Cap. 35🏎️

959 87 4
                                    

Me ayudarías mucho dejando tu voto y comentario. Graciasss ¡Besitos!

Capítulo 35. Parte 1.

Alessandro.

Abro la puerta de golpe sin poder contener a esa reacción. El rostro húmedo de Olivia es lo primero que mis ojos captan delante de mí y solo dos paso me
Son suficientes para llegar a su lado.

Doblo mis rodillas para quedar a su misma altura.

—¡¿Que te pasa?!— tomo su rostro en mis mano humedeciendo de inmediato con sus lágrimas. —. Bella ¿Pasó algo mientras yo no estaba?

—¡Sí!

Mi corazón comienza a latir más rápido de lo que ya lo hace. Comienzo a buscar algún indicio de maltrato por todo su cuerpo asegurándome bien de que no esté dañada en ninguna área.

—¿Que sucedió? ¿Alguien entró aquí? ¿Te hizo algo? ¿Te tocó?

Comienzo soltando todas las preguntas que se aglomeran en mi cabeza. Voy a matarla si se atrevió a ponerle una mano encima. El llanto de Olivia cesa para mirarme extrañado.

—Voy a matarla si se atrevió a tocarte...

—¿Qué?

Tomo su rostro asegurándome de que no tenga ni una marca como todo su cuerpo.

—¿Ella estuvo aquí?— preguntó y su rostro se contrae más en confusión.

—¿De qué estás hablando Alessandro? ¿Ella quien?

—¿Porque estás llorando?— evitó su preguntón otra. —. ¿Te pasa algo?

—¡Sí!— mueve su cabeza y dos lagrimas más bajan por sus mejillas. —. No debería estar llorando por esto ales, pero estoy muy frustrada y no ser que hacer.

Las borro obligándome a calmarme y averiguar que pasó para que ella esté así.

—¿Me vas a contar? ¿Alguien te hizo algo?

Niega.

—Mi vestido no me sirve Ales— comienza a llorar de nuevo. Ahora soy yo el que la miro confundido.

Miro el trozo de tela sobre la mesa, también veo una cinta métrica y varias medidas escritas en una hoja de papel. El diseño del vestido resalta en un boceto dando un aspecto de cómo debería de lucir en el cuerpo de Olivia.

—¡Mi ropa ya no me va a quedar porque estoy gorda!

Bella...

—Llevo la mañana entera creando este diseño— señala el boceto y lo miro un segundo más antes de volver toda mi atención a ella. —, para que al final cuando decida colocarlo no me entre Ales. ¡El vestido no me sirve!

—Vamos a solucionarlo.

—¡¿Cómo?!— pregunta exagerada. Toma la hoja en la cual están las medidas plasmada con lápiz. —. Estas siempre han sido mis medidas, cada vestido que me he confeccionado la ha llevado y ahora no me servirán más.

Más lágrimas bajan por su rostro sin control y hago el mismo movimiento barrándolas.

—No hay que ponerse así Bella, son solo tallas. Nada más y tenemos solución— mi voz es de lo más calmada posible.

—¡¿Cuales Alessandro?! Dimes cuáles son esas soluciones, porque lo único que me queda hacer es volver a concesionar un vestido más grande.

Alza la tela mostrándomela. Se la quito de la mano dejándola sobre la mesa en que estaba. Estoy pensando muy bien mi respuesta porque no quiero ir a soltar cualquier cosa que se me cruce por la cabeza y empeorar la situación.

—¿Quieres que yo te tome nuevas medidas?— preguntó y ella me mira como si estuviera loco.

—¿Tú sabes cómo tomarlas?

—No— niego y beso sus labios con delicadeza. Por este instante me olvide de Loren y lo que pasó en el ascensor. —. Tú podrías decirme cómo debo de hacerlo y encantado te ayudo.

Ella asiente despacio limpiando las últimas lágrimas que bajan por sus mejillas. Me pongo de pies y ella lo hace igual tomando la cinta métrica en su mano, me la extiende y la tomo.

Se quita la enorme camisa que lleva y que oculta su cuerpo dejándola a un lado. Su cuerpo desnudo reluce delante de mi cara y me es imposible el no pasar mi vista por cada extremidad que ella posee. Su cabello rubio cae en suaves honda a lo lado de su cara siéndole un áspero angélica en conjunto con su belleza.

Le metieron la ridícula idea de que ella no puede ser perfecta si no tiene las tallas ideales para considerarse perfecta, pero se equivocaron y la dañaron porque es única así como ella luce ahora.

Sus esferas azules me miran a la espera de que de el primer paso para acercarme y me mentalizo en que solo debo de tomarle las medidas para su vestido y no terminar folla sola como llevo queriendo hace un tiempo.

Soy paso cortos hasta ella acomodando como imagino que debe de ir la cinta.

—Tienes que ponerla al rededor de mi cintura— dice mostrándome cómo hacerlo y solo asiento haciendo cada cosa que me dice. —. Ahora tienes ver qué número hay aquí— señala el lugar donde se junta la cinta cerrándola.

Miro bien y le dijo el número.

—Cincuenta centímetros— pronunció y veo como respira aliviada.

—Aún no he engordado esa parte.

Quito la cinta y ahora mido su abdomen.

—¿Puedes sujetarlo un poco más Ales? Está muy flojo.

La miro con una ceja alzada. Ella baja el rostro apenada cuando se da cuenta de lo que quiero decirle.

—Lo mismo— digo mirándola a los ojos.

—Mídela al justo. Necesito saber si aumente esa parte.

Hago lo que me pide, no queriendo que se fuerce a olvidarlo.

—Treinta y ocho.

Asiente y me atrevo a preguntarle por su talla actual.

—¿Esa es tu talla?—niega.

—Es más pequeña— quita la cinta del alrededor de su cuerpo. —. Debo de hacerme la idea de que en unos meses esto será enorme y yo deberé de verme como una pelota.

Rio de eso último, fue lo menos que pensé y pienso cuando me hago la idea de que más adelante se notará su embarazo.

—Burlarte Lombardi — recibo un golpe en mi hombro. —. Después de todo es tu culpa, tú me embarazaste.

—Serás una pelota muy sexy Bella, de eso no me va a caber duda.

Rueda los ojos y seguimos en tomar sus medidas. Sus pechos serán los siguientes en la lista. Tira todo su cabello hacia tras para dejar en total libertad la zona a medir, me hacerlo un paso más a su espacio personal para pasar la cinta por su espalda cerrándola en frente. Mis labios rozan su mejilla y no pierdo el tiempo en dejar un fugaz beso sobre ella haciéndola sonreír.

—Aquí tenemos sesentas— hablo. —. Nada mal.

Quito la cinta y ella no responde.

—¿Y...?— la insisto a que fija algo sobre esa talla.

—¿Que Lombardi?

—¿No va a decir nada de esa talla?

Se encoge de hombros.

—No tengo nada que decir.

—¿Enserio? Acabo de tomar medidas de casi todo tu cuerpo y de ellos no piensas decir nada— señaló sus pechos levantados frente a mí.

—Es que no tengo nada que decir Ales.

—¿No?— alza mi ceja.

—No. Ellos siguen estado iguales— responde con calma. —. ¿Tú espera que yo diga algo?

—sí. Quiero escuchar una crítica buena de ellos, me encantan.

Correr hacia ti ( Run 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora