36. 🏎️

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Capítulo 36.

Olivia.


Muevo mis pies de un lado a otro frente a la puerta del ascensor esperando que esta abra o indique que está en movimiento. Marco otra vez el número de Ales esperando que responda mi llamada y saber cómo se encuentra.

La angustia me carcome por dentro de solo pensar que Loren pudo hacerle algo a él. Su voz aún resuena en mi cabeza con las palabras de querer matarme.

El pitido de ascensor resuena en todo el lugar y me detengo delante de él impaciente a que abra.

—¡Por fin Ales!— corro hasta chocar con su firme cuerpo, sus brazos no tardan en abrazarme. —pensé que ella te había hecho algo.

—Estoy bien Bella. Ella no nos molestara más.

—¿Que hiciste?— alzó mi rostro encontrando el de él.

—Mónica se encargó de ella— informa y hasta ahora me doy cuenta de su presencia al lado de Ales.

—Esperemos que no vuelva a intentar atacarte— habla Mónica.

—Lo que no logro entender es porque ella está molesta conmigo— miro a Alessandro en busca de la respuesta. —. Solo la vi una vez y no fueron por más de dos minutos para que ella me tenga este odio.

—Tú no tienes nada que ver Bella. Loren está loca y voy a encargarme para que nada te pase a ti o el bebé.

—Vamos a tener que ser rápido en esto Alessandro, en dos días debes viajar para correr y te voy a necesita muy concentrado— le recuerda Mónica.

—De la única manera que voy a estar concentrado es si ella no vuelve a intentar acercase a Olivia— expresa Ales.

—Veré que puedo hacer.

Unas horas más tardes Mónica deja el departamento para volver a su hogar. A Loren lograron llevársela a una comisaría por allanamiento de propiedad privada y se mantendrá en ese lugar hasta que Ales así lo quiera, cosa que me daba más tranquila.

Ha demostrado que es capaz de cualquier cosa.

—No quiero dejarte sola Bella— se para detrás de mí estrechándome entre sus brazos, nuestras miradas se conectan en el espejo del lavamanos.

Le hice saber que no lo acompañaría este fin de semana ya que le sigo recuperando. Él estuvo de acuerdo al principio, pero ahora lo veo dudar de esa elección que hice hace algunos días atrás.

—Voy a estar bien Ales— terminó de quitar el poco maquillaje que llevaba y le giro entre sus brazos. —. Tú mismo dijiste que ella no entrara aquí.

—Ya no me siento seguro— hace una pausa pegando su frente a la mía, sus manos se cierran al rededor de mi cintura sin ejercer ninguna presión o fuerza, sus palpados también se cierran suspirando. —. Me volvería loco si algo te llegara a pasar por mi culpa y perdieras a nuestro bebé. Iván fue claro al decir que esta sería la única oportunidad...

Lo detengo dando un beso. El me deja seguir el ritmo lento del beso yendo acorde con él. Entiendo su miedo. Hace algunos días no me atraía idea de ser mamá en lo absoluto y ahora solo quiero intentarlo y ver qué puede pasar. Aún tengo miedo, bastante, pero el hombre que ahora me besa me está demostrando que vale la pena al menos intentarlo y es lo que quiero hacer. Si él está a mi lado.

—Voy a estar bien— musitó besándolo nuevamente. —. Tú nos proteges.

Alessandro.

Día de carrera.

—El monoplaza detrás de ti está a tres segundo de rebajarte Alessandro— la voz de Michael resuena dentro de mi casco. —. Tienes que ir más rápido para no perder la posición.

—Copiado.

Hago lo que él me indica, pisando el acelerador hasta el fondo. Estas son las últimas vueltas antes de ganar esta carrera. Estoy apurado por ganar y que todo termine lo antes posible. ¿La razón? Olivia, le hice varias llamadas esta mañana antes de llegar al circuito y poder hablar un poco con ella antes de la carrera. Todas las llamadas fueron lanzadas al buzón de voz cuando ella no la tomaba y eso me pareció extraño. Quise pensar que ella aún descansaba y por ello las ignoro, pero de todas maneras me prometió hablar antes de que iniciara el premio.

He estado muy inquieto desde esta madrugada aguantándome las ganas de llamarla y saber cómo estaba ella o el bebé. No quise molestarla a esa hora porque soy consciente de que el descansa debe de ser más importante para ella en estos meses. Una pequeña parte de nosotros dos necesitará mucho de ella. Por ello espere a que en Italia amaneciera para llamarla sin tener respuestas.

—Penúltima vuelta Ales, vas excelente. Mantén ese mismo ritmo junto a mi hijo y ya esto acabo— es Emilio quien habla en este momento.

Giro en la cuarta curva dando un roce limpio.

—¿Mónica se encuentra ahí?— es lo único me sale preguntar.

—sí.

—Ponla en mi radio— pidió y unos segundos después escucho su voz. —. ¿Dime que pudiste comunicarte con Olivia?

—No. Lo he intentando varias veces y sigo sin tener respuestas.

Esto es raro. Ella ya debería estar despierta.

—¿Llamaste al teléfono del departamento? Quizá olvidó su teléfono en algún lugar de la casa y no lo recuerde— me convenzo de ello yo mismo.

Unos segundos de silencio.

—¿Mónica...?

—Ya hice eso Ales y el resultado es el mismo— me detiene haciendo que mi corazón lata con fuerza con ello y no por haber pasado la línea de meta. —. Ni ella ni María lo toman.

—¡Carajos!— gritó con frustración. Le pasó algo y no estoy a su lado.

—Haré que alguien vaya a tu departamento y nos dé respuesta...

Niego. Estaciono el monoplaza en el primer lugar por haber ganado, acompañado de Prescott y uno de los pilotos de Red Bull que no me molesto en mirar.

—Trae mi teléfono Mónica— es lo último que ordeno antes de cerrar la radio.

A todos nos hacen las revisiones correcta después de la carrera, no tomando mucho tiempo en ella. Mónica llega con lo que le pedí y no dudo en volver a márcale a su teléfono. Veintiochos llamadas sin respuestas es lo único que tengo de ella.

Aprieto el aparato en mis manos controlándome de lanzarlo a alguna parte del paddock. Mónica me observa en silencio.

—Prepara mi Jet privado, volveré a Italia ahora— demandó caminando a mi cubículo dejándola atrás. Siento sus pasos con apuro.

—Debes recibir el premio, no puedes irte.

—Olivia me necesita— camino con ella detrás llevándome todo a mi lado.

—Termina esto y luego vete. Es mi trabajo el que lo hagas Alessandro.

Me detengo girándome sobre mis pies furiosos. La encaro cuando ella también se detiene observándome.

—No me importa el premio Mónica, me importa mi mujer y es por ella que iré ahora. Prepara mi vuelo.

Unos minutos después me encuentro abordando mi jet, para regresar a Italia. No dejo de llamar a su número obteniendo el mismo resultado que con todas las otras. No hay respuesta.

Son cientos las llamadas que he dejado en su buzón. Los nervios y la preocupación se asientan en mi cuerpo cuando veo a Mónica en el asiento frente a mí intentarlo de la misma manera y sin conseguir nada. No quiero que nada le pase a ella.

—Esto es tan extraño— pronuncia Mónica volviendo a llamarla.

—Comunícate con la recepción del lugar y pídele que suban a mi departamento. Ellos pueden darnos información.

Asiente haciendo lo que le pido mientras que yo por mi parte me comunico con Iván. Dos tonos pasan cuando su voz se escucha a través de la línea.

—¿Que sucede Lombardi...?

—Quiero que vayas a mi departamento y te asegures de que Olivia se encuentre bien. Ella y el bebé.

Me imagino su cara la cara de confinación que debe de tener ahora.

—¿Qué?

—No sé qué pase con ella. La estoy llamando desde muy temprano y no logro comunicarme con ella o con nuestra empleada de servicios...

Mónica me hace una seña pidiéndome hablar. Me detengo para escucharla.

—Todo está perfecto— me alivio un poco con esa información. No voy a estarlo completo hasta escuchar a mi rubia hablar conmigo. —. Olivia dijo que está un poco ocupada en crear un vestido.

Muevo mi cabeza no confiado.

—Vete a mi departamento y cuida de Olivia mientras llego— le pido antes de dejar la llamada.

Vuelvo a márcale al teléfono de Olivia sin respuesta.

—¡Maldita sea!— exclamó furioso haciendo que Mónica se sobresalte en su asiento. —¿Cuantos nos falta para aterrizar?

—Menos de quince minutos.

Olivia.

—¿Enserio se encuentra bien señorita? Nos llamó una mujer por parte del señor Lombardi pidiendo saber cómo usted se encontraba ya que la llaman y no obtienen respuesta.

Me fuerzo para sonreírle el ignorar el hecho de lo que pasa al otro lado de la puerta.

—comprendo perfectamente señor, usted mismo está observando que me encuentro en perfectas condiciones— ruego al cielo en silencio para que al menos él me pida entrar al departamento y me ayude acabar con este suplicio. Mi cuerpo completo se tensa al sentir la punta filosa presionar la piel a los lados de mis caderas. —. No debe de preocuparse.

—No necesita algo más señorita— pregunta amablemente dejando que mis esperanzas terminen con su pregunta.

Que saque a esta loca de aquí.

—No— miento con perfección.

Escoja un vistazo más dentro del lugar y sigo rogando para que el insista en pasar. No lo hace y termina despidiéndose llevándose mis esperanzas de al menos estar a salvo hasta que sí pueda comunicarme con Ales.

—Pensé que nunca se iría el viejo fastidioso— cierro la puerta dejando rodar las lágrimas de puro dolor por mis mejillas. Loren precio a más el cuchillo en mis costillas. —. Ales se preocupa mucho por ti, maldita zorra.

—Por favor...— exclamó. Vuelve a presionarlo con más profundidad lastimándome.

—¡Cállate!— me estremezco cuando lo grita alterada. —. No quiero seguir escuchándote. Debo de pensar en cómo me voy a deshacer de ti, perra.

Lloro soltando un gemido de dolor cuando me toma del brazo con fuerza alejándome de la puerta. El sonido del teléfono vuelve a llenar el silencio en la sala y sigo pensando en la opción de correr hacia él y que Ales se entere de que estoy en peligro.

Pero no. El solo pensar que mi bebé sufriría la consecuencia me detiene.

—¿Debería dejar que hables con él y lo calme?— inquiete con odio y pensativa a la vez.—¿O tal vez no? Debería dejar que él también se muera de angustia por no saber qué pasa.

Esta totalmente loca. No sé cómo logró salir de la porción, pero lo hizo y lo peor de todo es que encontró la forma de entrar al departamento sin ser detectada en medio de la noche. Ni siquiera pude recibir a María esta mañana mintiéndole que tomaría un vuelo con urgencia.

No quiero estar más tiempo sola aquí con ella, temo por mi vida y la de mi creciente bebé. Espero que Ales llegue lo antes posible de la carrera, antes de que sea tarde.

—¿Que es lo que quieres?— es la única pregunta que le he hecho.

Me mira con una sonrisa burlona en su rostro.

—Sabes perfectamente lo que quiero, no sigues comportándote como la perra que eres— me empuja con fuerza provocando que me tambalee unos segundos. No tengo fuerzas para pelear con ella y es lo que odio. —. Quiero que desaparezca de la vida de Alessandro, que nos dejes ser feliz igual a como lo éramos antes de que te le metieras por las narices como una trepadora. Eso es lo que quiero.

—Lo haré...— no dudo en aceptar. —. Solo no me hagas daño, déjame ir y Alessandro no volverá a saber nada de mí.

Ríe escuchándose en todo el departamento.

—¿Y que me dices del bastardo que llevas aquí?

Me congelo cuando apunta mi vientre con el cuchillo en su mano. Cómo se enteró. Sé que Alessandro nunca se lo contaría a ella y menos Mónica. Como sabe que estoy embarazada.

—¿Qué?

Correr hacia ti ( Run 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora