Capítulo 12.

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No había podido dormir pensando en Laena, ni siquiera había podido acostarse con nadie después de ese beso. Se sentía culpable, no tenía la intención de besarla pero dioses, no podía sacarse de la mente el sabor de sus labios, el olor a rosas, la curvatura de su cintura moldeada de manera perfecta a sus manos, no podía olvidar su respiración acelerada. La forma en que colocó la daga en su cuello, la forma en que lo miro como si no hubiese nada más que frío en su interior. 

Era peligrosa, muy peligrosa para él. 

O tal vez él fuera peligroso para ella si no conseguía sacarla de sus pensamientos. 

—Aegon— su madre irrumpió en su habitación sin tocar, como siempre. 

—Buenos días también para ti madre, ¿cómo estás el día de hoy? —pregunto sonriendo. 

—No estoy de humor para tus juegos, escúchame bien lo que te diré.—dijo acercándose a él. —Te vas a sentar enseguida de tu hermana y la vas a cortejar. Y no es una pregunta. 

—No haré tal cosa— dijo molesto. 

—Tienes que hacerlo Aegon, ¿quieres que se case con Jacaerys? —le preguntó. —Sería una aberración, no puedes ser tan egoísta. 

—¡¿Y tu sabes lo que mi hermana quiere?! — excepto. 

—Helaena no sabe lo que quiere, ¿cómo podría? mi pobre niña no entiende el mundo que la rodea. 

Aegon tuvo que morderse la lengua para no gritarle que su hermana no era una estúpida, que dejara de tratarla como si lo fuera, como si no supiera que pasaba alrededor, Helaena sabía más que cualquiera de ellos. 

—No me casaré con ella, no haré eso y si quieres la puta corona dasela a Aemond. Aunque estoy seguro que no eres tú la que desea esta mierda. 

—Aegon— su madre le miró con ojos cristalizados. —Solo quiero protegerlos, no soy yo la que te está poniendo en esta situación, es tu nacimiento. Tu eres un varón, todos lo saben, solo tu no quieres aceptarlo. 

—No le quitaré el trono a mi hermana. —dijo tajante. 

Aegon tomó su capa negra y salió de su habitación dejando a su madre ahí, con la palabra en la boca. 

Cuando salió se topó con Otto, la mano del rey. 

—Aegon— dijo tomándolo con fuerza por el brazo. 

Él le miró desafiante, con el coraje acumulado en su interior, se quitó la mano de encima. 

—Ya no soy un niño y no tengo miedo. Si vuelves a tocarme voy a olvidar que eres el padre de mi madre. 

—Así que crees que ya eres un hombre. — dijo Otto con voz cansina. —Cuando tengas que empezar a tomar decisiones como uno, lo veremos. 

Aegon no respondió. Se alejó de inmediato de ahí, necesitaba una copa de vino. Necesitaba alejarse, necesitaba explotar todo lo que se estaba acumulando en su interior, cada día era más y más lo que guardaba que no sabía hasta que punto podría con ello. 

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—¿Puedes creerlo?— le preguntó a Kenna. 

—¿Qué celebren tu onomástico por siete días? Puedo creerlo, eres la nieta del rey. 

Laena ni siquiera sonrió, siguió su camino con Lady Kenna a su lado. 

—No importa eso, la gente se muere de hambre aquí y mientras eso sucede, la reina comienza una subasta de solteros ¿a eso se dedica? 

—Estas enojada. — dijo su amiga como si no fuera algo obvio. 

—Kenna,— la miró fijamente—el pueblo no debe desatenderse, volví y esto no ha mejorado, luce peor de lo que recordaba. 

Hurricane || Aegon Targaryen || Laenaerys Velaryon  💖🐉Donde viven las historias. Descúbrelo ahora