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Azriel

Azriel

Una vocecilla lo nombraba entre sueños. Murmuró palabras inentendibles y estaba por quedarse dormido cuando algo lo golpeó en el rostro, por lo que abrió los ojos sorprendido.

—¡Azriel!— su hermana habló más fuerte.

—Estoy despierto— saltó de la incómoda silla y se puso de pie.

—Hasta que me escuchas— le reprochó cruzándose de brazos —devuélveme al señor esponjoso— demandó y señaló el suelo. El feo peluche de conejo yacía a sus pies. Lo recogió y se acercó a la cama para dárselo.

—No me lo arrojes a la cara entonces — respondió frotándose el ojo.

—Te estabas quedando dormido y no quería asustarte —confesó con voz débil.

Sonrió levemente y se sentó en el borde de la cama, tomándole la mano. —Lo siento, solo descansaba los ojos unos instantes, ¿estás bien? ¿Necesitas algo?— preguntó con voz suave, luchando contra la somnolencia que lo invadía, a causa del constante y tranquilizador zumbido de la máquina.

Negó con la cabeza —estoy bien, solo fue un ataque de tos como los otros, pero estoy mejor.

El joven sintió una punzada de preocupación en el pecho. Era pasada la media noche cuando Ruby sufrió un horrible ataque de tos, incapaz de respirar. La maldita fibrosis pulmonar que la azotaba desde pequeña.

—Te ves cansado. Quiero que vayas a casa, a dormir cómodo.

—Ruby…

—Hazlo, por favor —lo interrumpió —en unas horas debes ir a tu nuevo empleo y tienes que estar atento para no meter la pata.

Apretó su mano suavemente —no quiero dejarte sola— fue lo que pudo decir, ocultando que en verdad tenía miedo.

—No estaré sola, Grace tiene doble turno y me cuidará, al igual que los demás doctores. Ve a descansar, por favor.

Suspiró y su pulgar rozó con delicadeza la mejilla de Ruby, contrastaba con la frialdad de las mangueras del respirador. —Está bien, me avisas cualquier cosa ¿de acuerdo? —murmuró, su voz firme a pesar de la angustia que lo embargaba.

La menor asintió con la cabeza y su hermano le acercó el celular hasta la mesita de noche donde había una jarra con agua y medicamentos. —Volveré antes del trabajo para desayunar contigo— eso la hizo sonreír.

—¿Y puedes traer esos panecillos de fresa que me gustan?— pidió entre susurros, ese era su secreto.

—Lo haré— besó su frente y se despidieron.

Al abandonar la habitación, soltó un suspiro pesado. Esta situación no le gustaba, y el tener que esperar más recaídas como esta, lo deprimía, pero así eran sus vidas.

Durante la madrugada, los pasillos del hospital estaban muy tranquilos y solo se oía el lejano bullicio de la calle. Antes de irse al departamento, se acercó a la estación de enfermeras, donde Grace tecleaba concentrada en la computadora.

Los Böhen la consideraban parte de su familia desde que ayudó a Ruby cuando se enfermó por primera vez, hace años.
Calaba en su mente, aquel día en que, desesperado, sostuvo a su hermanita en sus brazos y no respiraba. Desde entonces, un profundo vínculo se formó entre ellos.

Su cabello azabache, recogido en un moño alto y su infaltable uniforme celeste. Al verlo acercarse, dejó la pantalla y lo saludó.

—¡Azriel!, ¿ya te vas?

Se inclinó sobre la mesa alta, apoyando los codos y entrelazando los dedos. —Ruby me obligó a que durmiera en casa y, no voy a mentir, necesito mi cama.

Ella soltó una risa —te entiendo, puedes ir tranquilo, yo la cuidaré. Con la medicina que le suministramos mejorará, ya lo verás.

Asintió desanimado —¿crees que vuelva a ponerse así?

Se levantó de la silla al notarlo afectado —no quiero sonar muy dura, pero debes estar preparado para cualquier cosa. Sé que es difícil, lo veo todos los días, pero ella es joven y una luchadora, saldrá de esta no lo dudes.

Un nudo se le formó en la garganta, se tomó unos segundos para recomponerse y le preguntó acerca de la nueva medicación, que provenía de un laboratorio suizo.

“El pedido está hecho, solo queda esperar a que respondan. Podría tardar unos días”

Le agradeció y se despidió.

Al salir del hospital, una fría ráfaga lo envolvió. La calle estaba casi desolada y eso le dio calma. El viaje en bus hasta su departamento fue rápido, a esa hora no son muchas las personas que viajan.

Cuando llegó, se dio una ducha y se metió a la cama.

[...] 

Muy temprano, la molesta alarma sonó, obligándolo a abandonar su sueño. Se alistó con ropa informal, nervioso por el primer día en la prestigiosa empresa. Guardó el uniforme en esas fundas para trajes, ocupó sus bolsillos con lo necesario para afrontar la mañana y se dirigió a comprar el pedido de Ruby.

Una vez listo, se acercó al hospital y una mala noticia lo preocupó. La prueba semanal de espirometría de su hermana no arrojó los resultados esperados.

La jovencita estaba deprimida, así que con una sonrisa cálida intentó distraerla, contándole sobre el gato marrón que llegó al edificio y las expectativas en su primer día de trabajo.

Compartieron un desayuno tranquilo y Ruby estaba cansada, así que decidió dormir un poco. Dejó la funda de su uniforme sobre una silla, la arropó y le dió un cálido abrazo, donde ella le susurró “buena suerte”

Con la mente puesta en el trabajo, se apresuró a salir de la habitación, olvidando algo.

Una extraña sensación de vacío lo invadió al caminar por los pasillos. Revisó sus bolsillos y nada… Llegando a la parada del autobús, su reflejo en el cristal le confirmó lo que le faltaba.

Carajo

Se reprochó a sí mismo no haberse cambiado antes. Como si de un milagro se tratara, Grace lo esperaba en el pasillo, con el uniforme en manos.

—¡Eres mi ángel!— Le gritó a la chica antes de salir corriendo otra vez, a lo que ella lo observó con una sonrisa.

Perdió el autobús por cuestión de segundos y tuvo que esperar otros diez minutos en la soleada mañana. ¿Qué más le podía pasar?

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Holaaa, espero que disfruten de esta nueva versión como yo uwu. Comenten que les pareció♡♡♡

10:35 [BL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora