22: Matices rosas

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Kim Minjeong – 31 de octubre del 2024

Podía sentir como mi garganta poco a poco se cerraba, miré mis manos percatándome de las delgadas líneas negras que sobresalían. Los ojos de los licántropos estaban traspasándome y maldije por dentro, ahora tendría que explicar lo que tanto había evitado.

—Minjeong ¿qué carajos? —pronunció la alfa parándose de golpe.

Froté mi rostro con una de mis manos, para mi suerte ya había regresado a la normalidad. Pero de nada servía, fui descubierta.

—Como lo explico —dije rascando mi cuello— mi sangre es verbena.

Tal vez estaba revelando demasiada información con simpleza como si no fuese gran cosa, pero claro que lo era, llevaba viviendo 230 malditos años sufriendo esta condición, maldición o lo que fuera. Pero no planeaba dar explicaciones sobre ello, no cuando era algo que atormentaba mi mente, y apretaba mi corazón haciéndome revivir momentos horribles.

—¿Tu causaste la muerte de todas esas personas? —la voz de aquel hombre salió temblorosa.

Abrí ligeramente mi boca, intentando controlar mi impulso de plantarle un golpe por decir tal estupidez, incluso la mujer de ojos morados parecía perpleja. No podía culparla, yo también lo estaría.

—¿Qué? No, claro que no —espeté cruzando mis brazos.

Con desconfianza Jimin volvió a sentarse junto a mí, sus lindos orbes morados estaban atravesando como dagas mi piel.

—Antes que nada, deben saber que la verbena es un veneno, no un virus, y es extremadamente mortal para seres como tú y yo —respondí, haciendo una pausa sin apartar mis ojos de la loba— el problema aquí es que solo una bruja podría crearlo...

La mirada de la alfa fue al suelo, para luego mover su cabeza de un lado al otro negando lo que acababa de escuchar.

Ojalá mi mente estuviera tranquila como las palabras que salían de mi boca, pero estaba bastante aterrada, porque hasta donde todos sabíamos las brujas dejaron de existir hace mucho tiempo, y lo sabía porque fui yo quién asesinó a la última sobreviviente de la guerra por la corona...

—Pero, si las brujas están extintas desde la guerra —mencionó Jimin en un casi susurro.

Nuestra atención se dirigió al hombre que me observaba con una evidente desconfianza, esbocé una pequeña sonrisa que pareció tomarlo por sorpresa. Adam aclaró su garganta cruzando sus brazos en mi dirección.

—¿Cómo sabes que es verbena? Pensaba que la líder vampira solo llevaba 250 años viva, la guerra fue hace trescientos años —el sujeto se puso en pie, caminando de forma nerviosa en la habitación.

—Sé que es verbena porque mi sangre la tiene —repetí intentando que ambos conectaran los cabos sueltos.

No me estaba haciendo la misteriosa pero cada maldita palabra sobre verbena solo me hacía revivir aquellos terribles días con esa bruja desquiciada...

En ese momento la loba se movió en su asiento para quedan de costado en mi dirección, su rostro palideció y me recorrió lentamente, como si buscara algo.

—Pero, mencionas que es mortal. ¿Tú también tienes los síntomas de Max?

La preocupación que reflejaban sus ojos me tomaron por sorpresa, incluso los latidos de su corazón latían acelerados, por algún motivo tuve el impulso de buscar su mano, extendiendo la mía, ella bajó su mirada hasta ella, aceptando mi gesto. Ahora sus dedos se enredaban con los míos.

No quería que se preocupara, tal vez pensó que moriría o estaba enferma, pero siendo honesta nadie pudo darme respuestas o una solución, solo aprendí a controlarlo, si ellos supieran...

Cruzada, Sangre y Luna [WINRINA 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora