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Los meses se pasaron volando, el aniversario de la empresa estaba cerca y el rubio cumplió su promesa. La menor de los Böhen, bajo el nuevo tratamiento en el hospital privado de la ciudad, se iba recuperando de a poco. Eso llenaba de alegría a su hermano, quien no le comentó mucho acerca de la ayuda extra que recibió.

La relación entre Vince y el castaño parecía avanzar a paso lento, marcada por el temor a los prejuicios del entorno. A pesar de la atracción mutua que sentían;

Miradas para nada indiscretas, donde las palabras sobraban

Roces accidentales, que de a poco iban subiendo de nivel, en el ascensor, la cafetería y hasta la oficina del CEO

Se veían frenados por la incertidumbre y el miedo a ser juzgados. Por lo que Vincent, le propuso que se vieran a escondidas.

Ese día, como cualquier otro en la empresa, Azriel se encontraba muy concentrado instalando el nuevo sistema de seguridad en la pantalla LED. En un momento, visualizó el reflejo de Beaumont recostado cerca suyo. Esperó a que otro empleado que iba caminando por ahí se alejara, para voltear a verlo.

-¿Me espías de nuevo?- dejó la tableta en una silla.

El rubio se acercó a paso lento con las manos en los bolsillos -no siempre lo hago- a lo que el castaño soltó una risita.

-Debo confesar que me gusta- habló seductor.

-¿Estás muy ocupado ahora?

-Me faltan tres de esas- señaló con la cabeza la pantalla.

-Y también una en mi oficina ¿no es así?

-Si, ¿por qué?

Sonrió internamente -quiero hablarte de algo. Cuando termines te espero allí, no te demores- le guiñó un ojo y se alejó.

Tal como lo prometió, minutos después, Azriel ingresó a la lujosa oficina. Le dedicó una sonrisa tímida al rubio, quien se encontraba recostado sobre su escritorio de caoba, a su espalda la luz natural se filtraba por los grandes ventanales, iluminando los muebles y las obras de arte abstractas que decoraban las paredes.

-¿De qué querías hablar?- Le preguntó el castaño en tono suave. El CEO, básicamente quería hacerlo suyo sobre el escritorio, pero movió la cabeza disipando esos pensamientos impuros. -No quiero interrumpir tus labores, así que cuando termines, hablaremos- respondió con voz ronca. El muchacho asintió, no tomándole mucha importancia y bajo la atenta mirada de Beaumont, se dedicó a su trabajo.

Iba de un lado a otro con la tableta, sus dedos danzando sobre la pantalla controlando que todo estuviera en orden.

Pero alguien ya no pudo esperar. «¡Hazlo!» le gritó su conciencia.

En un impulso, se levantó para acercarse despacio y el castaño observó con atención cada uno de sus movimientos. Le quitó el aparato de las manos y lo dejó sobre un sofá individual de cuero negro, que adornaba un espacio de la habitación.

Azriel retrocedió lentamente por inercia y su espalda chocó contra el estante de libros. La mirada seria de Vince, lo hipnotizó y la cercanía peligrosa en la que se encontraban sus cuerpos, lo puso nervioso.

Tragó saliva cuando el CEO acarició su mejilla en un gesto delicado, y sus ojos brillaron con deseo. El aroma a menta y esa fragancia exclusiva, lo envolvieron.

Su conciencia le gritaba que no podía permitirse este tipo de cercanía con él pero, Mierda, era imposible resistirse.

-Déjame besarte- le susurró, rozando sus narices

-¿Estás seguro? Alguien podría entrar- cuestionó en un susurro débil y Vince dirigió una de sus manos a la cintura del muchacho. Como su chaqueta estaba desprendida, le permitió meter su mano dentro de esta y sentir su piel por sobre la tela de su camiseta blanca. Azriel luchó para no jadear. Eso los acercó aún más, el CEO lo presionaba contra su cuerpo, enviándole chispas.

-Nadie va a molestar- murmuró, rozando el oído del muchacho. Sus labios, se dirigieron hacia su mandíbula, provocando un cosquilleo electrizante que recorrió su piel. Cerró los ojos y se permitió disfrutar, sintiendo la respiración del otro cada vez más cerca. Las manos de Azriel se aferraron al traje de Vince en una mezcla de deseo y nerviosismo.

Anhelaba sentir esos labios sobre los suyos, pero la boca de Beaumont se desvió hacia su cuello, donde mordiscos suaves y húmedos, lo desarmaron. Sus Jadeos lo delataron y pudo sentir como el rubio sonrió sobre su piel. La electricidad recorría cada fibra de su ser.

Sus manos hormigueaban por tocarlo más. Ansiaba sentir la textura de su piel bajo sus yemas, la calidez de su abrazo y la fuerza de sus manos. Se sentía tan bien e irreal al mismo tiempo.

Ambos sabían lo que querían.

Las caricias se intensificaron, y Azriel gimió, necesitando más. El rubio se apartó y lo tomó del brazo, para guiarlo hasta el gran sofá. Se sentó y el castaño se acomodó sobre él, creando un lento vaivén tortuoso. Sus manos se aferraron a la cintura del muchacho, presionándolo contra él con una posesividad que lo encendió. Sus caderas se movían al unísono, y Azriel ya no estaba nervioso.

Ahora él lo besaba; en las mejillas, el cuello y cuando quiso ir a sus labios, le corrió el rostro de manera muy evidente.

El más joven se acomodó a su lado, confundido y con la respiración agitada, creyó que la había cagado. -Lo siento, no quise...- habló, pero el rubio lo interrumpió.

-No, no fue tu culpa solo qué...

-¿Es muy pronto?- continuó queriendo entenderlo, pero estaba muy lejos.

Asintió sin saber qué decir. Pero la verdadera razón es que pensó en alguien más y sintió remordimiento.

Alguien que lo había besado en la mañana. Una joven y hermosa mujer llamada Emma.

El ambiente había quedado tenso, así que el CEO le habló de su propuesta. Verse en otro lugar, donde podrían estar cómodos, ser ellos mismos y pasar las frías noches juntos.

En el Loft. Pero al castaño no le agradó la idea de esconderse. Él aceptaba quien era, aunque tal vez debía tener paciencia con Vincent. Así que sin más accedió, no imaginando lo que eso implicaría.

De día en la empresa, actuaban como simple jefe/empleado. Y al llegar la noche, cuando el reloj marcaba las 10:35, se convertían en dos almas hambrientas por descubrir los secretos más profundos del otro, de explorar sus propias mentes y emociones. Azriel se sorprendió al darse cuenta de que Vince, no era solo un hombre de negocios ambicioso, sino también alguien vulnerable.

¿Por qué a esa hora?
Porque cuando se organizó la cena aniversario de la empresa, cerca de fin de año, cierta pareja se daba su primer beso en la azotea del edificio y a lo lejos se oía;

Todo lo que sé, es que son las 10:35
Y puedo sentir que me abrazas
apretándome

Todo lo que sé, es que son las 10:35
Y le agradezco a Dios que me hayas encontrado

A medida que pasaba el tiempo, su juego se transformó en una danza de seducción y confesiones, en la que ambos luchaban por mantener el control y al mismo tiempo ansiaban entregarse por completo. Sus corazones latían en medio de la intensidad y la complicidad que habían construido juntos.

Y el amor, aunque hermoso, también puede ser un camino traicionero.

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Holiiii, como están? Espero que bien uwu
No olviden dejar su estrellita si les está gustando esta historia♡

10:35 [BL] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora