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Capítulo 8.

Olivia.

—Espero que hoy te quedes al lado de Francesco— dice mi madre desde mi puerta.

Francesco puede joderse. Él , su padre, Olivier y todo su negocios que me mantiene involucrada en esto. Ya estoy cansada de toda esta falsa.

—¿Me está escuchando Olivia?

—Si— me volteo hacia ella cuando termino de pintar mis labios. —, y no mamá. No me voy a quedar con él, tengo planeado volver a casa.

—No lo hagas, Francesco será tu esposo Olivia y tiene que darle atención.

No le contesto y tomo mi bolso de mano para salir. No volveré a tener esta conversación con ella.

—¿Puede al menos hacer un esfuerzo por sonreír Olivia?— Francesco habla en mi oído. —. Pareciera que estuvieras aquí por obligación y no por gusto.

Muevo mi rostro a su dirección encontrándome con sus ojos, pestañeo varias veces sin emoción por sus palabras.

—¿Qué diferencia hay en ello?— pregunto —. No estoy aquí por gusto y tú siempre le vas con la queja a mi madre para que ella sea la que termine obligándome.

—Es lo que provocas con tus decisiones amor— intenta de sonar cariñoso con el patético apodo. —, nunca quieres salir conmigo.

Estoy por responderle y mando lo al infierno cuando escucho su imponente voz llenar el lugar.

—Buenas noches— esa voz hace que sienta todo lo de la última vez.

—Alessandro Lombardi— el padre de Francesco es el primero en saludarlo. —. Un placer tenerte esta noche con nosotros.

Francesco pone toda su atención en el nombre mencionado mirando hacia el piloto.

—¿Alessandro?— susurra en el óvulo de mi oreja. —. ¿Creo haber escuchado ese nombre de ti?

No le contesto y él gira su rostro hacia Alessandro, yo lo hago igual encontrando sus ojos mieles en mí.

—Francesco Tomasso— le extiende su mano. —, pero creo que nos presentaron la otra vez.

Alessandro no le presta la más mínima atención a Francesco y solo le mira a mí. Lo miro directamente a los ojos para mándale una señal y que deje de verme, pero no lo hace me mira más penetrante.

—Olivia Rossi, mi prometida— Francesco me presenta obteniendo al fin una reacción por parte de Ales. Baja su mirada al agarre que tiene Francesco en mi cintura, su mandíbula se tensa al mismo tiempo que Francesco cierra su mano con fuerza en ella haciéndome mirarlo para quejarme de lo fuerte que lo hace.

—Si, la conozco— cada vello de mi piel se pone alerta. —. Tuve el placer de hacer hace unos días. Un encanto y belleza.

—Es mía— le recuerda Francesco molesto.

—Nadie ha dicho lo contrario— le responde Ales con una sonrisa.

—Discúlpalo, mi hijo es muy celoso Lombardi, no lo tomes personal— habla el padre de Francesco.

—Yo no me tomo nada personal— responde con superioridad. —. Si no es interesante para mí no le doy cavidad en mi vida.

La sonrisa de Ales crece más en sus labios y siento como mis paredes se contraen dentro de mis piernas solo con esa sonrisa.

—Pero lo entiendo, con una mujer así como ella a su lado, cualquier hombre sería un animal celoso— dice Alessandro observándome aun.

—Una lástima que solo uno pueda tener ese placer de tenerme, ¿cierto querido?— provoco al piloto mirando a Francesco a mi lado fingiendo una gran sonrisa como una loca muy enamorada.

—El placer es mío— Francesco intenta besarme y lo detengo con una amenaza.

—Ni se te ocurra besarme o conocerás la vida de los muertos antes de tiempo— susurró sonriente.

Capta mi baja amenaza y se detiene besándome en la mejilla. Vuelvo mi vista hacia el piloto frente a mí que no deja de obsérvame. Le sostengo la mirada por momento y termino apartándola cuando siento un leve mareo, disimuladamente me sostengo con fuerza del brazo de Francesco para encontrar estabilidad.

Hace más de ocho horas que no ingiero alimento, este fin de semana tendré presentación y debo de alcanzar el peso que mi madre cree ideal. Necesito comer con urgencia aunque sea en poca cantidad porque muero de hambre.

Francesco me pregunta si me encuentro bien y le miento diciendo que si, el parece creérselo y sigue su conversación. Levanto mi mirada encontrándome la avellana de él. Me mira sin el mayor disimulo y aunque no lo expresa con palabras siento la pregunta en sus ojos.

Lo ignoro mirando hacia otro lugar y salir de su hechizo. Hace dos días estuve con él y dejó muy en claro cuál era su intención conmigo y mi cuerpo. Sería ridículo decir lo mucho que me molestó que lo dijera de esa manera, sabía perfectamente que él es un hombre exigente pero no a tal punto. Puede que para él no se haya sentido de ese modo pero para mí sí, me sentí como una mujer sin valor, yo esperaba esa actitud de cualquier persona, hasta de Francesco, pero nunca de Alessandro.

He ignorado todas sus llamas y mensajes este tiempo y me prometí no volver a estar con él aunque siga muriendo porque él me vuelva a tocar. No lo voy a dejar, me daré mi lugar como lo he hecho todo este tiempo con Francesco y su padre y Alessandro Lombardi no va hacer la excepción.

—Gracias— le digo a Francesco que sostiene mi asiento para que yo me siente a su lado en la enorme mesa.

El lo hace poco después tomándose el atrevimiento de posar su mano en mi pierna. Me remuevo incómoda por el toque y el no le presta la más minita importancia.

Comienza sirviendo vino y uno que otro alcohol en la mesa y las ignoro todas. No tomo alcohol por qué no le gusta. Mira a Ales que habla con uno de los meseros y el solo asiente a lo que sea que le dijo el piloto. El mesero se retira y él vuelve a posando sus ojos en los míos.

No ha dejado de mirarme en toda la noche y no es que me moleste que él me mire me gusta que lo haga. Es solo que no quiero que nadie sospeche que pasó algo entre nosotros y no es que me importe la opiniones de los demás. Es solo que conozco a los Tomasso, si Francesco o su padre se llegan a enterar de que le fui infiel a su hijo tomaría eso como una oportunidad para perjudicar los negocios de mi padre y hermano y no puedo permitir que eso pase.

Tengo que olvidarme de Alessandro cuanto antes.

—Es para usted señorita— el mesero de antes me saca de mis pensamientos hacia alessandro dejando un plato con pasta y marisco frente a mí. Lo miro con asombro y asco a la vez. No como nada que provenga del océano.

Lo alejo de mí con asco.

—No como marisco ni ninguna otra especie marina— aclaró con voz alta pero delicada para que el me escuche y sepa que no como lo que pidió para mí.

Llamo la atención de todos con mi respuesta. Francesco mira el plantó alejado de mí y luego al mesero.

—¿Y quién te ordenó marisco preciosa?

El mesero está por responder y me adelanto.

—Yo, pero creo que me mal entendieron— le miento con descaro.

—¿Y cuando lo hiciste que no me entere?— indaga curioso por mi respuesta.

El mesero reacciona retirando el planto de mí y lo veo marcharse. Nuevos mis ojos hasta donde él se encuentra y lo encuentro tensando su mandíbula al ver como se llevan el plato devuelta. Me mira un segundo alzando una de sus cejas en mi dirección.

Tiene una manía con verme comer.

—Sigo esperando una respuesta Olivia— la voz de Francesco me saca de mis pensamientos. —. ¿Tú lo pediste?

—¿Y si no fue así que?— lo desafió con mi respuesta.

Mi estómago sigue exigiéndome que me alimente con urgencia y el que Francesco se ponga en modo novio interrogatorio no me ayuda ahora.

Me pongo en pies y la toma mi brazo para detenerme. Lo miro molesta.

—¿A dónde crees que vas?— pregunta.

—Me largo, ya le aburrí de esto.

Me zafó de su agarre.

—¿No vas a quedarte conmigo hoy?— pregunta más calmado. Él aún sigue pensado que voy a dejar que me toque.

—No.

Enderezó mi cuerpo y me quedó parada unos segundos al ver como Alessandro se adelanta saliendo del lugar. Pestañeo varias veces pensado en que si se fue de aquí por qué quería y no porque me vio las intenciones a mí.

Ignoro el interrogatorio de Francesco disponiéndome a salir de aquí y marcharme a casa.

—Sube a mi auto— exige sin educación.

Lo miro con incredulidad al ver la manera tan tosca en la que lo pide. A este hombre no le dieron educación cuando estuvo pequeño.

—¿Te criaste con los simios Tarzán?— le digo siguiendo mi tarea de abrir la puerta de mi auto.

—¿Qué?— su cara de confusión vale oro ahora mismo. —. No estoy para chiste Olivia, sube a mi auto o...

—¿Y si no subo que pasara Tarzán?— le sostengo la mirada. —. ¿Vas a ir y buscar tu manada de simios para obligarme?

—¿Por qué tendría que buscar a unos malditos simios?

—Refuerzos. ¿No has visto tu película acaso?— preguntó seria.

Da un paso más cerca de mí.

—Yo no tengo tiempo para películas de niños de cinco años Olivia— dice en tono de voz bajo. —. Sube a mi auto, no lo vuelvo a repetir.

Ahora soy yo la que da un paso más a él acercándome. Los tacos que llevo hoy le brinda un poco más altura y por ello lo aprovecho para estar casi a la altura de Alessandro, él aún me saca unos centro metro considerables.

—No voy a subir a tu auto Alessandro ¿Y sabes porque?

—No, pero te agradecería que me iluminaras bella.

Sonrió de lado sin dejar de verlo a los ojos. Puede que tenga su actitud y porte de macho alfa y de hombre dominante, pero él no sabe con quién se cruzó. Alessandro va a intimidar pero a su madre donde quiera que esté.

—Porque a mí no se me da la gana— le respondo.

Vuelve a tensar su mandíbula y no pasa mucho para que demuestre dos cosas. Uno. Lo liviana que soy y dos lo fuerte que él es. Me alza sobre su hombro sin ningún problema aparente.

—Bájame Alessandro— golpeó su espalda zapateando cuando camina al Ferrari estacionado.

—No.

—¡Que me bajes!— sigo golpeando con fuerza su espalda y me detengo de hacerlo cuando su mano libre se estrella con una fuerza sobrenatural en uno de mis glúteos. —¡Alessandro!

Grito llevándonos varias miradas de las personas que entran y salen del lugar. Se detienen solo a ver la escena que le brindamos de manera gratuita. Alessandro sigue caminado hasta su auto y abrir la puerta.

—Entra— no espera a que dijo algo y me obliga a meterme dentro del Ferrari.

Baja a mi altura buscando el cinturón de seguridad para colocármelo. Lo golpeó con las pocas fuerzas que le quedan.

—¡Maldito salvaje!— le digo golpeándolo en su hombre y brazos. —. ¡Eres un animal Lombardi! ¿Así tratas a una dama?

Con lucha pone el cinturón cruzando mi cuerpo y asegurándose que no se suerte con mi fuerza.

—Y tú eres una jodida salvaje Olivia— escupe entre dientes. —. Una malcriada con aires de grandeza y superioridad.

—Soy bastante superior idiota— le contesto amarga. Sigo removiéndome en el asiento para tratar salir de aquí y todo es en vano. La maldita cinta de seguridad no cede ante mí. —. ¡Sácame de aquí idiota!

Niega sonriéndome de lado. Mi furia crece dentro de mí y no lo pienso dos veces cuando levanto mi mano izquierda con la palma abierta y la estrello en su mejilla con fuerza. Su rostro gira por el impacto y me maldigo mentalmente cuando lo veo quedarse así por unos largos segundos. ¿Por qué demonios lo golpee?

Vuelve a poner su cara frente a la mía y trago con mi garganta seca al ver la frialdad en sus ojos mieles.

—Lo siento no sé qué me pasó...

—Lo vas a sentir ahora Olivia— desabrocha el cinturón con bastante facilidad y en pocos segundos. —. Voy a quitarte lo salvaje y lo voy hacer a mi manera.

Como mismo me entro al Ferrari así mismo me saca y vuelve a colocarme sobre su hombro sin la mayor delicadeza. No me atrevo a pedir que sea delicado o caballeroso porque no sé lo que hará. Sé que no va a golpearme porque no lo creo capaz. Pero me hará algo por la manera en que me amenazo hace poco lo supe. Estrella la puerta del Ferrari con demasiada fuerza al comenzar a caminar a una dirección.

—Ales...

—Vas a callarte Olivia— vuelve a estrellar su mano contra mi glúteo aún adolorido por la primera. —. ¿No quieres complicar esto más?

Entra a un lugar que no puedo reconocer por cómo me encuentro.

—Una habitación— vuelve a exigir.

La palabra moldarles y educación este hombre nunca las conoció en su vida.

Lo veo sacar su billetera y espera impaciente conmigo sobre su hombro. Terminan los trámites para la habitación, toma la llave sin decir nada más y se marcha.

—Espero que no tengas alguna actividad con el ridículo de tu novio por varios días— cierra la puerta poniéndole seguro y bajándome.

—De hecho si tengo— respondo para molestarlo. —, debo de acompañarlo a una de las empresas, me invitó a cenar e ir a una obra benéfica con su padre...

No me deja termina interrumpiéndome molesto.

—Me importa una mierda a dónde irás con el idiota ese, vas a cancelar porque ya tienes planes conmigo.

Lo miro incrédula por lo que dice, pero estoy más concentra en no desmayarme frente a él. Expando mis ojos al escuchar el sonido de la tela ser rotar si esfuerzo. No le mira por está entretenido en rasgar cada parte de la tela roja que componía mis vestido cayendo en el piso.

—No recuerdo que me hayas invitado a nada...— digo deteniéndome. —. ¡Mi vestido Alessandro!

Correr hacia ti ( Run 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora