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4 minutos.

Durante 4 malditos minutos, el corazón de Vincent Beaumont dejó de latir.

Y Azriel lo sintió, como una opresión en el pecho que le impedía respirar. Podía oír su voz, resonando tan nítida y cercana, como si estuvieran juntos en la misma habitación y no a kilómetros de distancia. Una lágrima rodó por su mejilla imaginando lo peor.

Pasadas las 5 am, un trágico accidente se cobró la vida de una joven llamada Katherine. Conocida por su temeraria actitud al volante, solía desafiar a la muerte en las carreras nocturnas, poniendo en riesgo su vida y la de los demás. En un instante, su mirada se desvió del camino hacia la pantalla de su teléfono móvil, lo que provocó que se impactara a toda velocidad, contra un bloque de cemento, perdiendo la vida en el acto.

La escena fue desoladora y la peor parte se la llevaron sus padres, al recibir la fatídica noticia. La ingresaron a urgencias, pero el pronóstico fue demoledor; muerte cerebral y múltiples contusiones, no había nada que los médicos pudieran hacer.

Sin embargo, algunos de sus órganos, como sus pulmones e hígado, no sufrieron lesiones de gravedad y podrían salvar vidas.

Ante la noble decisión de los padres de la chica, de donar sus órganos sanos para salvar a otros, una luz de esperanza se encendió para Vince.

Katherine es compatible con el CEO y el órgano estaba listo para trasplante, pero una complicación hizo que sus amigos se preparasen para lo peor.

En el Quirófano 3 la alarma sonó y los médicos se apresuraron a reanimarlo.

Desde un rincón, Vince observaba como el equipo médico se movía con determinación para salvarlo. Pero él no estaba listo, para irse ¿o sí?

Su madre lo tomó de la mano con ternura y le habló con suavidad —Mi Vince, ¿qué es lo que más anhelas cariño?

Tragó saliva con dificultad, su voz apenas un susurro entrecortado —No estoy seguro, mamá— tenía los ojos lagrimosos.

— Yo lo sé, hijo mío— le respondió con una sonrisa triste. —Solo falta que tú lo aceptes. Acéptate a ti mismo. Deberás luchar por él y por ti. No te rindas.

Y cuando estaban listos para declararlo, la máquina que monitorea el corazón del rubio registró un latido, luego otro, y otro más. Volvió a su ritmo normal y pudieron realizar el trasplante con éxito.

Horas después, lo trasladaron a una sala común donde durmió hasta el anochecer. Pero en su mente, una sola imagen lo perseguía

Azriel.

La necesidad de verlo, de sentir su cercanía, era tan intensa que, abrió los ojos de golpe. Tardó en acostumbrarse a la tenue luz de la habitación, ¿dónde carajos estaba?

Movió sus dedos entumecidos, buscando ansiosamente un contacto que le confirmara que la pesadilla había terminado.

Sintió una aguja clavada en el brazo y percibió una mezcla de aromas en el aire, flores, café y ¿medicamentos?

Quiso carraspear, pero un tubo en su garganta le hizo tener arcadas y comenzar a ahogarse. La máquina que registraba su ritmo cardíaco hizo ruido.

Un rostro familiar se asomó sobre él, lleno de preocupación.

—Tranquilo, Vince— le susurró a la par que sostenía su mano. —Ya estás a salvo.

¿Se parece a Iván? ¡Es Iván!

Un doctor y dos enfermeras entraron a la habitación. Le pidieron que respire con tranquilidad y así le quitaron el tubo. En cuanto lo hicieron, inhaló y exhaló reiteradas veces, tosió y aclaró su vista.

10:35 [BL] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora