One

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Me levanté con toda la pereza del mundo, sin ganas de ir a estudiar. Aunque ya estoy en mi último año de escuela, es lo único que me mantiene con cierta motivación.

Me bañé, me cepillé los dientes y me puse el uniforme. Apenas me maquillé, ya que no nos permiten usar demasiado en el colegio.

—Hola, mamá —saludé mientras me sentaba a desayunar.
—Buenos días, Lily. Termínate todo el desayuno —me dijo, tomando su bolso para irse a trabajar—. Adiós, pórtate bien en la escuela. —Me dio un beso en la cabeza.
—Está bien, mamá. Que te vaya bien.

Como todos los días, ella se fue a trabajar. Es enfermera y tiene turnos muy largos. Le toca esforzarse demasiado porque papá se endeudó con las apuestas en el casino. Ahora está desempleado, además de tener problemas con el alcohol.

Seguí mi rutina de siempre: caminar hasta la escuela. Prefiero hacerlo así; no me gusta tomar el autobús después de algunas malas experiencias en los últimos meses.

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—¿Lily podría pasar a resolver el ejercicio matemático? —preguntó el profesor.

—Sí, señor —respondí con nervios, poniéndome de pie.

“No puede ser… ¿por qué yo?”

Tomé la tiza, pero mi mano no se movía. Ni siquiera sabía por dónde empezar. Sentía que me invadía la ansiedad y mis manos temblaban.

—Debería reprobarla de una vez, profesor —dijo So-ha con una sonrisa burlona.
—Señorita So-ha, haga silencio —la reprendió el profesor con la regla en la mano.
—Profesor, yo quiero resolverlo. Déjeme intentarlo —dijo Jungwon, levantando la mano.
—Está bien, Jungwon. Pase al frente.

Él se levantó enseguida y yo regresé a mi asiento, aliviada por fin.

—Jungwon sí que te salvó esta vez —susurró mi amiga Su-jin.
—Sí… sentí que me moría ahí —dije, llevándome la mano al pecho.
—Deberías agradecerle —respondió mientras giraba su lápiz.
—Sí, creo que lo haré.

El resto de las clases pasó sin mucho cambio, aunque química y física fueron, como siempre, las peores para mí.

—Todos odiamos esas materias, son lo peor —se quejó Su-jin guardando sus cosas.
—La verdad es que sí —respondí haciendo lo mismo.

Vi a Jungwon salir del aula. Me apresuré y lo alcancé, tocando su brazo para llamar su atención.

—Jungwon —dije, mirando al suelo.
—Dime, Lily —contestó, mirándome directo a los ojos. Creo que sostuvimos la mirada por un par de segundos.
—Quería agradecerte por lo de matemáticas.
—No fue nada, me gustan las matemáticas —respondió encogiéndose de hombros.
—Sí, pero no tenías por qué hacerlo en mi lugar —agregué, bajando la mirada otra vez.
—Descuida, Lily, no pasa nada. Si algún día quieres, puedo enseñarte —sonrió, y vaya que tenía una sonrisa hermosa.
—Lo tomaré en cuenta, Jungwon. Bueno, me tengo que ir… nos vemos mañana.
—Adiós, cuídate —se despidió agitando la mano.

Jungwon siempre ha sido un buen chico. Es amable y gracioso, pero diferente a los demás. Aunque su familia es rica, no es mimado ni egocéntrico. Es inteligente, bueno en todo y hasta juega básquetbol.

—Me ofreció ayudarme en matemáticas… ¿no es muy amable? —le dije a Su-jin mientras salíamos.
—Más bien creo que le gustas —me respondió empujándome con el hombro.
—Claro que no, solo es amable —dije, tratando de convencerme a mí misma.
—Sí, claro… lo que digas —rió—. A propósito, ¿qué hay de tu hermano? Desde que se fue a Seúl no lo he visto.
—No ha tenido tiempo. Han pasado dos años y la universidad lo tiene ocupado… —no pude evitar pensar también en Jake.

En ese momento, los padres de Su-jin llegaron por ella. Se despidió y subió al auto.

Yo, en cambio, seguí pensando en Jake. Se fue junto con mi hermano a Seúl a estudiar química y física. Siempre ha sido brillante. Lo que nadie sabe —y nunca sabrá— es que Jake fue mi primer y único amor.

Al llegar a casa, encontré a papá poniendo la mesa. El olor de la comida llenaba la sala; al menos en eso había mejorado.

—Hola, papá —saludé.
—Ve a cambiarte y bajas a comer.
—¿Y mamá?
—Hoy tiene un turno largo, así que cenará más tarde.

Subí a mi habitación, me cambié y bajé rápido. Tenía mucha hambre. Almorzamos juntos, aunque después papá salió, como siempre. No me sorprende: todas las tardes desaparece y regresa en la madrugada… o al día siguiente.

Más tarde, ordené mi cuarto, puse música y empecé con mis tareas. Me va bien en casi todas las materias, menos en matemáticas, química y física. En inglés, en cambio, soy de las mejores.

Cuando menos lo esperé, ya había oscurecido. Escuché a mamá llamándome desde la cocina.

—¡Lily, baja a cenar ahora! —gritó, pero sonaba alegre.
—¡Ya voy, mamá! Estoy terminando la tarea.
—Baja ya, te tengo una sorpresa.


Primer capítulo chicas, qué les parece?

La Excepción - Sim Jake Donde viven las historias. Descúbrelo ahora