Cruzada, Sangre y Luna [WINRINA 1]

37: Tormenta

Yu Jimin – 13 de diciembre del 2024 (+18)

Mis ojos estaban fijos en la vampira castaña. Parecía que aquel tema la ponía nerviosa, sentí como sobre el sillón buscaba mi mano, esbocé una sonrisa mientras entrelazaba nuestros dedos. Me sentía realmente alegre por tenerla de nuevo a mi lado, me sorprendía lo rápido que su cuerpo se recuperaba luego de un mes inconsciente.

No podía juzgar a Jessica por su insistencia en saber lo que había ocurrido, ya que la curiosidad y el deseo de entender también se apoderaban de mí, pero no quería presionar a Minjeong cuando era evidente su incomodidad, pero si queríamos ponerle fin al problema, era necesario afrontarlo.

—Cuando llegué en medio del bosque noté una figura, vestía un traje negro y llevaba una máscara de tela que solo me permitía ver sus ojos, fue allí cuando supe que se trataba de Hailee, sus ojos miel serían imposible de no reconocer —confesó mirándonos a cada una a los ojos.

Mi frente comenzó a transpirar, y mi respiración se volvía cada vez más pesada, el solo hecho de imaginar que la dañaban me llenaba de ira, quería destruir a la vampira que ahora resultaba ser bruja, por todo el daño que causaba, pero especialmente por dañar a la persona que quería.

Cerré mis puños intentando calmarme, pero mis uñas comenzaron a cortar la piel de mi palma, las mujeres en mi sala parecieron notarlo, especialmente cuando Giselle se colocó en pie y tomo asiento junto a mí, dejándome entre el medio de ella y Minjeong.

La loba castaña intentó tomar mi mano libre, pero esquive su agarre. Si me colocaba en pie y salía de allí sentía que abandonaba a la vampira en medio de su relato, pero si seguía allí me transformaría frente a ellas.

Aquella mujer había sido tan descarada visitando a la vampira en el hospital luego de que ella lo ocasionara, y haciendo sus malditas insinuaciones, quería destruirla.

—Jimin debes calmarte —pidió Gigi con seriedad. Tragué fuertemente esforzándome por controlar mi respiración.

—Es difícil —hablé utilizando mi voz de alfa. Mi animal interno luchaba por salir, mis huesos comenzaron a doler y fue inevitable que mi transformación ocurriera.

Me sentía aturdida, y atrapada dentro de la sala, todas me observaban, las vampiras con una pisca de miedo, sabía que mi forma animal podía verse intimidante por mi gran tamaño.

Sin querer con un movimiento de mi cola tiré el plato de carne que Giselle había estado comiendo, mis torpes pasos golpeaban con todo en el lugar haciéndome sentir aún más aturdida.

—Mi comida idiota —espetó Giselle.

La vampira me observaba con curiosidad estudiante cada parte de mi cuerpo, me sentía expuesta, noté como se colocaba en pie acercándose cuidadosamente a mí. Retrocedí hasta que choqué contra la pared sin lugar a donde ir. Mi loba quería acurrucarse a su lado y protegerla, bajé mi cabeza hasta la altura de su mano, sintiendo como su frio tacto chocaba contra mi pelaje negro haciéndome soltar un pequeño chillido.

—Mi vida sé que estás enojada y probablemente quieras atravesar esa puerta para arrancar la cabeza a Hailee, pero debemos trabajar juntas ¿sí? Estoy bien ahora, y contigo, es lo único que nos debe importar, tu loba es realmente hermosa, por cierto —sentí como mi corazón se inundaba de calidez por sus palabras, ya no entendía si los apodos los usaba porque sí o solo para cuidar las apariencias, luego se lo preguntaría.

Algunas caricias continuaban allí, y sentía como mi respiración se normalizaba volviendo a mi forma humana. Claro que olvidé el pequeño detalle de la ropa, me encontraba desnuda frente a todas allí.