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Otra ronda de café se impregnó en el aire mientras Beaumont se preparaba para iniciar su relato. Su mente viajó en el tiempo hasta el instante en que sus ojos se cruzaron por primera vez con los de Emma Lawrence.

Corría el año 2018, precisamente tres años atrás. La vibrante ciudad de Londres se convertía en el escenario del evento de renombre mundial, Techtopia, que convocaba a los principales líderes de la industria tecnológica. Organizado por la prestigiosa familia Lawrence, tenía como finalidad que sus expositores presentaran las más recientes innovaciones y debatieran acerca del futuro de la tecnología.

Vincent Beaumont, un CEO que ostentaba el título de uno de los más exitosos del momento, se encontraba en el evento con un objetivo claro; hallar una innovación tecnológica que impulsara a Business Tech a nuevas alturas. A pesar de su trayectoria en el mercado, con acuerdos fructíferos con jeques y figuras gubernamentales, Beaumont anhelaba un elemento que elevará a su empresa a una posición más ventajosa. Por su parte, los Lawrence se encontraban en la búsqueda de nuevas alianzas estratégicas, apostando por lo más destacado del mercado.

Al finalizar las presentaciones, su mirada recorrió el amplio salón y, sin pretenderlo, se posó por unos instantes en un muchacho muy apuesto. Su rostro serio y la postura de sus brazos cruzados tras la espalda transmitían una seguridad irresistible. Su cabello azabache, corto y peinado a la perfección, parecía sacado de una revista. El impecable esmoquin que vestía resaltaba su figura de manera admirable, provocando que la saliva se le acumulara en la boca. Incluso, tuvo que recurrir a un trago de su copa de champagne para disimular. Su corazón se aceleró cuando creyó que lo pilló, pero solo se había tratado de una falsa alarma.

¿Qué demonios le estaba pasando? ¿Beaumont admirando a un hombre, otra vez? Cerró los ojos unos instantes y respiró profundamente para calmarse. «Vamos, Vince, concéntrate. Busca una chica, la que sea. Dios, ayúdame», suplicaba mientras su mente era un caos. No era ni el momento ni el lugar para contemplar con otros ojos a los hombres del evento.

Como si el creador se hubiera puesto de su lado esa noche, una joven de rasgos finos y figura esbelta, lo cautivó.

¡Bingo!

Qué preciosa. Un elegante vestido rojo la distinguía; se ceñía perfecto a su cintura, dejaba al descubierto sus hombros y de corte acampanado se extendía hasta sus tobillos. Unas sandalias de tacón oscuro y un pequeño bolso del mismo color colgaba en su muñeca izquierda, completando el atuendo. Su cabello rubio y lacio, peinado con esmero, caía sobre su espalda.

Charlaba y sonreía de vez en cuando a sus acompañantes, ignorando por completo que la conversación giraba en torno a negocios. Su rostro lucía un maquillaje natural. Delicadeza la definía. De pronto, tomándolo por sorpresa, se le acercó con dos copas de champagne en cada mano, evidenciando la falta de disimulo por parte de Vincent.

La inquietud lo dominaba. Debió ser más precavido, pero ella no se mostró molesta, más bien intrigada. Aceptó la bebida y, mientras la degustaba, se presentó, dando inicio a una conexión inmediata. Lo que parecía ser el comienzo de una linda amistad que incluso llegó a ser algo más, se vio truncado por los negocios y ciertas incompatibilidades entre ellos.

Conversaron toda la noche sobre diversos temas, desde el arte, sus relaciones sentimentales que para casualidad ambos estaban solteros y hasta sus planes para el futuro, sintiéndose cómodos el uno con el otro como si se conocieran desde hace tiempo.

De un momento a otro, el señor Edward Lawrence, célebre anfitrión del evento, junto a su esposa, se acercaron a saludar y la joven los presentó con entusiasmo.

"Vincent, ellos son Edward y Rebecca Lawrence, mis padres"

El hombre de cabello oscuro con algunos mechones blancos portaba un fino traje y lo saludó con un buen apretón de manos acompañado de una sonrisa sincera.

10:35 [BL] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora