6

1.1K 76 2
                                    

Me ayudarías mucho dejando tu voto y comentario. Graciasss ¡Besitos!

Capítulo 6.


Olivia.


La estúpida sonrisa no se borra de su rostro y no sé qué le parece tan divertido a Francesco. El bebé de su vino italiano puro muestra que yo me sigo esforzando por ingerir más de dos pequeñas porciones de pasta en salsa italiana.

No debo romper mi régimen alimenticio y menos por Francesco.

—Te ves hermosa hoy Olivia— dice tras dejar la copa sobre la mesa.

Lo miro con superioridad.

—Siempre estoy hermosa Francesco, ¿Lo notas ahora?

—No, siempre lo noto, más de lo que debería admitir.

Me quedo callada y con expresión seria. Las comidas y cenas con él son las horas más aburridas de toda mi vida. No tiene nada interesante como cierto piloto que me he limitado a mencionar y pensar.

No sé qué carajos me pasa con Alessandro Lombardi, pero el hombre se está haciendo desear con gusto. Hace exactamente dos días que me pidió cenar con él y le di un plazo de dos días. Estoy confeccionando un vestido y quiero usarlo para el esta noche, cuando termine la tortura con Francesco le daré los últimos detalle para que esté listo.

—¿Vino?— pregunta Francesco sirviéndose más para él.

—No— respondo de mal gusto.

—Ni siquiera preguntaré que pasa Olivia porque siempre estás de mal humor.

Y es obvio y voy a estarlo, mis mañanas se han vista afectada por el piloto más guapo de la parrilla. Cada día despierto agitada y sofocada como si corriera un maratón y todo se debe a los sueños que tengo con Alessandro. Sueños que no son nada puros, son sucios, lujuriosos y malditamente placenteros. Estoy necesitada lo sé. ¿Cómo haré para resolverlo? Eso si no se.

Me he estado planteando la idea desde hace varios días atrás y no se mi respuesta aún. Francesco sería un deshago, nada de lo que tenemos es real, esta relación no es real, ni siquiera hay un sentimiento de por medio entre ambos.

No importa si vuelvo a estar con él, usarlo para satisfacer mis deseos carnales. Pero ¿Francesco será como Alessandro?

Esa es la pregunta que me estoy haciendo cada segundo de mi día.

Francesco no está mal para el gusto de una mujer, es un hombre a puesto no como Alessandro pero tiene su atractivo, lo idiota y machista no se lo quito y lo soporto. Así que no estaría mal si estoy con él otra vez.

Solo para calmar mí deseo por Alessandro Lombardi.

—¿Podemos ir a tu casa?— suelto la pregunta arrepintiéndome en segundo.

Su sonrisa crece en sus labios por mi petición.

—¿Tan desesperada estás?

Me odiaré el resto de mi vida por esto.

—Si— la más cruel mentira que he hablado en mucho tiempo.


Le hace una pequeña seña a unos de los meseros del local, este llega en seguida para saldar la cuenta y marchamos. Sigo a Francesco en mi auto hasta llegar a su casa.

Le sigo los pasos hacia la habitación en la cual ya he estado y odio reconocer. Me deja pasar de primero al amplio espacio y maldigo bajo al escuchar la puerta ser cerrada.

Solo espero que esto si valga la pena.

Se acerca a mí quitando mi bolso Chanel que cuelga de mi hombro dejándolo caer al suelo, me agacho a recogerlo y lo miro con mala cara secándolo sobre la mesa de noche de la manera correcta.

—Nunca en tu vida vuelva a tirar unos de mis bolso al piso Francesco o te mueres— amenazo.

—Un bolso no es nada tengo dinero suficiente para cómprate los que quieras Olivia.

Lo miro con mala cara. No me importa el bolso en nada, solo busque esa excusa para alejarme de él.

Mueve sus pies hasta donde estoy y sin pesarlo por mucho tiempo me besa, es un beso gradual, comienza lento y va aumentando su ritmo. Me obligó a seguirlo pensando en todas la cosas posibles para que mi cuerpo reaccione a su toque. Deja mis labios luego de unos segundos haciendo que gire en sus brazos para tenerme de espalda.

Sus labios van a la piel de mi cuello dejando besos por él. No siento nada con sus caricias y no es la mayor novedad. He estado una sola vez con el de esta manera y no he sentido nada.

Estruja la piel de mis nalgas con fuerza llegando hacerlo sentir desagradable, hago una muesca de molesto a que él no llega a ver. Se aleja de mí y miro sobre mi hombro, lo veo quita su camisa despacio me giro en mis pies para estar frente a él.

Al terminar con los botones de su camisa se acerca hasta mí y baja el tiro de mi blusa comenzando a besar mi hombro y clavícula. Cierro mis ojos y a mí llega el rostro que lleva varios días atormentado me con placer. Pienso en que es él quien me besa ahora y mi cuerpo comienza a sentir un cosquilleo que solo ciento a primera hora en la mañana.

Los besos siguen bajando hasta llegar a unos de mis pechos y ser atrapados en unos suaves labios tirando fuerte de ello. No lo controlo cuando ese nombre deja mis labios.

—Alessandro...

Francesco detiene su ataque a mi seno y me mira con rostro pasible tras escucharme. Entrecierra sus ojos hacia mí.

—¿Qué dijiste?— pregunta molesto.

—No fue nada— contestó más molesta que el volviendo acomodar mi blusa.

Tomo mi bolso he intento salir de la habitación y soy detenida por él.

—Eso fue un nombre ¿Cierto?— no contesto. —. ¿Tienes a otro verdad?

Quisiera decir que sí, pero sería dañar los negocios de mi padre y mi hermano gemelo.

—Ya no quiero esto Francesco me largo— dijo soltándome de su agarre.

Ríe seco interponiéndose en mi camino.

—Si piensas dejarme de esta manera está equivocada— me toma de los hombros empujando a la orilla de la cama. —. Eres mi mujer Olivia que no se te olvide y vas a complacerme como me merezco.

Quito su mano de mi cuerpo y estrelló mi mano en su mejilla. Se cree que soy una de las mujeres que él y su padre usan a su antojo. Endereza el rostro mirando más furioso que antes y le sostengo la mirada con el mismo sentimiento.

—Eres una...

—¿Una qué?— preguntó retándolo a que responda. —. Atrévete a decirlo Francesco ¿Soy una qué?

Se queda callado haciendo que me moleste más de lo que ya lo estaba, lo empujo alejándolo lo más que pueda de mi. Odio su cercanía y el pensar que podía hacer esto con él fue una malísima idea. Vuelvo a reconocer que odio que él ponga sus manos sobre mi cuerpo.

—Olvídalo no le rebajaré a tu nivel.

Río sin gracia.

—Mi nivel es lo más alto que tendrás en tu asquerosa vida Francesco, no me subestimes.

Me mira sin decir algo al respecto y doy esto por finalizado, él no se va arriesgar a decir algo más en mi contra sabe que no le conviene para nada el meterse conmigo.

Salgo de su habitación y casa maldiciendo cada segundo que estuve en ella. Viene aquí queriendo aplacar un poco mi deseo por el piloto de Ferrari y solo conseguí salir más necesitada de él.

...

Termino de pintar mis labios con el labial más intenso que tengo. Rojo. Siempre es una buena opción para combinar con mi color de piel.

Le queda perfecto.

Hecho el mismo labial en mi bolso, tomo mis llaves y salgo de mi habitación. Mi madre no está en casa hoy. La paciencia y tranquilidad reinan en mi hogar por su ausencia.

Me apuro por llegar a mi coche y manejar hasta la dirección que me envió hace poco, envió otros mensajes más que no he respondido porque no he tenido tiempo, me centre en terminar este vestido para esta ocasión.

Miro la hora y estoy pasada de tiempo. Alessandro le pidió estar a la ocho en punto en su departamento y voy atrasada con diez minutos. Una llamada entra en mi teléfono luciendo su nombre en la pantalla, dejo que suene hasta cansarse y sigo manejando hasta mi destino.

En pocos minutos llego y me encuentro subiendo por el mismo ascensor de la otra vez. Roció un poco de perfume en mi cuerpo antes de verme con el piloto. Las puertas se separan y por ella ingresa un Alessandro con cara de molestia pura.

Esta vestido con un traje completamente negro hecho a la medida y que lleva el logo de Ferrari pegado al bolsillo de su saco en referencia a la escudería italiana. Se ve más guapo vestido así.

—Dos llamadas Olivia— reprocha deteniéndose a mi lado. Marca el botón de repleción. —. ¿es un hábito tuyo el no coger las llamadas o al menos las mías?

Rio despacio. Está molesto porque no le conteste.

—Venía manejando, lo siento— me disculpo

El le mira con detenimiento a su lado. Presiona un boto que no logró ver y el ascensor detiene sus movimientos.

Mantengo la vista al frente sin prestarle atención. Toma mi mentón haciendo que lo mire a los ojos.

—Odio la impuntualidad Olivia entérate desde ahora y en el futuro no evitamos malos ratos—muevo mi cabeza en aceptación.

Mira mis ojos y luego mis labios deteniéndose ahí más segundo de los que debería.

—¿Algo que decir?

—Lo siento— vuelvo a decir.

Suelta una pesada exhalación con sus ojos puestos en mis labios. Los acaricia con una suavidad sorprendente, no sé lo que pasa por su cabeza ahora, se ve molesto pero no al punto de querer pagar su molestia conmigo. Un minuto más tarde se separa de mí volviendo a su lugar y haciendo que el ascensor vuelva a descender.

Lo miro con nervios al colocar su mano en mi cintura, las personas a mi nuestro alrededor nuestros nos miran en cada así que damos.

—Mi auto— demanda al pasar por al lado de los valet parking.

Ambos se mueven como si acabara de recibir la orden de un dios.

—¿Puedes mándame la ubicación?

—¿Ubicación?—pregunta confundido. —. ¿Qué ubicación Olivia?

—a dónde iremos a cenar Alessandro ni modo que lo haremos aquí parados.

Me mira cauteloso por mi respuesta adentrando su manos en los bolsillos de su pantalón. Reprime una sonrisa.

—¿Por qué te la mandaría Olivia si vas a llegar conmigo?

—Tengo mi auto— declaró con tranquilidad.

Le entregan su llave y él la acepta sin agradecer.

—Y yo los míos Olivia— repara mi cuerpo de arriba hacia abajo. —, y no sé por qué tengo la inmensa necesidad de hacer lucirte en el hoy.

Mi cuerpo reacciona a esas palabras, él lo nota y sonríe complacido de haber alcanzó su meta. Creo. Vuelve a posar su grande mano en mi cintura dando un leve apretón.

Me ayuda a entrenar en el Ferrari parqueado frente a nosotros.

—Yo me encargo— le dice al señor que intenta ayudarme.

Lo miro y me disculpo con la mira. Acaso este hombre no sabe pedir las cosa con educación.

Subo al auto y en pocos segundos lo tengo a él a mi lado en su asiento. Enciende el motor y se dispone a conducir.

—¿A dónde iremos? Pensé que lo haríamos en tu casa.

—A donde solo podamos estar tú y yo— gira su rostro un segundo hacia mí.

Su rostro está serio y pienso en las veces que lo he vista a través de la pantalla en las carreras. Alessandro no le puede ocultar su mal humor a nadie, si siquiera a sus contrincantes.

Por eso es uno de los pilotos más dominante y temidos de la parrilla a la hora de correr.

—¿En tu departamento no ibas a estar solo?— preguntó con diversión.

Una sonrisa decora su rostro.

—Estamos a tiempo de volver a mi Pent-house bella, tú solo pídelo y lo haré. Ahí nadie nos molestará a menos que yo lo quiera.

Niego avergonzada por la manera en que lo dice con el doble sentido. No pronuncio nada más hasta llegar al restaurante al que él nos llevó. Un mesero nos guía a un lugar de restaurante apartado de todos.

Alessandro lo detiene al igual que hizo fuera del hotel con el valet parking que quiso ayudarme. Su respuesta es igual.

—Yo me encargo.

El señor asiente y sale de nuestras vistas dejándonos solos. Alejandro toma asiento frente mío sin mirar a ningún otra parte manteniendo su ojos en los míos. Me remuevo incómoda por lo penetrante de su mirada y sus labios se curvean en una pequeña sonrisa. Él sabe lo que hace.

Nos entregan las cartas de menú y para ordenar y Alessandro no le presta la más mínima atención a los que le dicen sobre el vino. Solo mueve su cabeza en aceptación.

—Que nadie nos moleste si no lo pido— el joven chico cuando termina.

—Veo que no te gustan mucho que te molesten— carraspeo iniciando la conversación.

—No me gusta, mucho menos ahora.

—¿Se puede saber la razón por la cual no quieres que te molesten ahora Lombardi?— pregunto con una cejas alzas y un tono de voz delicado.

Alessandro mantiene un porte dominante frente a mí. Recarga más su espalda de respaldo de su asiento llevando dos de sus dedos a su barbilla bien definida. Su labio inferior está atrapado entre sus dientes haciéndolo ver sensual y provocativo.

Ya quisiera ser yo quien tiene el placer de atrapar sus labios entre los míos.

—¿Enserio quieres escuchar una respuesta a esa pregunta Olivia?

—Es obvio que si, por eso lo pregunto— suelto con calidez.

Su mandíbula se tensa haciendo muy larga su espera en una respuesta.

Correr hacia ti ( Run 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora