1: Consuelo de luna

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Yu Jimin — 02 de octubre del 2024.

La oscuridad de la noche envolvía la casa con una calma reconfortante, mientras el suave murmullo de conversaciones familiares llenaba la sala de estar. Era martes, uno de esos días en los que nos reuníamos para compartir no solo la cena, sino también nuestros momentos y preocupaciones.

Mientras golpeaba mis dedos contra la mesa, escuchaba a mi hermano Wonbin hablar con entusiasmo sobre la maravillosa cosecha que habíamos tenido al finalizar el verano. Sus ojos reflejaban un brillo especial mientras describía el crecimiento de las uvas, la calidad del suelo y la anticipación del otoño.

—Creo que será un buen otoño, la producción se encuentra en su punto máximo, ¿tú qué opinas, Jimin? —preguntó el pelinegro, con un destello de orgullo en su voz.

Levanté la vista de mi plato y esbocé una media sonrisa, encontrando la mirada cálida y comprensiva de mi abuelo, quien permanecía en su silla favorita, observando la escena con serenidad.

—Creo que podríamos variar un poco el tema, Wonbin. Ya has abordado lo del viñedo en varias ocasiones. Dejemos al abuelo descansar de los negocios por esta noche —respondí con suavidad, tratando de desviar la conversación hacia otros horizontes, aunque sabía que el viñedo era una parte fundamental de nuestras vidas.

—Mi niña, deja a tu hermano. Si lo hace feliz hablar de sus uvas, entonces lo escuchamos —intervino el hombre mayor. No podía contradecir al anciano, era una de las personas más dulces que conocía.

Asentí llevando una pequeña porción de comida a la boca, aunque hace tiempo solo éramos los tres, intentábamos dejar las noches de martes y sábados para compartir un momento familiar, siempre nos reuníamos en casa de Suno, mi abuelo. Tanto Wonbin como yo teníamos nuestros hogares independientes, por lo que nos hacíamos un tiempo para dedicar al anciano.

—¿Qué les parecen los fideos con carne? —consulté animada. Esa noche me había tomado el tiempo de probar una nueva receta de fideos caseros con carne de res. La cocina era algo que solía mantenerme entretenida.

Vi a mi abuelo cerrar sus ojos mientras llevaba una porción de comida a su boca, como si lo estuviera disfrutando.

—Preguntas sabiendo que la respuesta siempre será —mi abuelo no dejó que el menor terminara su frase.

—Está delicioso, mi niña. Cada día cocinas más rico. Quien se case contigo tendrá la suerte de probar tu maravillosa comida —comentó finalmente mientras acercaba su mano a la mía y la apretaba en señal de aprobación.

En ese momento, oímos un sonido que...

Resonó en toda la casa, un rugido profundo que parecía penetrar hasta lo más hondo de mi ser. Cada fibra de mi cuerpo se tensó, y una ola de escalofríos recorrió mi espalda, erizando cada vello de mi piel.

Fue como si el sonido mismo tuviera garras, arañando mis nervios y llenando mi corazón de un temor indescriptible. Mis músculos se paralizaron, y mi respiración se detuvo por un instante, atrapada en el vacío de ese terror abrumador.

Giré para ver a mi abuelo, quien llevaba la misma expresión de terror. Podía notar una gota de sudor bajar por su arrugada frente. Lo siguiente que escuché fueron sus palabras, despertándome del trance.

—Jimin, ¡corre! —su voz salió como un delgado hilo a punto de quebrarse.

Me coloqué en pie, sintiendo mis huesos doler. Mi cuerpo transpiraba, intentando liberar cada espacio de adrenalina. Sin notarlo, me encontraba corriendo en el bosque, esquivando cada árbol que se interponía en mi camino. Ya no eran dos pies los que me llevaban, eran cuatro patas que dejaban grandes marcas por detrás.

Cruzada, Sangre y Luna [WINRINA 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora