34.1 Entre pinos y nieve

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Kim Minjeong – fecha indefinida

Llevaba días merodeando ese enorme bosque, no era el de Sherwood. Sus especies vegetales eran de una hoja más gruesa, y la nieve tragaba mis pies. Intentaba rodear cada pino con la esperanza de encontrar algo al otro lado. Pero era inútil solo había más y más nieve.

Mis pies iban descalzos, llevaba una especie de camisón que no lograba protegerme de las bajas temperaturas. Mi cuerpo no lograba controlar el calor corporal, por lo que cada paso era una agonizante tortura. Distraída tropecé con una enorme rama que la nieve había logrado ocultar. Caí contra el suelo golpeando mi cabeza con lo que parecía ser una roca. Mi vista se comenzó a nublar y lo último que logré ver fueron unas botas blancas.

Al despertar me encontré reposando cerca de una fogata en el interior de una cabaña de troncos marrones. Mi cabeza dolía fuertemente.

Miré a mi alrededor, tratando de entender dónde me encontraba. La cabaña estaba decorada con pieles de animales y objetos rústicos que colgaban de las paredes de madera.

Frente a mí, se encontraba una figura borrosa. Parpadeé nuevamente, enfocando mi mirada para descubrir quién era mi anfitrión.

—¿Estás bien? —preguntó con voz suave.

Asentí lentamente, tratando de recordar cómo había llegado hasta allí. Los recuerdos eran fragmentados como piezas de un rompecabezas sin resolver.

—Te encontré desmayada en el bosque. Pensé que no lograrías resistir el frío.

Las palabras de aquella mujer me hicieron recordar la caída, la sensación de la nieve contra mi piel y las botas blancas que se desvanecían en la distancia.

—¿Eres tú verdad? Aurelius —mencioné frotando mis ojos mientras la imagen de su rostro se volvía más clara.

La mujer frente a mí asintió con una suave sonrisa, y pude ver ese particular brillo en sus celestes ojos.

—Veo que aún me recuerdas jovencita, últimamente has estado metiéndote en problemas —respondió con calma mientras su voz resonaba en el espacio acogedor de la cabaña.

Mi corazón dio un vuelco ante su confirmación. Aurelius, la mensajera de la luz que había sido mi salvadora hace 230 años, cuando mi existencia estaba al borde del abismo, estaba frente a mí.

—¿Cómo llegaste hasta aquí? Mejor dicho, ¿cómo llegué yo aquí? ¿sabes dónde estamos?

Aquella mujer se recostó en el borde de la silla, mientras dirigía su atención al fuego que danzaba frente a ambas.

—Soy la guardiana de estos bosques, una guía para aquellos que se pierden en la oscuridad. Te encontré desmayada en la nieve y supe que necesitabas ayuda. No podía dejarte allí, a merced del frío y la desolación —explicó.

No lo entendía, ¿Qué tenía de particular este bosque? Aun no lograba ubicarme geográficamente. Tampoco lograba recordar que ocurrió antes de llegar aquí.

—Por las dudas reflejadas en tu rostro veo que tienes preguntas, adelante joven Minjeong líder de los vampiros —pidió dirigiendo sus ojos en los míos.

—Sí, tengo muchas preguntas...

Aurelius asintió, y sus labios curvaron en una suave sonrisa.

—Este bosque es más de lo que parece. Es un lugar donde convergen los caminos del destino, un refugio para aquellos que buscan respuestas y consuelo en medio del caos —dijo acomodando su cuerpo sobre aquel asiento.

—Claro, pero ¿Qué lo hace diferente de cualquier otro lugar? Allá afuera solo vi pinos y mucha nieve, nada especial —espeté intentando adivinar que quería decir con un refugio, ¿refugio de qué?

Cruzada, Sangre y Luna [WINRINA 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora