15. 🩰

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Capítulo 15

Alessandro.

—¿Vas al menos a tocar la comida?— pregunto.

Hace una hora y varios minutos que llegó a mi departamento y no me ha dicho nada, más allá de un gracias o perdón y solo por la educación. No he hablado con ella de absolutamente nada.

Mira el plato frente a ella negando. Yo mismo me propuse prepara una que otra receta.

—No tengo hambre gracias— se limita a responder mirando cada plato. Parece que nada de lo que le ponga al frente despierta su apetito.

—Por lo que veo nunca tienes— yo si como de los alimentos frente a mí bajo su atenta mirada. —. Es preocupante no verte comer saber.

Su cuerpo se tensa levemente y lo oculta con rapidez para que no lo note. Tarde.

Aquí hay más que solo cuidarse por su carrera artística.

—Comí algo antes de llegar aquí— asegura.

Nuevo mi cabeza aceptando eso que acaba de decir no muy convencido. No la voy a obligar a nada.

Esta sentada frente a mí. Muy diferente a la última vez que la vi. Su cabello rubio está tejido en una trenza elegante que descansa sobre su hombro izquierdo con algunos mechones rizados y suelto a los lados de su rostro. Su rostro está más pálido de lo normal y se nota cansada.

Tal vez corrió mucho hoy y su cansancio sea por eso. Aunque ella no debería de exigirse de esa manera, me preocupa que se vea así.

No me gusta.

—Alessandro...

—¿Qué has comido?— preguntó. Su semblante cambia a uno confundido por la pregunta pero aún así responde.

—Almorcé— contesta. —. No acostumbro a desayunar y cenar mucho menos. Pero antes de llegar a tu departamento comí varios trozos de frutas y con ellos me sacié.

—¿Quiere decir que en todo el día solo llevas dos comida?— indago.

—sí.

Baja su rostro avergonzada de su respuesta.

—¿Por qué no cenas?— estoy más interesado en esto. No es nuestro tema de conversación original, pero enserio me preocupa que ella no se alimente correctamente.

Arquea una ceja.

—¿Me estás interrogando Alessandro?

—Si— respondo firme. —. ¿Por qué no cenas?

Se lo piensa un momento antes de responder, no sé si le creería cualquier cosa que ella diga. Olivia tiene problemas serios con no alimentarse y también parece que no es consciente de los problemas que eso conlleva en su salud.

¿Cómo demonios puede decir que no desayuna y no cena? Esa son la comida más importantes del día y ella las ignora.

—Ales creo que eso no es de tu...

—Te hice una pregunta Olivia y vas a responder. ¿Por qué no desayuna y no cenas?

Bufa molesta.


—¿Todo esto es porque me negué a probar los patos?— señala la mesa. —. No tengo hambre Alessandro y punto.

—Es que ese es el punto Olivia, nunca tienes hambre por lo que puedo notar— arremeto.

Es increíble la manera en la que me escucho tan calmado y no lo estoy.

Su mirada baja esquivando la mía a toda costa. La única vez que la vi terminar su comida sin ninguna complicación fue hace poco. El día que me confesó que nunca había comido una hamburguesa.

—¿Quieres una hamburguesa? Puedo pedirla para ti— propongo con la ilusión de que acepte.

Niega sin alza la mirada todavía. Esta triste.

—¿Enserio ales no tengo hambre?

—Bien, no insistiré más en ello— finalizo.

Nos quedamos en silencio sin decir nada, intento seguir con mi cena y desisto de ello al ver que mi apetito se esfumó. Me siento como si estuviera en una especie de interrogatorio con Olivia frente a mí observando cada uno de mis movimientos.

Dejo el tenedor sobre la mesa alejando el plato de mí centrando toda mi atención en la mujer delante a mí.

—Quiero proponerte algo Olivia— suelto las palabras que llevo pensando más de dos semanas. Me atemoriza la manera en cómo pueda reaccionar.

Levanta sus ojos interesados.

—¿Qué?— centra su mirada en la mía.

Los mil demonios. Siento el nudo crecer en mi garganta, no recuerdo la última vez que estuve nervioso por pedirle algo a una mujer.

No las discrimino por ser mujeres y mucho menos soy el tipo de hombre que se considera a sí mismo el sexo fuerte. No. Nunca haría eso con una mujer y menos con una que me interese como lo hace Olivia.

¿Pero por qué demonios me siento nervioso?

La verdad no sabría explicarlo, ella está frente a mí con sus ojos brillando bajo la luz que se encargan de iluminar mi sala. Mirándome a la espera de que diga lo que sea. ¿Como lo haría? Nunca en mi vida le he pedido a una mujer salir conmigo, tener algo formal y normal, que valla más allá de lo sexual. Con toda las mujeres que he estado siempre ha habido algo de por medio. Si es una pero as influyente el andar con un piloto de mi categoría sería un beneficio para su imagen y si se dedica a una carrera profesional que requiera de atención y el ojo público mi nombre sería atractivo y un impulso para ellas.

¿Por que con ella no?

Me ha demostrado que no importa quien yo sea para el mundo, que tan influyente sea mi nombre o en qué nivel la pondría si decidiera tener una relación conmigo. Ella me trataría igual que a cualquier persona y que está por debajo de ella.

Contraigo mi mandíbula, Olivia aún espera a que diga algo y terminar con este silencio. Reúno todo el valor suficiente poniéndome de pies y llegando hasta ella, alza su rostro para no perder de vista fijando mis ojos en los suyos.

Le extiendo mi mano que no duda en acepta poniéndose de pies quedando frente a mí. Acomodo mejor los mechones suelto de su trenza que adorna su delicada cara.

—Aún espero tu propuesta Ales. Siento que te acobardaste...— beso sus labios callándola. Es ahora o nunca y estoy decidida esto.

—Sal conmigo bella— musito. Mi frente descansa sobre la suya. —. Quiero más que esto Olivia.

Los segundos pasan y ella no responde, creo que hasta dejo de respirar. Está helada frente a mí sin hacer el más pequeño gesto o movimiento.

Pestañea varias veces saliendo de su trance.

—¿Me estás pidiendo...?— hace una pausa tragando con fuerza. Sus mejilla se han tornado más rojas de lo habitual haciendo ver adorable. —. ¿Me estás pidiendo que seamos algo más?

Se obliga a finalizar.

—sí. Quiero que seamos algo más Olivia, más formal ¿Entiende?

Mueve su cabeza comprendiendo, su ojos están fijos en la camisa blanca que llevo. Espero a que ella diga algo sin presionarla, cualquier cosa que ella diga la aceptaré sin rechistar, por más que quiera no lo verá de mi parte.

Respira hondo antes de hablar.

—sería muy pronto ales. Tú y yo apenas nos conocemos...

—no Olivia— la detengo cuando veo el rumbo de sus palabras. —. Solo quiero escuchar un sí o un no. Ninguna otra excusa.

Asiente.

—Bueno creo que...

—Te voy a dar cinco segundos para que te quites de mi maldito camino— su voz se hace presente retumbando por todo mi departamento. Olivia arruga su nariz en confusión y yo maldigo en más de dos idiomas.

—El señor Lombardi fue claro al pedir no ser molestado por nadie señorita lo siento. No puede pasar— es el portero de mi departamento.

—No lo voy a molestar maldita sea. Soy su jodida prometida.

Carajos mataré a Loren.

—¿Qué?— Olivia se alega de mi cuerpo al escuchar la ridiculez que acaba de decir Loren. —. ¿Escuché cambien Ales?

—No es lo que parece te lo puedo jurar— espeto molesto.

—¿Prometida...?— repito.

—Señorita...

—Hablaré con mi prometido— amenaza. —. Voy hacer que Alessandro los despida a cada uno de ustedes.

La figura de Loren entra al espacio que comparto con la bailarina. Viene con una sonrisa que se borra en cuanto ve la figura alta de Olivia medio cubrir la mía. Olivia está despalda aún y no la ha visto.

Loren escanea todo su cuerpo en un minuto arqueando ambas cejas.

—¡¿Se puede saber que hace en la casa de mi prometido?!— alza la voz haciendo énfasis en la última palabra.

El rostro de Olivia se arruga más por la pregunta. Se gira lentamente hacia Loren quedando frente a ella. Maldita sea a mi no me puede estar pasando esto.

