Capítulo 39

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Laena pasó la llama de sus dedos por el suave dosel de la cuna, lentamente sintiendo la frialdad del material dorado. Miro cada detalle de la sábana traslúcida que colgaba de cadenas igual de doradas sobre la cuna, sintió ese vacío en el pecho nuevamente que la hacía contener la respiración por un instante.

— Mi princesa — la llamaban, pudo notar la duda en el tono de voz.

Laena no volteo de inmediato, tardó unos buenos segundos más en darse la vuelta despacio hacia ella.

— ¿Te ha mandado mi madre a asegurarte de que no me haya cortado las venas, tía Ellinda? — preguntó con un poco de frialdad.

— ¡Oh, por todos los dioses princesa Laena — dijo exaltada con una mano sobre su pecho y la mirada de horror — ¿Cómo puedes decir eso? — la regañó.

Si hubiese sido otra persona en ese momento Laena la habría llamado altanera, pero era Ellinda Massey. Tenía derecho, ella le había visto nacer, ella y Enid Strong habían sido quiénes la habían envuelto según su madre en sábanas doradas cuando nació, Ellinda era quién cubría sus travesuras de niña.

— El color favorito de Harwin era el dorado, todavía puedo recordarlo con su larga capa. — murmuró alejándose de la cuna.

Ellinda le miró con pena, ella odiaba recibir esa clase de miradas. Laena apretó los labios por un pequeño momento para después tragar saliva.

— No te preocupes por mí, aún tengo cosas que hacer aquí, personas de las cuales encargarme y algunas que cuidar — le sonrió débilmente.

Pero sabía que su falta de sensibilidad no era lo que tenía perturbada a la doncella de su madre, sus ojos apenas y se atrevían a verle a la cara.

— Princesa, los cuidadores de dragón quieren saber si...

— Si — la interrumpió. — Que se lleven el huevo de aquí, necesita estar en un lugar seguro dónde lo cuiden bien. Debe estar en un lugar caliente.

El huevo de color perlado brillaba con pequeños detalles dorados, Laena y Aegon habían coincidido que ese era el huevo perfecto para la cuna de Aerya. Pero Aerya ya no estaba, solo era un sueño que había terminado.

— Princesa, ¿Quieres que hagamos algo con la cuna? — preguntó suavemente Ellinda.

Su corazón lo sintió como un golpe, volvió a mirar la pequeña cuna vacía donde habría velado los sueños de su hija, donde habría descansado entre ratos porqué sin duda alguna Laena no la habría soltado nunca, la mantendría pegada a su pecho, seguramente acariciando sus cabellos y aspirando su aroma a bebé. Si lo pensaba la cuna no habría hecho mucho por ellos; podía imaginar a Aegon con ella en sus brazos, no la hubiese soltado ni un instante y estaba segura de que la tomaría de ahí sólo por el placer de contemplar su pequeño rostro, porqué definitivamente él sería esa clase de padre. Ella lo sabía.

— No la muevan de aquí, volveré — dijo con firmeza volviendo su mirada hacia ella, pudo ver a Aegon de pie en la entrada de sus aposentos, mirándola con atención —. En unos días estaré bien, el príncipe Aegon y yo podremos intentarlo de nuevo.

La doncella abrió los labios con cierta reticencia pero no dijo nada, Laena se mostró indiferente a sus preocupaciones. Ella no quería suplantar a su bebé, los dioses lo sabían. Amaba a Aerya, la extrañaría toda su vida entera... Pero tenía un deber con el reino, ¿No era para eso que se había preparado toda su vida? Estudiar, entrenar, vengarse, casarse como dictaba su deber y cumplir con su rol de princesa, sin embargo algunas cosas no le habían salido muy bien. Había fallado en una, tal vez una de las más importantes.

— Laena — dijo Aegon.

Ellinda sabía que sobraba en esa habitación. Hizo una inclinación con su cabeza y se marchó.

Hurricane || Aegon Targaryen || Laenaerys Velaryon  💖🐉Donde viven las historias. Descúbrelo ahora