Capítulo 31

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— ¡Wow! Excelente, Baela — dijo Ser Rickar.

El ave seguía tomada a su antebrazo con las alas extendidas de manera triunfante.

— Cada día es más fácil — sonrió.

Con mucho cuidado tomó al halcón para posarlo nuevamente sobre la madera, este movió su pico hacia ella haciendo ese sonoro sonido que le ponía los pelos de punta.

— Basta, me dejarás sorda — murmuró acariciando su cabeza.

El halcon guardó silencio enseguida, ella le dio un trozo de pan.

— ¿Quieres intentar con el Águila de nuevo? —  preguntó Ser Rickar.

Baela miró con desconfianza al enorme ave, pero después asintió con la cabeza. El Águila había sido su reto más grande, pues se resistía con fervor a domesticarse, otros cazadores habían dicho que debía dejarse libre o sacrificarse, pero ella se había rehusado, no había nacido animal que la hiciera retractarse de algo.

— ¿Segura princesa? — murmuró uno de los mozos.

— Si, ¿qué es lo peor que podría suceder? ¿Qué me despeine de nuevo? — pregunto colocando nuevamente sobre las muñecas de sus brazos pulseras de cuero gruesas.

No era la única en el campo de entrenamiento, nuevamente Ser Criston y Aemond habían regresado a su rutina diaria, junto a Ser Gwayne el hermano de la reina que se les había unido al igual que el príncipe Daeron y del otro lado, como cada mañana el príncipe Jacaerys escuchaba a su esposa leerle poesía, sentados juntos debajo de un gran árbol que les cubría de los pequeños rayos del sol.

— Es increíble — murmuró Maris con una sonrisita.

Alicent no pudo evitar suspirar quince días de su presencia y la chica Baratheon estaba por volverle loca, no la soportaba pegada a sus faldas la mayor parte del día, en realidad prefería más pasar tiempo con su sobrina lejana Lady Kenna, que ella.

— Lo es, se ha esforzado mucho en su entrenamiento — aseguró.

Aunque estaba un tanto sorprendida por lo que veía. Nunca le había gustado mucho la violencia, por lo que los torneos y entrenamientos no eran su mayor afición; pocas veces se había mostrado interesada en esta clase de actividades rutinarias en vivo y directo, pero sus hijos realmente eran muy buenos con una espada.

— ¿Cuándo será su boda, Lady Kenna? — preguntó Maris con tranquilidad.

— No se ha definido, por favor llamame Kenna, para que pueda llamarte Maris — pidió con amabilidad.

— Muy bien, es que bueno, debe ser extraño que el hijo menor del rey se case cuando el segundo no lo está — murmuró.

Kenna miró a Alicent, esta tuvo que poner una media sonrisa en sus labios.

— Aemond no está comprometido y no sé si lo estará pronto, la situación de Lady Kenna y el príncipe Daeron es diferente — dijo con ese tono de reina que solía utilizar cuando quería hacer callar  a una persona.

— ¿Diferente, cómo? — preguntó con inocencia, Kenna le miró de mala gana.

— Amor — dijo Kenna ayudando a la reina. — Las cosas con amor funcionan más rápido de lo que pensamos, más rápido de lo que esperamos.

— Claro, he notado lo muy enamorado que está el príncipe Daeron de ti — sonrió la Baratheon con condescendencia haciendo sonreír a la Tyrell con falsedad. — Aunque, bueno, así es más complicado estar cerca ¿no lo crees?

Ambas mujeres entendieron lo que aquel comentario significaba, poner en duda el honor de una doncella era una de las cosas más bajas que podía hacer otra mujer. Sin embargo a Kenna eso no le movía ni una pestaña.

Hurricane || Aegon Targaryen || Laenaerys Velaryon  💖🐉Donde viven las historias. Descúbrelo ahora