Capítulo 36

1.1K 136 88
                                    


Aemond había estado buscando de nuevo a Baela por toda la fortaleza y una vez más no la encontró ahí.

— ¿Dónde está mi esposa? — cuestionó a Enid Strong, quién le miró con cierta alevosía.

— Buenos días también para usted mi príncipe, ¿no debería saberlo mejor que yo? No soy dama de la princesa Baela — respondió con amabilidad.

Aemond soltó un bufido de irritación, esa no era la respuesta que esperaba. Pero si la dama de Rhaenyra no sabía es porque nuevamente había salido.

Avanzó por el pasillo, que vergüenza pensó de sí mismo. Buscando a Baela como un cachorro, pero detestaba aún más la idea de seguir escuchando los rumores a su espalda.

— ¿No es gracioso cómo cambiaron los papeles? — Aemond se frenó de golpe, miró a Laena con su arco y flechas en la mano, sentada en el sillón.

— Laena. No se a que te refieres — dijo mirándola con curiosidad.

— Antes yo iba corriendo tras de ti por toda la fortaleza y ahora eres tú quién está persiguiendo a alguien — sonrió.

Hace mucho no hablaban, de hecho se sentía un poco extraño pero no diferente. Solo era Laena, su cuñada quién por cierto, le conocía bien.

— Mjm — Aemond negó con la cabeza. Laena se puso de pie —. No la estoy persiguiendo, solo la busco porque se comporta de manera inapropiada, puede hacer lo que quiera pero es mi esposa.

Su sobrina soltó una risita que lo hizo sentirse aún más patético.

— Si la conoces realmente sabes que no está ahí haciendo nada indecoroso. Ella es maravillosa, sé que eres capaz de apreciar su valor por qué la amas.

Aemond dió un paso hacia atrás, las palabras de Laena eran como un golpe para él. Nunca nadie había hablado de amor en voz alta, específicamente su amor.

— No la amo. Aceptamos un matrimonio por conveniencia por culpa de Viserys, es arrogante, terca, no escucha a nadie y le gusta ir a las tabernas de la calle de seda a bailar como una cualquiera, compitiendo con los capas doradas y coqueteando con los mozos de cuadra.

— Y eso te vuelve loco, por qué quieres exclusividad. Quieres mantenerla encerrada en su habitación contigo dentro ¿no?

— No. No es eso. No la veo de esa manera, Laena, no es más que una obligación.

— ¿Sabes? Aunque cambiamos sigues siendo transparente ante mis ojos, pero está bien si no quieres admitirlo. No sería infiel incluso si tú eres la persona más ermitaña del mundo, no te haría eso a ti.

Aemond la miró con extrañeza y molestia. Detestaba que Laena sintiera derecho a encarar a las personas con sus sentimientos, como si ella tuviera algún control sobre ellos.

— Siempre crees saberlo todo, pero a veces no sabes nada — escupió.

Laena asintió débilmente.

— Puedes decir que consumaste el matrimonio por obligación, pero nadie qué no se gusté un poco disfruta de la manera en que lo hicieron — quizá hizo una mueca porque Laena puso los ojos en blanco y dijo: — Por todos los dioses Aemond, se escucharon en toda la puta fortaleza.

Sin poder evitarlo rió, caminando hacia la puerta y por un instante Aemond sintió que sus mejillas podrían haberse sonrojado, patético.

— Me iré a entrenar un rato, si la encuentras dile que la estaré esperando — sonrió.

Él se quedó ahí, de pie. Pensando, nunca había escuchado su corazón, de hecho muchas veces había olvidado que tenía uno o quizá su corazón estaba en su orgullo, no lo sabía. Solo sabía que algo había cambiado dentro de él.

Hurricane || Aegon Targaryen || Laenaerys Velaryon  💖🐉Donde viven las historias. Descúbrelo ahora