Capítulo 34

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Parecía que Daeron se había desaparecido viviendo en su romance inesperado con Lady Kenna, evitando a toda costa toparse con alguno de sus hermanos. Esto no sería para siempre, no con el rey Viserys recuperándose.

- ¿Puedo ayudar? - preguntó con voz tranquila -. Con suerte lo olvido.

Baela se alejó del espejo. Nunca había sido vanidosa, pero últimamente solía observar las cicatrices que habían quedado marcadas en su cuerpo. Sin olvidar mencionar claro, que su corazón sentía una contradicción entre lo que era correcto y lo que deseaba.

- No, está bien. Puedo hacerlo - sonrió con simpleza, pero Laena no le creyó.

- Bueno. ¿Quieres que...?

- Laena, basta - respondió cortante.

La castaña no insistió, sabía que en momentos como esos lo mejor era no presionar a nadie. No estaba de acuerdo como las cosas se habían desarrollado, cierto era que nadie se había casado por amor... con excepción, tal vez de Jace y Helaena. Todos los matrimonios habían sido resultado de actos necesarios, como el suyo con Aegon, o el ya pactado desde hacía años de Luke y Rhaena, compromisos que habían resultado con fortuna. Le abatía pensar que Baela no iba a tener eso.

- Bien - sonrió débilmente.

- ¿Y los hijos de Vaemond? - preguntó cambiando el tema.

- Les cortaron la lengua como se ordenó, volvieron a su casa pero...

- Han perdido todo, por idiotas - Laena asintió.

Ambas hermanas arribaron hacia el salón principal, todo se veía preciosamente arreglado. Era un día estresante, Baela solo tenía un día para elegir un esposo y entonces todo acabaría.

- Hagamos un brindis - alzó su copa la Mano del rey -. Por el príncipe Daeron y Lady Kenna, para que los dioses bendigan pronto su unión con la llegada de un hijo.

Las personas aplaudieron efusivamente. Todos sonrieron hacia la pareja, pero Daeron parecía intranquilo. La única que sonrió fue Kenna.

- Un brindis - alzó la copa Larys Strong -. Por nuestros valientes príncipes que volvieron de una guerra y por la serpiente marina, que ha mejorado mucho gracias a las atenciones y cuidados de sus nietas - sonrió.

- Hipócrita - murmuró entre dientes Laena.

Las nombradas alzaron su copa con una sonrisa forzada. Había mucho que festejar, mucho que asimilar, todos se encontraban ahí porque la serpiente Marina también había logrado levantarse de la cama, luego de dos semanas de una lucha constante contra la fiebre.

- Hoy es el último día de Baela para elegir un esposo - murmuró Laena.

- No creó que Daemon lo permita - respondió Aegon, la castaña le miró seriamente.

- Puede ser un canalla todavía, pero no va a contradecirlo. No lo hará. Esta vez no está solo, no puede aceptar simplemente el exilio y Baela está decidida a aceptarlo.

Aegon la miraba fijamente.

- Te pidió que no intervinieras Erys - le recordó.

- A veces no hay opción y uno debe cumplir con su rol, pero si hay una oportunidad ¿no merece tomarla? - dijo hablando de todo corazón.

- No te corresponde a ti decidir eso, mi luna. No todos están listos para aceptar el peso de sus sentimientos. A mí me sigue costando trabajo - respondió.

Laena asintió, lo sabía. No eran tan diferentes en ese aspecto.

Ambos compartían el defecto de guardar sus emociones. Observó a Aemond mirar sutilmente a Baela que conversaba con Ser Rickard.

Hurricane || Aegon Targaryen || Laenaerys Velaryon  💖🐉Donde viven las historias. Descúbrelo ahora