo que sea lo correcto- dije con un ápice de nostalgia en mi voz
-Vale, vale... Tenía que intentarlo chica!! - dijo con simpatía
-Paúl yo te amo, pero no de forma romántica-
-Lo sé Ana, pero podrías llegar a hacerlo y estoy dispuesto a esperarlo- insistió - Piénsalo, no me respondas ahora- dijo para luego cambiar de tema y alivianar el ambiente entre los dos.
Terminamos de comer y me fui a mi apartamento tome un baño mientras en mi cabeza se repetían cada una de las palabras de Paúl.
Sabía que no podía aceptar, no era justo para ninguno de los dos y ahora sabía que no podía amarlo como el merecía.
Le llame casi a la madrugada y le di un "no" definitivo como respuesta, a lo que el comentó
-Lo sabia!! se feliz Ana y entrégale el amor que reprimes en tu corazón al hombre que lo provocó, no te prives del amor por miedo a salir lastimada, mira como nos resultó a nosotros mentirnos y ocultar nos las cosas que sentíamos o queríamos, quiero que seas feliz siempre, así no sea conmigo. - colgó la llamada
Sentí un vacío en el corazón después de esa corta llamada, pero sabía que era lo mejor para los dos... Tristemente después de esa llamada poco supe de Paul, nuestra amistad se enfrió con el pasar del tiempo, aunque lo entendía, a veces lo extrañaba muchísimo, fue mi novio, mi primer amor, mi amigo y quien me ayudo a levantarme después de mi divorcio. Estuvo conmigo casi toda mi vida y solo podía desearle todas las cosas bonitas que una persona como él merecía.
...
Con el paso de los días, las palabras de Paul seguían rondando en mi cabeza, «ser feliz, dejar de reprimir mi amor»
Si, tenía muchísimo miedo y es que mi corazón ya había sufrido demasiado, aunque ya me había quedado con el camino libre, esta vez nada me ataba para buscar ser feliz realmente y no a medias, decidí hacerle caso a Paúl.
Ya era hora de que busque mi final feliz, así que a la mañana siguiente me contacte con el investigador para buscar información sobre el paradero de Eliot, ya que el realmente había cumplido con su promesa y desapareció de mi vida completamente hace un año.
Fue frustrante desde el inicio pues pasaron varios meses y el investigador no logró ubicarlo, seguimos varias pistas que no nos llevaron a nada.
«¿Donde se había metido ese hombre?»
La frustración y el desespero de no encontrarlo agotaban cada vez más la esperanza de volverlo a ver algún día, empecé a resignarme a que quizás él no quería ser encontrado o que ya había continuado con su vida.
En simultáneo intente continuar con mi rutina, salía todas las mañanas a correr, luego me alistaba en casa y salía a mi acogedora oficina a trabajar en conjunto con mi pequeño equipo, después volvía a casa y sacaba a pasear a la perrita que había adoptado para hacerme compañía.
Cada día era lo mismo, era la rutina que me hacía feliz.
Un día, como cualquier otro salí a correr muy temprano, de camino a casa pare por unos panecillos para el desayuno y continúe corriendo de regreso.
Mis piernas casi dejan de funcionar cuando lo vi, comprobando creo, la nomenclatura de mi residencia. Estaba de espaldas pero sabía que era él, su cabello, el contorno de su figura, lo conocía bien.
-Eliot? - dije con incredulidad
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Diario de una confesión
RomanceMi historia no es suave, ni armoniosa; tiene sabor a insensatez, locura, confusión, como la vida de aquellos que no quieren mentirse más a sí mismos. Ana era hermosa e inteligente, ya había encontrado a su príncipe azul y lo tenía todo o al menos e...