Junio trajo buenas noticias para los Böhen, ya que el nuevo tratamiento que Ruby había iniciado, dio los resultados esperados. Aunque la falla en su pulmón izquierdo persistía, iba disminuyendo gradualmente y los médicos no querían arriesgarse a darle el alta. A pesar de todo, ella se sentía mejor.
Las semanas de descanso que Azriel se tomó en su trabajo llegaron a su fin y regresó a su rutina en la empresa. En cierto modo era bueno, ya que le gustaba su empleo y ver al rubio con trajes elegantes mejoraba su día al cien por ciento –ese hombre es jodidamente atractivo– especialmente cuando se besaban en lugares donde no habían cámaras que les pudieran preocupar, como el ascensor o bajo las escaleras, como en el caso de hoy. Parecían un par de adolescentes hormonales, pero qué más daba, estaban tranquilos sabiendo que nadie los descubriría ¿Verdad?
De haber sabido que Emma los observaba, se habrían alejado de inmediato y por desgracia, no se dieron cuenta de su presencia. La rubia experimentó una profunda repulsión y una oleada de furia recorrió su cuerpo ante semejante escena.
Azriel se encontraba acorralado entre la pared y el cuerpo del CEO, quien colocaba sus manos a la altura de los hombros del castaño. Sus bocas parecían no querer separarse a menos que fuera en busca de oxígeno. Se alejó de allí rápidamente y esperó a Beaumont en su oficina, debían charlar sobre negocios.
El castaño jadeaba, la adrenalina corría por sus venas y sus ojos brillaban con deseo mientras observaba al rubio, que se encontraba a escasos centímetros de él.
—Sabes que nos pueden pillar, ¿verdad?— murmuró, con la voz ronca por la excitación. ¿Era peligroso? Demasiado, pero el CEO lo agarró a mitad de camino y no podía negarse, por suerte estaba en su descanso.
El rubio sonrió con picardía sobre sus labios, en un roce casi imperceptible, torturándolo.
—Si nos atrapan, que sea memorable— susurró, en un tono seductor .—Además, no pareces tener muchas ganas de apartarte.
El castaño tragó saliva, sintiendo como la calidez se extendía por su cuerpo. La mirada del rubio era una invitación irresistible.
—Me tienes acorralado— habló casi sin aliento. El rubio se apartó y retrocedió un paso, para provocarlo. El castaño, impulsado por la ardiente incitación, lo tomó por la corbata y lo atrajo hacia él, besándolo con pasión.
—Cariño, no hagas eso— le suplicó entre besos. —Tengo una reunión en 5 minutos y no puedo llegar con un problema entre las piernas.
El castaño lo observó con una mezcla de diversión y satisfacción —te lo puedo solucionar en tres y esta noche me lo devuelves— le guiñó un ojo y sin esperar respuestas, lo tomó de la mano para llevarlo hasta el cuarto donde guardaban los dispositivos que ya no servían.
En el caso de la señorita Lawrence, le incomodaron las miradas de lástima que recibió cuando puso un pie en la empresa. «La pobre joven que perdió a su bebé». No estaba del todo convencida de estar allí, pero era parte del plan inmiscuirse.
Rebecca la estaba volviendo loca. Pensó que bromeaba cuando mencionó que quería ver sufrir a Beaumont atacando su punto débil. A pesar de que no quería admitirlo, tenía envidia del chico, parecía buena persona, dedicado a su hermana y al trabajo, además de ser atractivo.
Lástima que ahora lo usarían para dañar a Vincent y no era su culpa haber caído en los encantos del rubio.
Minutos después, el recién nombrado ingresó a su oficina. Ella se levantó del pequeño sofá negro enfundado en cuero para saludarlo y lo que hizo la sorprendió.
La abrazó. Durante unos instantes sintió como la envolvía un calor que había extrañado junto a esa fragancia exclusiva. Sin embargo, recordó la escena de hace rato y palmeó su espalda para alejarse con una sonrisa fingida.
La invitó a tomar asiento y le ofreció algo de beber, se negó a lo segundo.
Vince adoptó una postura formal frente a ella, solo los separaba una mesa ratonera de vidrio que hacía juego con el escritorio principal —¿Cómo has estado? Juro por dios que intente contactarte pero…
Lo interrumpió negando levemente con la cabeza y sonrió —estoy bien no te preocupes. Han sido meses difíciles, no voy a mentirte, asistí terapia, intenté distraer mi mente con muchas cosas, pero— soltó un suspiro pesado —siempre estará conmigo ese día, esa sensación—. Aún se notaba el dolor en sus orbes azules.
—Si necesitas hablar o simplemente quieres que alguien te escuche, no dudes en llamarme Emma— suplicó con la vista —por favor hazlo sin dudarlo, sé que tenemos nuestras diferencias, pero aún te estimo mucho.
—Te lo agradezco y yo también lo hago— acomodó su cabello hacia atrás y se removió en el sofá. —Quiero hablarte sobre mi madre, sé que explotó contigo y me disculpo por ella, fue lo del acuerdo lo que la alteró, y no me agrada lo que hizo— el hombre asintió con la cabeza en silencio. —Nos encargamos del video y está fuera de Internet, no tengo idea de quién lo difundió, pero las personas tienen una idea errada de ti, en todo esto y me gustaría remediarlo.
—Lo aprecio y no tienes que hacer nada por mí. Supongo que estoy acostumbrado a que juzguen sin conocerme— observó sus manos unos instantes —pero está bien— alzó los hombros con indiferencia —¿Qué puedo hacer por ti?
—Entiendo que ha vencido el plazo de la cancelación del acuerdo y que ya no me corresponde nada de esta empresa, ni las innovaciones que mis padres te dieron, pero tú bien sabes lo que eso provocó, cierto desequilibrio en Wall Street y con los accionistas— de su bolso, sacó una tablet y comenzó a proyectar una serie de gráficos y datos en la pantalla que estaba detrás del rubio, quien volteó y se puso de pie. —Yo podría traerlas de vuelta, así que, me gustaría que consideres mi oferta— se mostraba tan segura y caminó hasta llegar al lado de Vince.
Admiraba la pantalla, la precisión en los gráficos, pero ¿a dónde intentaba llegar con esto? Los flashbacks del acuerdo agolparon su mente y para no sonar grosero, le dio luz verde. —Te escucho— se cruzó de brazos.
—Ser socia o accionista activa para BT, hará que alcance niveles más prestigiosos y con mis habilidades en relaciones internacionales y comercio, tengo lo necesario para que eso suceda— le enseñó un mapa del mundo que se iluminaba con los nuevos puntos de expansión de Tech.
Explicó más entusiasmada. —Imagina un socio potencial en América Latina como Argentina o tomar las riendas en el proyecto de expansión de redes que busca Nueva Zelanda y abrirse a la era tecnológica que cada vez nos sorprende más— posó una de sus manos en el antebrazo del CEO para que la mirara. —Los compradores buscan constantemente lo más reciente y solo tratarás conmigo, mi madre no se meterá en esto, será beneficioso para ambos— finalizó con una sonrisa.
Antes de que él pronunciara alguna palabra, ella le pidió que no tomara una decisión precipitada y se lo pensara con calma. Le deseó una buena jornada y se marchó, dejándolo confundido.
El tema del acuerdo prenupcial le dejó un sabor amargo, pese a que ella tenía razón sobre las inversiones y la situación del mercado, que era compleja. La competencia se hacía más fuerte y estaba a punto de cerrar un acuerdo por dos millones y medio de dólares en un proyecto de robótica que parecía ser prometedor y efectivo. Sin embargo, solo era un prototipo, ¿y si fracasaba? La nanotecnología y el 5G dieron frutos a los pocos meses, lo que era seguro.
Aun así, tenía una decisión difícil que tomar.
[...]
Cuando Emma abandonó el gran edificio, realizó una llamada.
–Lo hice, es evidente que aceptará.
–Bien hecho hija, ahora debemos reunirnos con Heller. Una vez que ingreses a Tech, será más sencillo, controlarás a Beaumont de cerca y yo me encargaré del muchacho, debemos ser cuidadosas.
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10:35 [BL]
Teen FictionEn una sociedad donde la homosexualidad sigue siendo mal vista, Vincent y Azriel, se encuentran cada noche, a las 10:35. Sin embargo, aquel refugio donde la calma les permitía expresarse sin miedo, se vio empañado por la incertidumbre cuando uno de...