Capitulo 32

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Conduje mi coche siguiendo a los hombres hasta aparcar en un edificio bastante lejano a las oficinas.

Abandone mi carro y camine hasta el elevador donde me esperaban los hombres.

Al sentarnos en una de las mesas de la azotea un camarero nos acercó la carta y pedimos lo que comeríamos y quedamos solos los tres.

Philips comenzó a hablar de diversificar las inversiones, de asumir solo casos que dejen millonarios rendimientos y de abandonar el programa de asesorías pro bono que yo había instaurado desde el inicio.

Mi molestia iba aumentando a medida que el hombre hablaba y aunque hubiese disfrutado de callarlo e incluso irme del lugar, debía guardar respeto hacia el ya que era uno de los inversores del Bufete y perder su dinero sería algo que ni Paul, ni mi esposo pasarían por alto.

Eliot por su parte, también se notaba incómodo con lo que sucedía pero seguía la corriente.

Por suerte le entró una llamada a Philips que lo hizo dejar la mesa por un momento.

-Ana tenemos que hablar, en algún punto vas a tener que escucharme- cortó el silencio Eliot

-No me interesa- le mentí

-Se que no quieres hablar del pasado, pero por favor déjame explicar lo que pasó, Daniel me llamó ese día porque Maitte le contó sobre nuestra relación a su padre y este amenazó con retirar el dinero que había dado para sostener la empresa familiar si yo no volvía con Maitte, Daniel me obligo- comenzó a explicarse

-Eso ya me lo habías dicho hace tiempo- dije con desdén  -Además me cuesta mucho creer que un hombre como tú pueda ser obligado- basile

-Pero lo hizo, y aunque se me rompió el corazón tenía que dejarte- hablaba con tanta nostalgia que me empezó a doler el corazón

-Por qué te asociaste y aceptaste trabajar en el bufete- pregunté evadiendo lo demas

-Paul me buscó, y me presentó a Piero, no sabía que el Bufete era también tuyo, cuando entre a tu despacho y te vi, sabía que tenía que alejarme- sentía la sinceridad en sus palabras

- Pero cuando me enteré que estabas casada, no podía irme sin saber que de verdad eras feliz, que estabas con alguien que te merecía- continuó

-Cuando te iras entonces? - pregunté

-Ana se nota que no eres feliz a lado de Piero, elw ama al trabajo más que a ti y te conozco bien, se que no lo amas - confesó

-Esta bien, entonces si vas a quedarte toma tanta distancia de mi como te sea posible Eliot, no voy a dejar que arruines mi vida dos veces- esa definitivamente era la ira respondiendo por mi

Mi respuesta lo enojó, era obvio que estaba molesto; Philips volvió a la mesa con nosotros y comenzamos a comer en silencio hasta que su teléfono nuevamente nos interrumpió, gritó a quien sea que estaba detrás de la llamada.

-Debo retirarme, por favor disfruten la comlida- se disculpó antes de abandonar el lugar, no sin antes pagar la cuenta.

De nuevo solos, Eliot y yo continuamos comiendo en total silencio, hasta que puso su mano sobre la mía, en reacción yo levante la mirada hasta encontrarme con la de él.

-Te amo y se que tu también a mi- dijo susurrante

-Amo a mi esposo- respondí

-Ana, estas aguantando la respiración, apuesto a que tu corazón está acelerado y no veo a tu esposo por aquí para que estés así por él- decía mientras miraba al rededor

-Deja ya este jueguito tuyo- comenté retirando mi mano y levantándome de la mesa para caminar a la salida.

Tome el elevador y baje en búsqueda de mi auto

- Lo dejaré cuando admitas lo que sientes por mi- me reto, al alcanzarme cerca del aparcamiento

- Te amaba Eliot, más de lo que puedes imaginar y me rompiste el corazón, me mantuve en el anonimato por ti, pero luego presumiste a Maitte delante de todos y la desposaste, me fui para no saber mas de ti y Piero me acompañó por años, nunca me juzgo o tuvo que ocultarme, el cariño naturalmente surgió y luego nos casamos también, admito que quizá no lo ame como debería pero a ti, a ti Eliot te odio - confesé con los ojos aguados.

No podía quedarme un segundo más ahí o me iba a romper en llanto delante de él, intente abrir la puerta de mi auto pero Eliot lo impidió al poner una mano sobre ella.

-Dejame - ordene al voltear para ver de frente al hombre

-No! No volveré a dejarte nunca - respondió acercando su cuerpo al mio

-Esto es acoso - musite

-No si tu también lo quieres Ana- volvió a retarme acercándose más a mi

La ira en mi interior basilaba y tener a Eliot tan cerca no me dejaba pensar con claridad, eso quedó en evidencia cuando lo besé, lo besé con ganas, con anhelo y deseo, necesitaba sentir sus labios una vez más, no pude contenerme.

Después de unos minutos, justo cuando la respiración me faltaba, me separe de él!

Al alejarme note el desconcierto reflejado en su mirada combinado con una excitacion bastante evidente.

-No puedo hacer esto - dije y aprovechando que Eliot había quitado su mano de la puerta de mi coche, la abrí y me subí para irme.

No regrese a la oficina ese día pues no me sentía bien, habia perdido de nuevo contra ese hombre, le demostré que aun tenía poder sobre mi, que aun era capaz de desestabilizar mi vida y mi corazón.

El llanto se apoderó de mi con los recuerdos que brotaban de mi interior, pero los días siguientes aunque me encontraba con Eliot en el edificio, y trataba de evitarlo siempre, el lograba acercarse a mi con algún pretexto, su cercanía para mí era desafiante, sabía el enorme riesgo que corría al sucumbir ante ese hombre, pero el rencor que aún sentía por el era el freno ante mis sentimientos.

La reunión bimensual con los socios era en unos días y Eliot debía entregar su primer informe, el informe debía llevar mi aprobación antes, así que ese día ingreso a mi despacho con bastante seriedad, se sentó frente a mi y comenzó a explicarme el contenido de la carpeta que había ubicado frente a mí, su mano rozó la mía un par de veces y su mirada estaba fija en mis labios cuando hablaba, el sabía cómo alterarme con esos detalles tan mínimos, junte todas mis fuerzas para contenerme y al acabar de hacer la revisión (que debo admitir era perfecto ese informe) me pare de mi escritorio para ir hasta el archivador por unos documentos que debía entregarle.

Diario de una confesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora