Estaba caminando directo a casa cuando el reloj marcaba las siete de la noche. Había terminado mi turno en el café y la brisa fría acariciaba mi rostro mientras mis pasos resonaban en la acera. Tom me había llamado minutos antes para avisarme que llegaría tarde: se quedaría un rato con su novia. La noticia, aunque normal, me revolvió el estómago. Significaba que cenaría a solas con Jake, algo que no ocurría desde hacía mucho. La sola idea me ponía nerviosa; había pasado días enteros evitando estar demasiado cerca de él, temiendo que mis sentimientos se descontrolaran y cometiera el error de dejar florecer otra vez ese enamoramiento que tanto me esfuerzo en enterrar.
Al llegar al edificio, el ascensor subió con un zumbido que me pareció más largo de lo habitual. Mis manos temblaban un poco mientras marcaba la contraseña en el panel de la puerta. El apartamento estaba casi a oscuras, iluminado solo por el parpadeo azul del televisor encendido. La luz tenue recortaba las sombras de los muebles.
Jake estaba sentado en el sillón, con el codo apoyado en la rodilla y la mirada perdida en la pantalla. En cuanto escuchó la puerta, se levantó de golpe.
—Lily —dijo, su voz grave rompiendo el silencio—. Llegaste temprano.
—Sí… mi turno de hoy fue corto —respondí mientras me agachaba para quitarme los zapatos, intentando que no notara la tensión en mi voz.
Él parecía extraño, como si algo lo incomodara. Su mandíbula estaba rígida y su postura demasiado alerta. Lo miré, confundida, justo antes de que una chica rubia apareciera desde su habitación.
—Ya estoy lista, Jake —anunció con una sonrisa impecable.
Mi pecho se encogió. Llevaba un vestido azul brillante que reflejaba la tenue luz del televisor, tacones que resonaron sobre el piso de madera y un maquillaje tan perfecto que parecía salido de una revista. Sin duda, una de las reinas de la universidad.
—Lamento interrumpir —dije, dibujando una línea tensa con mis labios.
—No llegaste en buen momento —respondió ella con una risa falsa, afilada como una aguja.
El aire se volvió denso. Jake no dijo nada, solo me miró con una expresión que no supe descifrar: ¿culpa? ¿Sorpresa? Mi corazón latía tan fuerte que sentía el pulso en mis oídos.
—Los dejaré a solas —anuncié, tomando mi bolso y poniéndome los zapatos con movimientos torpes.
Salí al pasillo con pasos rápidos, el eco de mis tacones improvisados rebotando en las paredes. Caminaba casi corriendo, tratando de alejarme de la escena antes de que las lágrimas traicionaran mi orgullo. Sabía por qué estaba enojada, pero no tenía ningún derecho a estarlo. Él era libre. Aun así, dolía. Cada vez que Jake estaba con otra, era como si me arrancaran algo que nunca fue mío.
—Espera, Lily —su voz resonó a mis espaldas, seguida de sus pasos apresurados. Me tomó del brazo.
—Vuelve con ella, Jake —murmuré, pellizcando mi pierna para no llorar.
—No es lo que parece, te lo juro —negó una y otra vez, los ojos encendidos.
—No me importa, Jake —intenté zafarme, pero él apretó un poco más.
—Lo siento, no quería hacerte daño —su tono tenía una angustia que casi me quiebra.
—¿Hacerme daño? —alcé una ceja, intentando que mi voz sonara firme.
Él me miró confundido, como si quisiera decir algo más.
—Sabes que no era mi intención que…
—Jake, no te hagas ideas equivocadas —lo interrumpí—. Ya no estoy enamorada de ti. No me interesa lo que hagas. Puedes hacer lo que quieras con esa chica, ese ya no es mi problema. —Me solté bruscamente.
—¿Estás diciendo que ya no sientes nada por mí? —su ceño fruncido revelaba incredulidad.
—Ya no siento nada por ti. —La mentira salió con una fuerza que ni yo esperaba. Me di la vuelta y caminé sin mirar atrás.
Por dentro, cada palabra me desgarraba. Quería gritar que sí, que aún dolía, que lo quería. Pero mi orgullo me empujaba a seguir caminando, a no dejar que él viera mi vulnerabilidad.
Necesitaba escapar, así que llamé a Sunghoon. Minutos después, el rugido de su motocicleta rompió la noche. Nos encontramos en un mirador que dominaba toda la ciudad. Las luces parpadeaban como estrellas caídas, iluminando el horizonte. El aire frío olía a tierra húmeda y a gasolina.
—¿Qué te sucede? —preguntó, mirándome de reojo mientras apagaba el motor.
—Solo tengo algunos asuntos en la cabeza —suspiré—. No quiero aburrirte.
—Me encantaría escuchar. Si puedo, te aconsejo —sus profundos ojos se clavaron en mí.
—¿Desde cuándo eres tan serio? —intenté sonreír.
—Soy serio cuando se requiere —murmuró, bajando la mirada a sus pies.
Preferí dejar el tema. Nos quedamos en silencio, observando el vaivén de la ciudad. No era incómodo; su presencia tenía algo tranquilizador.
—Las luces se ven hermosas —dije por fin.
—Tienes razón… aunque yo estoy viendo algo aún más brillante. —Su voz era suave, casi un secreto.
—¿Qué cosa? —pregunté, curiosa.
—No te lo diré —rió—. Es mi secreto.
—Sunghoon, se supone que somos amigos —lo empujé suavemente.
—Tal vez algún día te lo diga —respondió con una leve incertidumbre.
Recosté mi cabeza en su hombro, buscando calor.
—¿Por qué eres mi amigo, Sunghoon? Todos dicen que es imposible acercarse a ti. ¿Por qué te acercaste a mí?
Él guardó silencio unos segundos.
—Deberás esperar un poco más —dijo finalmente, su voz grave provocando un escalofrío en mi espalda.
—¿Desconfías de mí? —fruncí el ceño.
—No es eso. Solo… aún no estoy listo para darte la razón. —Sus ojos brillaban bajo la luz de la ciudad.
Un temblor recorrió mi cuerpo.
—¿Tienes frío? —preguntó al notar mi piel erizada.
—Un poco —admití.
Sin pensarlo, se quitó su chaqueta de cuero y me la puso sobre los hombros. El olor a cuero y a su perfume cálido me envolvió, haciéndome sentir a salvo.
El regreso en motocicleta fue casi hipnótico: el viento helado acariciaba mi rostro mientras me aferraba a su cintura, con la cabeza apoyada en su espalda. Por primera vez en toda la noche, sentí que podía respirar.
Al entrar al apartamento, el reloj marcaba casi la medianoche.
—¡Al fin llegas! —exclamó Jake desde la sala, su voz cargada de algo que no supe si era alivio o enojo.
Lo ignoré y seguí hacia mi habitación.
—Lily, estaba preocupado por ti —dijo, acercándose.
—No tienes por qué preocuparte, Jake. Ya no soy una niña. No necesito que me cuides —respondí sin mirarlo y cerré la puerta tras de mí.
Jake se quedó solo, mordiéndose el labio. La chaqueta de cuero en sus hombros era inconfundible. Él sabía a quién pertenecía. La idea lo quemaba por dentro, pero no encontraba las palabras para detener lo que estaba cambiando.
Lamento no actualizar seguido he estado un poco ocupada 😔
Espero lo disfruten ☺️
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La Excepción - Sim Jake
Roman pour AdolescentsLily ha estado enamorada de Jake desde que tiene memoria. El problema es que Jake es el mejor amigo de su hermano... y la sigue viendo como "la hermanita". ¿Pero qué pasa cuando ella ya no es tan pequeña, y él empieza a notarlo? ✓ historia heterosex...