Serán cosas del infierno o no sé qué. Olivia y Loren están vestida casi iguales pareciendo gemelas, la única diferencia de ambas es que Loren lleva un conjunto casual de falda y top mientras que Olivia lleva un vestido floral casi de color idénticos.

Ambas se mira entre ella sin decir nada, el parecido es increíble.

—¿Me imagino que eres la amante de mi prometido?— escupe Loren con desagrado hacia la bailarina.

No puedo asegurar la expresión que debe de tener Olivia ahora mismo en su rostro por se encuentra de espalda a mí, aún así puedo imaginar la fría expresión que le muestra.

—¿Disculpa, amante dices?

—Sí— alza su rostro con desafío. Loren no sabe con quién se está metiendo. —. Es lo que eres ¿No?

Lo único que Loren recibe de Olivia es una risa que llena el silencio. El portero que hace poco entró junto con Loren se ha quedado mirando la escena como todo un chismoso y más que eso también a Olivia. Su mirada se cruza con la mira y le muestro una expresión dura para que deje de observarla.

Que mire a Loren o una pared, Pero no a Olivia.

Capta mi advertencia silenciosa quitando sus ojos de la bailarina.

—Estás confundida— le asegura Olivia. —. Yo no soy amante de nadie y mucho menos de este señor.

Loren entrecierra sus ojos hacia ella.

—¿Que haces en su casa entonces? ¿Trabajas para el...?

—No trabaja para nadie y si estoy aquí es por un error, uno que no volverá a suceder. Tu prometido me pidió venir, pero creo que se escaparon algunos detalles.

Olivia gira su cabeza hacia atrás observándome en mi lugar como una estatua, sus ojos no son diferente a otras veces. Frío.

—No tengo nada con ella— anunció.

Loren llega en dos pasos a mi lugar.

—Mi amor como te atreves a decir eso— se para frente a mí y ni así me permito dejar de mojar a la mujer que si me interesa y que mata a Loren con su mirada. —. ¿Cómo vas a decir que no tienes nada conmigo amor?

La furia crece dentro de mí. ¿No pudo llegar en otro momento?

—Como mismo lo estoy diciendo Loren. No tengo nada contigo— recalcó. —entiéndelo.

—Pero amor...

Intenta tocarme y me alego con rapidez de ella. No voy a dejar que ella ponga sus manos sobre mi y que Olivia vea eso. Complicaría mas las cosa de lo que ya lo he complicado.

—Amor nada Loren, sal de mi departamento ahora— pico con severidad.

—No Ales. No me vas a cambiar por una amante, una cualquiera...

Me muevo con rapidez interponiéndome en camino de Olivia que va directo a Loren. Sus ojos se fijan en los míos con rudeza y por unos segundo ciento algo parecido al miedo crecer dentro de mí. No me molestaría que Olivia la pusiera en su lugar, claro que no. Pero eso no quiere decir que voy a dejar que se jalen los pelos en mi casa.

—Quítate de mi camino Alessandro. Quítate porque no respondo contigo también— intentó tocarla y se aleja como si mi toque le repugnara.

—Te dije que te alejaras de mi prometido.

El cuerpo de Loren sale detrás de mi espalda empujando el de Olivia alejándola más de mí. Lo que pasa a continuación es inevitable.

—¿Estás viendo que estoy cerca de él?— Olivia le grita en la cara empujándola de la misma manera.

—No me grites...

—¡Y tú a mí no me toques con tus manos sucias!— amenaza alzando la voz y queriéndola empujar otra vez.

—Olivia no— intervengo.

—Defiéndela, dale la razón Alessandro— me aleja a mí también.

La tomo por las muñecas forcejeando.

—No le doy la razón a nadie que no sea a ti ¿Me escuchas?— declaró entre dientes.

La guerra de mirada se mantiene entre ambos y solo nos obligamos a dejarla cuando escuchamos la voz de Loren detrás de nosotros.

—Ales sácala de aquí— pide en una súplica. —. No acepto que la traiga aquí.

Me volteo con un cero de paciencia en mi cuerpo. Voy a matar a quien sea que la deje subir a mi departamento. Fui claro cuando dije que no.

—Ella no se irá de aquí Loren tú sí.

Sus ojos azules se expanden a más no poder mirándome sorprendida. Baja la mirada un segundo controlando su respiración.

—Que se vaya amor, no la quiero aquí...

—Nadie va a sacarme porque me iré...— me volteo rápidamente tomando su mano y deteniéndola. Sus ojos bajan hasta el agarre y busca los mío rápida mente. —. Suéltame.

—No vas a irte hasta que hablemos...

—¡¿De qué?!— pregunta agresiva. —. Si no lo has notado Alessandro, aquí no hay nada de qué hablar. Al menos no conmigo, habla con tu prometida— señala a Loren que está sonriente.

—No es mi prometida.

Se acerca a mí hasta quedar a centímetros de mis rostros hechizándome en sus ojos y logrando soltarse.

—A mi no me interesa si es o no es tu prometida o lo que sea Alessandro. Déjame en paz— finaliza saliendo de mi departamento.

La veo alejarse como siempre, el portero sale detrás de ella dejándome a solas con Loren. Cierro mis manos en puños porque esto no debió de terminar así.

—Ella no vale la pena mi amor— se abraza a mi espalda y me alejo como si su toque me diera mil sobre descarga al mismo tiempo.

—Vas a salir de mi departamento y no vas a volver más Loren— le dijo rojo de la ira. —. Lo que había entre nosotros acabo, entiéndelo por dios.

La dejo con la palabra en la boca cuando intenta seguir esta conversación, salgo de mi departamento queriendo alcanzar a Olivia antes de que se aleje por completo del edificio.

Bajo a recepción mirando a todas las direcciones posibles buscando su cabella rubia sin dar con ella.

—¿Dónde está?— me dirijo a los señores que están detrás del mostrador tratando de hacer su trabajo.

—¿La señorita rubia?— arqueó una de mis cejas cuando lo preguntan. Si no es ella por quien voy a preguntar. —. Acaba de salir señor.

—¡¿Y por qué la dejaron salir?¡— suelto molesto dando un golpe sobre su mostrador espantándolos a los dos.

Se miran entre ambos sin pronunciar nada.

—Cariño— la horrible voz de Loren vuelve a aparecer. —. ¿Te comportas así por ella...?

La toma del brazo jalándola hasta estar parada justo a mi lado. La señaló sin quitar la mirada de ambos señores.

—¿Están viendo a esta mujer de aquí?— asiente sin dudar. —. No es mi novia y mucho menos mi prometida, no es nada.

—Ales...

—Si la vuelven a dejar pasar a mi piso habrá consecuencia y graves— amenazo. —. La única mujer que pueden dejar pasar es a la que dejaron ir, Olivia. Más nadie ¿Me entiende?

—Si señor— pronuncia al tiempo.

—Quiero que la conozcan a la perfección— les dijo sorprendiéndolo a ambos. —, son muy parecida y no quiero erro con eso.

Olivia.

—¿Que tienen para decir?— la voz de mi madre se escucha por todo el salón. Mi compañero de baile Gianni mira en mi dirección esperando alguna reacción de mi parte y no se la doy me mantengo firme mirando a mi madre delante de ambos. —. Estoy esperando una respuesta.

—Olivia no conecto conmigo— se defiende. Suelto una risa baja rondado mis ojos.

Es un cobarde.

—¿Me hechas la culpa a mi Gianni?— sigo sin girar el rostro en su dirección.

Tarda en responder viéndose más cobarde de lo que ya es.

—No te conectaste conmigo, es la verdad...

—No dominas el número— declaró deteniéndolo que me siga echando la culpa.

—Claro que si— responde seguro. —. Tú eres la de los fallos...

Giro mi cabeza a su lado sosteniendo su mirada negra como la noche. El no es un mal bailarín, estar en la academia de mi madre no le favorece en nada ser malo en esto, pero de ahí a echarme la culpa a mí de que el número no salga a la perfección como mi madre espera es de cobarde.

Es cierto que he estado un poco lejana con mis pensamientos de ayer en la noche que salí del departamento de dicho piloto que me he negado a pensar o mencionar su nombre. ¿Cómo se atrevió a mentirme todo este tiempo y seguir mintiéndome?

Yo le dejé en claro desde el principio que mantenía una relación con Francesco, o más bien un intento por que eso no funcionó nunca. Pero de cualquier manera nunca le mentí y él sí.

Loren.

Ese es el nombre de su prometida. No recuerdo haber escuchado o visto que él estuviera comprometido con una mujer de ninguna manera, él mantiene su vida muy privada de todo y más de sus fanáticos, es normal que no supiera que está con un hombre comprometido.

Puede ser muchas cosas en mi vida, pero jamás estaría con alguien que ya está comprometido.

Y lo que más me molesto y me sigue molestando fue ver la forma en cómo me pidió que fuéramos algo más. ¿Que está mal con él? ¿Cómo se atreve a jugar con una mujer de este modo? No esperaba eso de él y él lo que más me enoja que aún así, después de ver su verdadera cara sigo justificándolo cuando no debería.

—¿Enserio crees que soy la de los fallos Gianni? Te dije mil veces que no, ese número no lo dominas aún y quieres decir que soy yo— no dice nada. —. ¡Habla!

—Olivia— mamá dice mi nombre interviniendo. —. Esa actitud no la acepto y lo sabes.

No dejo de mirar a mi compañero que aún no habla ni hace algo.

—Pues que sea un hombre y acepte que es más su culpa que la mía— vociferó más molesta.

Nadie en la academia se atreve a decir nada, salían embarrados cualquiera que intente decir algo más en esto.

—Si siguen de esa manera no se presentarán. Ambos.

—¿Crees que me voy a presentar con este maldito...?— me giro hacia mi madre.

Ella da dos pasos llegando hasta mí.

—Dilo Olivia y habrá más consecuencias a tu nombre de la que ya hay— gruñe entre dientes. Tuviste mucha culpa en esto, así que no te ofendas. No eres indispensable.

La mirada azul de ambas chocan con fuerza. No me sorprende que le dé la razón a Gianni. Para nada. Todos mis compañeros están a la espera de que diga o haga algo.

Nadie se atreve a desobedecer a mi madre en esta academia, yo me incluyo, pero ahora estoy demasiada molesta con todo el mundo y una sola persona tiene toda la culpa.

El maldito sexy piloto de Ferrari.

—Búscate a otra bailarina que haga el número como a él le dé la gana mamá— me atrevo a hablarle de esa manera. Con firmeza. —. No soy indispensable aquí, pero si la única bailarina que hace a la perfección ese número, así que suerte.

Me alejo de ella dejándola con la palabra en la boca. Esa actitud que tome con ella frente a mis compañeros me traerá consecuencias, pero la voy a aceptar complacida porque sé que la bailarina que acepte hacer el numero con Gianni no será como yo y eso le va a molestar a mi madre y lo mejor de todo es que no dejares que se desquite conmigo por los errores de otros.

Ya no.

Tomo mi bulto deportivo con mis cosas saliendo de la academia. Estoy por subir a mi auto cuando soy detenida por alguien.

—Olivia— llama mi nombre acercándose a mí. Me volteo encontrando a la misma mujer de aquella vez en el departamento de Ales.

Mónica.

—¿Que quieres?— preguntó abriendo la puerta del piloto de mi auto. —. Llevo apuro y no tengo paciencia para nadie.

Si viene con lo mismo de la última vez no me importa. Ella, Alessandro, la escudería y las carreras se pueden ir por el mismo camino y no me importaría.

Respira hondo calmándose antes de responder. Está más sumisa que la otra vez.

—Me advirtieron de esa actitud— informa. —. Alessandro pidió verte hoy y voy a llevarte hasta donde él.

Río sin gracia al escuchar lo que acaba de decir.

—¿Crees que me voy a ir contigo y más a ver a Alessandro?

—Si— es firme en su respuesta.

Duró unos segundos en responder. Me golpeó mentalmente yo misma cuando considero la opción de aceptar.

—No— su semblante cambia. —. Dile a Alessandro que me deje en paz y se enfoque en su prometida. Que respete.



Loren haciendo de la suya...

Aquí entre nosotros... el próximo capítulo será explosivo entre estos dos.

¿Habrá reconciliación? No lo sabemos. Depende de ustedes.

En este libro se va a sufrir mucho y no vamos por mitad.

PD: los quiere su escritora.

Aquí no se aceptan lectores fantasmas.

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Correr hacia ti ( Run 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora