Capitulo 38

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Mis piernas seguían fijas sobre el pavimento, así que él fue quien se acercó a mí, rodeo mi cintura con sus manos, se inclinó y me besó como solo el sabia hacerlo.

Mis brazos se aferraron a él, no quería dejarlo ir nunca más, cuando se separó para mirarme a los ojos no pude contener el llanto, verlo frente a mí después después de haberlo buscado tanto, era surreal.

-Por qué lloras? - me miraba con preocupación

-Pensé que no volvería a verte nunca- confesé con tristeza

Me pego a su pecho permitiendome ese momento de vulnerabilidad y consuelo.

Eliot era el hombre que me cambió la vida, despertó en mi sentimientos que no conocía hasta el día que lo vi, sentimientos que ni la ira o el paso de los años habían logrado borrar de mi ser.

-Me has estado buscando, me enteré - pronunció tomando una diminuta distancia

-Eliot, te amo- dije aún entre lagrimas

-Yo a ti, no sabes cuanto espere para estar aquí, contigo al fin- dijo abrazándome de nuevo.

Su olor, el calor de su cuerpo, lo bien que encajaba entre sus brazos, eran cosas que no habían cambiado y que poco a poco me permitieron estabilizar mis emociones.

-Qué bien huele- dijo sacándome de mis pensamientos

-No compre para ti, pero podemos compartir- le ofrecí una sonrisa

-Quieres pasar? - le invite a mi casa

-Claro- me siguió

Al entrar Lori, mi perrita brinco encima de Eliot y lo saludó con efusividad.

-Ella es Lori- le explique al notar su mirada divertida

-Hola pequeña- dijo él rascandole la panza

Seguimos hasta la cocina y le prepare una taza de café, corte algunas frutas y serví los panecillos con mermelada.

Mientras comíamos, no podía dejar de verlo; debía convencer a mi cabeza de que él era real, de que por fin lo tenia frente a mi.

No tardamos en comenzar a besarnos de nuevo, esta vez dejándonos llevar por las emociones y sentimientos que por años reprimimos, sus manos recorrían cada centímetro de mi cuerpo con ansias y las mías se aferraban a su espalda pegándolo a mi, quería fundirme en él.

Comenzó a deshacerse de mi ropa y dejó descubierto mi cuerpo, con su boca tomó uno de mis pechos dando pequeños mordiscos que me hacían enloquecer, con su otra mano jugaba con mi sexo, me tenía jadeante y deseosa.

Intente deshacerme de su camisa también pero el no me lo permitió pues me tomo entre sus brazos.

-Donde esta tu habitación? - preguntó

Señale con la mano, y nos dirigió a los dos al lugar, inmediatamente después me dejó con delicadeza recostada sobre la cama, se paró frente a mi y se quitó la ropa, revelando su perfecto y fornido cuerpo, desnudos los dos, se acomodo encima mio y volvió a besarme, pronto también empezó a penetrarme lentamente, entre besos y caricias, lo hacía tomándose el tiempo de disfrutar y hacerme disfrutar de cada embestida, ese vaivén placentero cada vez más agresivo, con más determinación continuó hasta hacerme tener un par de orgasmos para luego el también dejarse llevar y acabar.

Me abrazo rendido, ese día nos quedamos en mi casa disfrutando de tenernos de nuevo, dando rienda suelta a nuestros deseos y pasiones.

A la mañana siguiente tenía mi cuerpo adolorido, por la extenuante actividad física del día anterior, así que tomamos un baño caliente en la tina que Eliot me preparó, el agua relajaba cada uno de mis músculos y sus manos los masajeaban ayudando a liberarme de la tensión.

Debía volver al trabajo así que me arregle y al salir del vestier, me torne agobiada pues no quería dejar a Eliot, tenía miedo de que el día anterior haya sido un sueño y al volver a casa no esté más, creo que mi cara reveló mis pensamientos pues Eliot se acercó a mí antes de subir a mi coche y luego de un casto beso dijo:

-No iré a ningún lado preciosa, seguiré aqui cuando regreses-

-Te amo- dije para luego devolverle el beso, acción que el contestó dándome una nalgada picarona.

No recordaba la última vez que me había sentido así, tan feliz, tan completa!

Que difícil fue concentrarme ese día en el trabajo, trate de cumplir con cada pendiente de manera ágil, solo quería volver a casa y ver a mi hombre.

Al final de la jornada salí directo a su encuentro, fuimos a hacer compras pues no acostumbraba a comprar mucha comida que se podría dañar en el refri, por no comer la a tiempo, paseamos a Lori en el parque y volvimos a casa.

Los días pasaban y esa era nuestra rutina, me encantaba pero a veces notaba algo distraído a Eliot, hasta la cena de ese día.

-¿Pasa algo? - pregunté

-Tengo que volver a sunnyside pronto- dijo levantando la vista hasta encontrarse con la mia

Ante mi silencio continuó

-Debo organizar las cosas allá si quiero venir, mi trabajo, mi casa, todo está allá Ana-

-Lo entiendo Eliot, solo tengo miedo de no verte más- confesé mi miedo

-No va a pasar pequeña, volveré tan pronto como me sea posible- me aseguró

Yo solo asentí y continuamos la comida en silencio.

En mi pecho había una enorme sensación de tristeza y la inseguridad de que estas últimas semanas hayan sido como un hermoso sueño que pronto llegaría a su final.

Eliot parecía notar mis miedos, esa noche dormí sobre su pecho y a la mañana siguiente cuando aún estábamos en la cama, mientras me abrazaba, su mano tomó mi mentón haciéndome levantar mi mirada.

-Te amo- me dijo de forma pausada

Luego acerco sus labios a los míos y los beso con intensidad, reforzando con esa acción las palabras que acababa de decir.

Mis labios recibían gustosos a los suyos, mis manos se aferraba a su cuerpo como queriendo quedar impregnadas de él.

Nuestro caricias no se detenían mientras comenzabamos a hacer el amor con avidez, él sabía como arrancar de mi esas oleadas intensas de placer hasta acabar con mi razón; esta vez era tierno y delicado en la forma en que me tomaba, mi orgasmo se acercaba...

-Ana mírame- me ordenó tranquilo

Fije mis ojos a los suyos

-Te amo- dije y me deje llevar por las corrientes qué se liberaban de mi sexo provocando en el también su liberación.

Continuamos en la cama un par de horas más antes de decidir comenzar nuestro día.

Diario de una confesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora