Caminar por la universidad de la mano de Jake era tan emocionante como aterrador. El aire fresco de la mañana rozaba mis mejillas, y podía sentir las miradas curiosas de los estudiantes que pasaban a nuestro lado. Cada paso parecía anunciar al mundo que él y yo éramos algo más que amigos.
—¡Te veré en el receso! —dijo Jake con esa dulzura que siempre me derretía.
—¡Estaré en la cafetería! —respondí, sonriendo mientras mis mejillas se encendían.
Se inclinó lentamente y me dio un beso corto, casi un roce, antes de alejarse por el pasillo. A cada paso volteaba a mirarme, como si algo dentro de él quisiera quedarse un poco más.
—¡Ya vete! —reí, mordiéndome el labio inferior para disimular la sonrisa boba que me provocaba.
Las clases pasaron con la rutina de siempre. En una de ellas nos habían pedido buscar una receta especial de la infancia para transformarla en un plato más elaborado. Mientras revisaba mi cuaderno, intentaba recordar cuál de las recetas de mamá podría servirme. Me prometí llamarla después para preguntarle, porque la sola idea de volver a esos sabores me llenaba de nostalgia.
—¡Aquí estás! —la voz me sorprendió por la espalda.
—Sunghoon… —me giré de inmediato.
—¿Qué estás haciendo? —preguntó, sentándose a mi lado en la banca del patio.
—Estudiando mi libro de recetas —le mostré el cuaderno, orgullosa.
Él lo tomó con cuidado, hojeándolo con atención. Una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios antes de devolvérmelo.
—Una chica joven ya tiene su propio libro de recetas… —comentó, medio sorprendido.
—Siempre me gustó la cocina. A propósito, ¿cómo van tus clases? —pregunté, buscando su mirada.
—Todo está bien… —iba a continuar, pero alguien nos interrumpió.
—¡Hola, nena! —Jake apareció de pronto, besando mi cabeza con naturalidad.
El entrecejo de Sunghoon se frunció apenas un segundo. Guardó silencio, y el aire se volvió un poco tenso, como si el sonido del campus se hubiera apagado.
—Sunghoon —Jake lo saludó con un gesto amable.
—Jake —respondió él, cortante.
—Bien, creo que podemos ir a la cafetería —dije mientras me levantaba, acomodando el bolso para romper la incomodidad.
—Pueden ir ustedes, yo tengo cosas que hacer —Sunghoon también se incorporó.
—¿Seguro? —pregunté, incrédula.
—Oye, sería bueno si almuerzas con nosotros —Jake ofreció con amabilidad.
—Sí, tal vez otro día. —Sunghoon dio un paso hacia mí, como si quisiera despedirse de otra forma, pero se detuvo y solo dijo—. Adiós.
Lo observé alejarse en dirección contraria, su silueta perdiéndose entre los estudiantes. Jake, en cambio, me rodeó con un abrazo cálido.
—¡Te extrañé mucho! —su tono era tan tierno que me hizo reír.
—Jake, solo estuvimos separados un par de horas —mi estómago se removió por su contacto, aunque me encantaba.
—Pero es suficiente para extrañarte —susurró antes de besarme la mejilla.
Almorzamos junto a mi hermano y su novia. El grupo de amigos estaba allí, y era un poco extraño ser ahora parte de ese círculo como “la novia de Jake”. Aun así, cada vez que él me miraba, sentía ese montículo de mariposas revoloteando. Su mirada hablaba por él, diciéndome mil cosas que no necesitaban palabras.
Los días habían pasado y Jake y yo logramos acoplarnos rápido. Él con sus proyectos de universidad, yo con mis turnos en la cafetería y mis clases. Al parecer, los rumores viajaban más rápido que nosotros, porque toda la universidad ya sabía que éramos pareja.
Esa tarde estaba terminando mi turno junto a Sunoo.
—Lily, ¿me ayudas con la mesa seis? —pidió con su habitual dulzura.
—¡Voy! —respondí, dirigiéndome a la mesa.
De pronto, la puerta se abrió y entró Sunghoon. Sentí un pequeño vuelco en el pecho al verlo; hacía días que no hablábamos con la misma naturalidad de antes.
—La chica del café —bromeó, rozando mi hombro con el suyo.
—El chico de la motocicleta —respondí con una sonrisa.
—¿Puedo obtener un café americano, por favor? —pidió cortésmente.
—Por supuesto.
Conversamos un rato, y aunque fue agradable, no era igual. La distancia invisible entre nosotros parecía confirmar lo que intuía: seguramente ya sabía de mi relación con Jake.
—Déjame llevarte a tu casa —dijo finalmente, extendiéndome el casco de su motocicleta.
—Gracias, Sunghoon. Por cierto… —suspiré, intentando explicar algo que ni yo entendía.
—Lily, todo está bien —me sonrió, cortando mis palabras con esa calma que siempre lo caracterizaba.
El paseo en su moto tuvo un aire melancólico. El rugido del motor se mezclaba con el frío de la noche, y yo me aferraba a su chaqueta, sintiendo un ligero nudo en la garganta.
—¿Te veré mañana? —pregunté antes de entrar al departamento.
—Seguimos siendo amigos, solo que… es diferente —dijo, con una honestidad que dolía.
—Okay —asentí, sabiendo que tenía razón.
Dentro del apartamento, el silencio del living me recibió. Fui directo a la habitación de Jake y lo encontré estudiando, rodeado de libros y apuntes.
—Hola, amor —lo abracé por detrás, respirando el cálido aroma de su colonia.
—Hola, linda. ¿Cómo estuvo tu día? —preguntó, guiándome suavemente para sentarme en sus piernas.
Había sido un día largo; Jake estaba atrapado entre exámenes y proyectos, y yo entre trabajo y clases. Pero al final, lo único que importaba era este momento juntos.
—Estoy un poco cansada —murmuré, escondiendo el rostro en su cuello. Me perdí en su olor a jabón y papel nuevo, esa mezcla que me relajaba.
—Amor, pedí comida a domicilio para que no tengas que cocinar —besó mi cabeza con cariño.
—Gracias —susurré, besando su cuello.
—Tu hermano está en la otra habitación —añadió en un susurro, como si compartiéramos un secreto.
Levanté la cabeza para mirarlo, divertida.
—¿Necesitas que te traiga algo? Estás muy cansada —acariciaba mi cabello mientras hablaba.
—Solo quiero un beso —puse un puchero que él no pudo ignorar.
Él rió, bajito.
—Te amo.
Nos acercamos lentamente y nos besamos con una calma deliciosa. Durante el día entero había anhelado su tacto, su voz. Él era mi refugio, mi paz al final de la jornada.
El timbre sonó y me quejé.
—Debe ser la comida. —Me levanté de su regazo para recibir el pedido, pero antes sentí su mano posarse en mi trasero. No fue una palmada fuerte, solo un roce íntimo que me hizo contener el aliento. Jake se mordió el labio inferior, travieso.
Cenamos junto a mi hermano, que hablaba animadamente de mil cosas mientras Jake tomaba mi mano bajo la mesa, jugueteando con mis dedos para provocarme.
—Mamá vendrá el fin de semana —anunció de repente.
—¿De verdad? —pregunté, sorprendida.
Asintió, sonriendo.
—Sí, quiere ver a sus hijos. Por cierto, ¿ya le dijiste de tu relación?
Casi me atraganté con la comida.
—Linda, toma agua —Jake me pasó el vaso con rapidez.
—No… —negué lentamente.
—Descuida, yo se lo diré. Le pediré permiso aunque ya seamos novios —comentó, mirando su plato con un toque de nervios.
—Seguramente nos apoyará —acaricié su mano, tratando de transmitirle mi confianza.
Después de cenar, Jake y yo nos acomodamos en el sofá para ver una película. El calor de su cuerpo me envolvía mientras afuera el viento golpeaba las ventanas.
—Saldré con mi novia —anunció Tom mientras se ponía los zapatos y ajustaba su reloj.
—¿A qué hora vuelves? —pregunté con naturalidad.
—Volveré tarde, ¡no hagan cochinadas! —bromeó antes de salir.
Mis mejillas se tiñeron de rojo al instante. Jake lo notó y su sonrisa se ensanchó, pero en lugar de comentar, se limitó a acomodarse detrás de mí. Me recosté en su pecho, en posición de cucharita, y sentí cómo su respiración acompasaba la mía.
En ese momento, el mundo podía quedarse afuera. Solo importaba su calor, su risa contenida y el simple hecho de estar juntos.
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La Excepción - Sim Jake
Teen FictionLily ha estado enamorada de Jake desde que tiene memoria. El problema es que Jake es el mejor amigo de su hermano... y la sigue viendo como "la hermanita". ¿Pero qué pasa cuando ella ya no es tan pequeña, y él empieza a notarlo? ✓ historia heterosex...
