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Una semana había transcurrido con tranquilidad después del encuentro en el ascensor “solo para ejecutivos”. Aunque ninguno podía dejar de pensar en el otro, cada uno fue por su lado y se sentían extraños, como si algo estuviera a punto de cambiar en sus vidas.

Beaumont quiso saber todo acerca del muchacho y sí, parecía un acosador, pero solo tenía curiosidad o ¿era algo más?

Azriel se adaptó con éxito a su nuevo empleo. Le encantaba demostrar lo que sabía y aprender más de sus compañeros, aunque no todos le agradaban. Se lo contaba a Ruby, quien mostraba mejoras, pero también sufría recaídas en cuanto a su enfermedad.

Y como sus horarios casi no coincidían, de vez en cuando se encontraban por los pasillos o en el elevador y no cruzaban más que un cordial saludo.

O eso hasta que un día, cuando iniciaba otra jornada laboral para el castaño, recibió una llamada del hospital que lo hizo abandonar de urgencia la empresa.

Se disculpó con su jefe, quien entendió la situación y bajó corriendo unas cuantas escaleras. En el acceso principal, se chocó con Vincent, quien iba ingresando.

Lo observó preocupado —¿sucede algo?—. El muchacho estaba agitado y casi en shock.

—Es mi hermana— habló jadeando —debo ir al hospital.

—Te llevo— expresó firme, las reuniones de esa mañana podrían comenzar sin él. Lo sujetó del antebrazo con suavidad y lo guió hasta su Bentley Continental GT oscuro.

—Está en el hospital central— avisó y el rubio encendió el coche.

—Llegaremos enseguida, no te preocupes— habló intentando distraerlo. El muchacho frotaba sus palmas sobre sus muslos, se veía nervioso y Vince no quería abrumarlo.

—¿Quieres beber agua?— le ofreció una botella que tenía a su lado y negó —solo necesito verla, con vida— habló con voz temblorosa observando por la ventana y el CEO sintió mucha pena al verlo así.

El teléfono de su acompañante sonó y atendió —Grace estoy cerca solo, solo no dejes que se vaya así, por favor— suplicó, al borde de romperse a llorar y colgó el teléfono cuando llegaron.

Ambos bajaron deprisa y Vince lo siguió en silencio. Miradas curiosas se posaban sobre él, pues claro ¿qué hacía uno de los empresarios millonarios de la ciudad en el hospital público?

Subieron por las escaleras hasta el primer piso y en el pasillo,Grace le informó de la situación. Y por desgracia, no era buena.

Se quitó el barbijo para hablarle y reflejaba pesar —la medicina no le está haciendo efecto, estamos haciendo todo lo posible, pero necesita otro tipo de ayuda que aquí no le podemos brindar.

—No me hagas esto Grace, por favor— se tocó la frente en señal de cansancio —tienen que hacer algo por ella, solo tiene 16.

Lo observó comprensiva —lo sé Azriel, pero está delicada, agotamos todos los recursos y sus pulmones… rechazan esta medicina.

—Me dijiste que estaría bien— le apuntó con el dedo índice —que aguantaría unas semanas hasta que consiguiera el dinero para el nuevo tratamiento— su voz se iba quebrando. El laboratorio en Suiza acordó enviar la medicina, pero olvidaron mencionar que no lo harían gratis.

La enfermera pensó unos segundos antes de comentarle la cruda realidad —tiene una bacteria que complicó las cosas con la fibrosis.

Azriel quedó en silencio y dejó escapar unas lágrimas. Vince lo observó afectado, así que depositó una mano sobre su hombro, haciéndole saber que no estaba solo y el castaño le sonrió levemente. Luego miró de nuevo a Grace con una petición. Ver a su hermana, pero no se lo permitió porque aún la revisaban los doctores.

10:35 [BL] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora