Capitulo 30

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Piero se comportó frío y distante durante los días siguientes, producto del desacuerdo que tuvimos después de la junta de socios y de que después de eso, una noche tocó el tema de los hijos y aunque la idea no me espantaba, estaba segura de que aún no era el momento, menos con lo que esta viviendo en ese momento; mi esposo viajando frecuentemente a otro continente, yo estando a rebotar de trabajo y mi padre enfermo.

Esas razones a mi esposo parecieron resultarle pocas, lo que provocó nuevamente su disgusto; ese día no volvió a nuestra casa, cosa que nunca antes había hecho y me vi sometida a una preocupación insoportable que desencadenó más discusiones entre los dos hasta su viaje a Madrid.

...

Era lunes en la mañana, cuando llegue a mi oficina y Denisse me informó que Eliot se encontraba en mi despacho esperándome.

Tome aire y entre a mi oficina, ahí vi a Eliot con un traje a medida que le quedaba a perfecto, estaba de pie frente a una estantería viendo una foto de mi matrimonio que había tras ido conmigo desde España.

Se dio media vuelta para verme al percatarse de mi presencia, sus ojos eran dos témpanos de hielo que me sometan a ecrutinio.

-Buenos días Ana- me tendió su mano

-Buenos días Eliot, necesitas algo? - contesté

-Quería hablar sobre cómo vamos a organizarnos para dirijir el bufete, tu esposo me dejó en claro que trabajaría en conjunto contigo-

-No, a partir de ahora, solo me encargaré de los casos que he asumido desde mi llegada, eres el nuevo director así que no pienso interferir en tu cargo o tus potestades- dije con calma

Hablamos casi toda la mañana de algunos asuntos importantes de trabajo y como funcionaria todo mientras yo también me encontrara en esta sede, después de esa pequeña reunión no lo vi más, salvo por los pasillos o el ascensor donde me lo topaba algunas veces ya que su oficina quedaba a unos metros de la mía.

Habían pasado ya algunas semanas, Piero en solo había venido una vez desde que regreso a casa, lo extrañaba, aunque admito que con el trabajo casi siempre me mantenía entretenida y mis momentos libres los gastaba en casa de mis padres con ellos.

Con Eliot durante ese tiempo solo habíamos hablado cosas de trabajo y la verdad todo había transcurrido de una forma muy profesional, así que empecé a bajar la guardia, pensé que quizás no sería problema trabajar con él aquí; aunque yo aún tenía sentimientos por él, el día que vi a Maitte y a él, el día de su boda, decidí enterrarlos en lo más profundo de mi ser y continuar mi vida, así que ahora me recordaba a diario eso, lo mucho que sufrí por su culpa y que no debía confundir el trabajo con lo que este hombre con su sola presencia aún despertaba en mi.

Si, dije que baje la guardia pero yo aún luchaba internamente con todo nuestro pasado, solo que no permitiría que él lo notará y por supuesto Piero tampoco podía notarlo.

...

Era el día de mi cumpleaños así que me arregle con bastante esmero, en la oficina nadie tenía idea de que era mi día, sin embargo, como habían programadas algunas reuniones, sabía que no tendría tiempo de cambiarme ya que en la noche me vería con Lu, quien había viajado para verme, desde Nueva York y es que pese al paso del tiempo seguíamos siendo mejores amigas y tratábamos de encontrarnos todos los años.

Al entrar a mi despacho lo primero que vi fue un enorme arreglo de rosas rojas, su olor había perfumado toda la oficina, emocionada me acerque a revisar la tarjeta, "Feliz Cumpleaños Ana" decía, pero no tenía remitente, supuse que lo había enviado Piero, quien seguía en Madrid pero hablábamos a diario.

Durante todo el día mi esposo no me habló, ni me escribió algún texto, en el fondo esperaba que haya viajado para sorprenderme pero el día seguía avanzando y no sabía nada de él, a las 7 en punto retoque mi maquillaje, le envié un mensaje a Lu avisándole que ya iba en camino y tomé mi coche rumbo al restaurante donde la vería.

Al entrar me sorprendió ver todo decorado y varios rostros conocidos sorprendiendome con una fiesta, Lu corrió de primera a abrazarme, luego se le unieron mi mamá, mi papá que ya se sentía mejor, mis primas, mis suegros que habían viajado hace unos días, Max, Denise y varios de los socios del bufete; la verdad es que no me esperaba algo así, pero fue gratificante ver a tanta gente reunida por mi.

Entre la gente empecé a buscar a mi esposo, pero no aparecía por ningún lado así que le pregunté a Lu por él y me confesó que no lo había podido contactar, pero me animó a disfrutar de mi noche.

Después de la cena, empezó a sonar la música y los meseros empezaron a repartir los cócteles, momentos después los papás de Piero se fueron, ya que a ellos no les gustaba ese ambiente, decían que ya estaban mayores para esas fiestecitas.

Sentí vibrar mi celular, al ver la pantalla vi que es Piero así que contesto de inmediato alejándome del ruido.

-Hola amor, gracias por las rosas esta mañana estaban hermosas- saludo con cariño

-Ana, que rosas? - preguntó confundido

-No las enviaste tu? - devolví la pregunta

-Por qué te enviaría rosas? - soltó él con aun más desconcierto

-Olvidalo- respondí con algo de decepción

-Ana, creo que alargare mi estancia acá, la competencia está ganando terreno, debemos enfocarnos en mantenernos en la cima, así que también cancele nuestro viaje a Cancun para las vacaciones- Me informó directamente

-Me llamas hoy, a esta hora a decirme eso Piero? Que te pasa? - cuestione bastante enojada

-Ana siempre hablamos a esta hora, que tiene de raro? - dijo tranquilamente

-Es mi cumpleaños, no puedo creer que lo hayas olvidado, hasta tus papás vinieron a saludarme hoy y tu, mi esposo no solo lo olvidas, sino que también cancelas nuestras vacaciones y me lo dices como si no fuera la gran cosa- reproche

Estaba tan enfadada que termine la llamada de inmediato, Piero nunca había sido así de desatento en todo el tiempo que llevábamos juntos, siempre fue un romántico y dedicado esposo.


Diario de una confesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora