Capitulo 29🩰

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Capítulo 29.


Alessandro.


Mi cuerpo sigue congela en el mismo lugar, con la misma expresión de sorpresa. El tiempo sigue pasando y lo único que logró sentir con demasiada fuerza el bombeo de mi corazón acelerado retumbar en mí dentro, de mi oídos, mi pulso está a mil y ni siquiera al sentir lo cerca de la muerte en una carrera me he sentido así.

No puedo ingerir esta noticia.

Olivia está embarazada, espera un hijo mío.

—¿No te alegra saber que serás padre...?

Acortó la distancia que nos mantiene separados. Más que un amigo lo considero un hermano más, pero si llega a bromear con esto juro que lo voy a matar.

El no puede sacar conclusiones tan rápido.

—Espero que esto no sea parte de tu juego contra Olivia Iván— amenazo entre dientes.

Dios santo, el solo pensar que la mujer que descansa en mi habitación está gestándole vida a una pequeña parte de mi me hace sentir... no sé cómo explicarlo en estos momentos, pero se siente increíble.

Un hijo mío y de Olivia.

—No es parte de ningún juego Ales— se pone más serio que antes. —. Olivia está embarazada, podemos hacerle una prueba de embarazo ahora mismo y saldría positiva.

—¿Cuánto tiempo tomaría eso?

—No mucho, solo tendría que llevar una muestra de su sangre al laboratorio y tendrías lo resultados en menos de una hora.

Iván ve la duda en mi rostro así que continúa.

—La prueba de sangre es la más efectiva Ale, pocos han sido los casos en que esa prueba falla.

—Confiare en ti— aceptó convencido y emocionado. —, pero no quiero que ella lo sepa por ahora.

—¿Si sabes que se lo tienes que decir?

Muevo mi cabeza asistiendo. Vuelvo a la habitación con Iván detrás de mí.

Lo primero que visualizo al abrir la puerta es a Olivia dormir profundamente sobre la cama. Sus mechones rubios están esparcidos por toda la almohada dándole un toque de serenidad, su pecho sube y baja pausadamente con cada respiración y no me resisto al bajar mis ojos a su abdomen.

Esta embarazada Alessandro...

Esas últimas palabras de Iván se repiten una y otra vez en mi cabeza como un disco rayado y el cual no quiero detener.

Carajos ella va a tener un hijo mío y no sé como tomarlo.

¿Me emociona?

Si.

¿Me aterra?

También.

Yo lo deseo, lo dejé claro desde un principio. Le hice saber que yo sí quiero ser padre, tener tantos hijos como pudiera y mi futura pareja en ese entonces me permitiera, pero también ella dejó sus puntos claro. Dejo en claro que no le atraía esa idea, el futuro de ser madre y lo respete. Ahora no sé cómo me encuentro con esto porque no sé su reacción. No sé si ella querrá seguir con esto o si cambiara de opinión y lo acepte tanto como yo.

Por primera vez en mi vida no sé qué hacer.

—Si fuera tú no me haría ilusiones tan pronto Ales, ella es muy inestable y sucedería cualquier cosa— musita bajo asegurándose que ella no nos escuche.

Lo miro molesto mientras el prepa otro inyección.

—¿No está queriendo pronunciar lo que creo Iván?

Asiente.

—Con ella se puede esperar cualquier cosa. No sabemos cómo lo tomará.

—¿Y si no quiero que ella se entere tan pronto?— inquiero.

Carajos, eso es un problema porque ella lo ha dejado en claro, muy en claro que no desea ser madre ni ahora ni nunca.

—En algún momento tendrás que decírselo Alessandro. Puede que tenga semanas y no se entere ahora por descuidada, pero cuando pasen los meses y ella lo comience a notar.

—Tú has que todo esté bien con ella y mi hijo ¿Bien? Yo me encargo de mi mujer y de cómo le daré la noticia.

Asiente resignado. Me acerco a Olivia tocando su mejilla fría. Diría que es por la temperatura fría de la habitación, pero no, su cuerpo ha estado frío desde hace unos días haciéndola sentir de la misma manera.

Se remueve al sentirme separando sus palpados de a poco. Me sonríe y le devuelvo el gesto con todo el amor del mundo.

Si ella solo supiera cuánto la amo y más ahora que me cumplirá uno de mis mayores anhelos.

—Volviste— murmura aún soñolienta. —. ¿Puedes subir a la cama y sobrarme, hace mucho frío sin ti aquí?

La sonrisa sigue plasmada en mis labios al escuchar su queja. Tomo con todo el cuidado la mano en donde Iván colocó el suero minutos ante y dejó un beso en ella.

—Me tendrás solo para ti Bella, lo prometo. Antes Iván te sacara un poco de sangre para unos análisis. ¿Estás de acuerdo?

Tarda en responde poniendo una mueca de disgusto.

—Tu amigo médico me odia Ales y solo le gusta hacerme sufrir con tantas inyecciones— se queja. —. Las odio cariño.

—Está será la última Bella, lo prometo.

Asiente sin ánimos, antes de alejarme dejo un beso en sus labios susurrándole lo más bajo que la quiero. Iván se acerca y toma su brazo observando bien en donde pinchará su mano para extraer sangre. Pasan unos minutos y se aleja satisfecho.

Camina hasta mí guardando todo adecuadamente para marcharse.

—Pediré que hagan la prueba de inmediato y te daré los resultados desde que los tenga en mi mano— anuncia tomando su maleta de médico.

—Me lo haces saber cuánto ante Iván. No puedo esperar tanto.

Me sonríe más de lo que suele hacerlo. Como mi amigo y médico de cabecera sabe lo importante que es esto para mí.

—No seas impaciente Ales— dice a modo de burla y ruedo mis ojos.

Quisiera verlo en mis zapatos.

Deja unas indicaciones más sobre el cuidado de Olivia y termina saliendo de mi departamento. Me quito la ropa que llevo puesta quedando solo en ropa interior, subiendo a la cama al lado de Olivia. No pasa un segundo cuando ya se está acomodando su cuerpo contra el mío, mostrando lo bien que encajamos ambos.

—Así está mejor— pronuncia con voz apagada.

No respondo a eso dedicándome a acariciar su pelo desde la raíz hasta las puntas. Suave porque se sigue cayendo y ella no sabe nada. Mi otra mano se mete por debajo del suéter abrigado que lleva puesto. No lo puedo evitar y sonrío. Su abdomen está muy plano, pero de todos modos no ignora el hecho de que hay algo ahí dentro y que ese algo será tan perfecto como nosotros dos.

—Quieres seguir haciendo eso que hacías en mi vientre— pide. —. Me gusta la sensación.

La obedezco complaciéndola de inmediato y siguiendo con las caricias.

Beso en medio de su frente dedicándome a velar su sueño ya que nadie la idea de esa gran noticia no me deja pegar un solo sueño.

—¿Iván te dijo algo?— pregunta en un susurro.

Reprimo la gran sonrisa que amenaza con salir de mis labios.

—Me dijo lo suficiente— suspiró omitiendo la noticia de su embarazo.

No detengo las caricias, ni en su pelo ni en su vientre.

¿Cómo se verá mientras vaya creciendo?

—¿Que tipo de análisis hará?— sigue preguntando.

—Investigará porque estás en este estado Bella, no tienes porque preocuparte yo me voy hacer cargo. Tu solo descansa— finalizó besando sus labios.

Ella asiente volviendo a quedarse dormida.

...

Entro mi mano en la bañera confirmando que el agua esté a una temperatura agradable para que Olivia pueda tomar su baño sin problemas. Está tibia. Me levanto dispuesto a ir a buscarla cuando escucho mi teléfono soltar un pitido indicando la llegada de un mensaje. Lo busco y encendiendo la pantalla y ver el nombre de Iván relucir en ella.

Lo desbloque ansioso por lo que quiero ver. Una foto de una imagen capta mi atención varios segundo hasta leer los mensaje debajo.

Iván.

Positivo.

Felicidades amigo, serás padre.


Releo una y otra vez el mismo mensaje en donde me confirma lo que ya se. Ella me dará un hijo. Busco la imagen de la prueba leyendo su contenido cuidadosamente y sin saltarme ningún detalle.

—¿Ales?— me espanto al escucharla llamarme.

Apagó el teléfono con rapidez dándole toda mi atención de inmediato.

—¿Que haces de pies?— reprochó preocupado, mucho más de su estado. —. Te dije que iba a buscarte Bella, no puede estar de pies.

Llevo mis manos a los lados de su cintura guiándola hacia la bañera que espera por ella. Ella explota en una suave risa cuando comienzo a desvestir su bata de baño dándole paso a su desnude.

—No estoy inválida Ales, puedo hacer las cosas por mi misma— responde.

Me obligó a apartar la mirada de su cuerpo. Luce muy delgada para mi gusto y para la salud de cualquier embarazada. Me volveré más exigente con su alimentación ahora, porque no solo es ella.

—¿Cariño?— toma mi rostro entre sus manos alzándolo a su altura.

Suspiro. Iván tiene razón, no puedo ocultárselo y me estoy volviendo muy paranoico.

—Se que no estás invalida Bella, pero no quiero que te esfuerces demasiado— me levando quedando casi a su misma altura. Beso sus labios unos segundos antes de volver a seguir. —. Quiero que guardes fuerzas por si las llega a necesitar en cualquier otro momento.

—Te escuchas preocupado. ¿Por qué?

—Necesito que mejores y que nada te pase— dobló un poco mi cuerpo para tomarla en brazos.

Esta liviana como una pluma.

Ella sonríe el gesto y con cuidado la dejo dentro de la bañera. Hace un gesto de satisfacción con su rostro al sentir el agua mojar su piel.

—¿Está como lo pediste?— me pongo de cuclillas frente a ella dándole caricias a su espalda y disfrutando de ver como ella disfruta su baño.

—Está perfecto Ales gracias. Deseaba mucho esto.

Como si fuera una niña pequeña tomando su primer baño en tina comienza a mover sus manos insinuando a la creación de más espuma y burbujas por el jabón líquido que contiene el agua. Sonríe complacida cuando logra lo que quería de llenarla de espuma.

Gira su rostro hacia mí.

—Tengo un espacio para ti por si quieres unirte cariño.

No lo dudo en aceptar la invitación, sin que lo vuelva a pedir me desvisto introduciéndome detrás de ella dentro de la bañera.

Arrastro su cuerpo hasta quedar pegado al mío.

—¿Que te parece así?— preguntó con suavidad a centro metro de su oreja.

—Perfecto—musita cerrando juntando sus palpados.

Recibe las caricias vagas que mis manos se dedican hacer por todo su cuerpo tallándolo con suavidad para limpiarlo de manera correcta.

Su cuerpo sigue relajándose bajo mi toque y me permito sonreír no sé por cuánta vez en la mañana solo con verla.

—No sé que me pase Ales, pero últimamente me está gustando la manera en la que me tocas.

—¿De qué manera?— busco saber besando su mejilla y dejando caricias con la punta de mi nariz.

Hace días que no la toco y por más que quiera cuidarla a ella y el embarazo muero y necesito volver a tocarla.

—De manera mucho más agradable— responde. —. Es como si siempre lo necesitara.

—A mí me gusta cómo se escucha eso.

Giró su rostro poniéndolo frente al mío, teniendo toda la libertada de besarla en los labios. Es un beso demasiado profundo y que solo se encarga de ir subiendo de intensidad. Mis manos siguen recorriendo cada parte de su cuerpo y me detengo más de los debidos en acariciar su vientre.

Olivia es quien rompe el beso unos segundos colocándose mejor sobre mí, poniendo sus piernas a cada lado de mi cadera. Sus ojos se conectan con los míos atrapándome como siempre que me mira. A diferencia de todos estoy días que ha estado enferma, esta ha sido la mirada más viva que me ha dado.

Noto el sonrojo que llevo días sin ver en su pómulos y me dejo llevar por el impulso de acariciarlo. Mi mano se acopla con perfección en su mejilla y veo como cierra sus ojos agradecida de recibir esa caricia. Reprime una sonrisa antes de volver a unir nuestros labios.

Se balanza de adelante hacia tras, obteniendo como resultado que nuestros sexos se rocen entre ellos. El calor y la ansiedad por sentirla de esta manera van creciendo dentro de mí con cada uno de esos movimientos. Mis manos colocada a los lados de su cintura, la impulsa para que sigas el mismo ritmo.

Suelta un pequeño sonido contra mi boca cuando mi polla empieza a reclamar una atención más profunda del momento.

Los movimientos siguen y llevo mi mano a los lados de su cintura para estimularlos a mi antojo. Unos segundos más tarde detengo los roces para penetrarla despacio, muy despacio y con todo el cuidado del mundo. Nunca he hecho esto con alguien en su estado y me odiaría a mí mismo si llego a provocar algo de lo que me pueda arrepentir.

Como todas las veces que estamos juntos, su interior me recibe con una calidez que he comenzado a adorar de ella. Sus paredes se expanden y contraen repetidas veces adaptándose a mí y abrazándome deliciosamente.

Es una realidad que no pienso ocultar. Olivia me tenía fascinado desde hace mucho y ahora puedo confirma que me tiene enamorado y a su completa disposición.

Separa su boca de la mía con la única tarea de soltar un inexistente gemido de placer sobre mis labios. Sus ojos se viene tan con los míos al tiempo en que comienza a mecerse con lentitud adelante y hacia tras manteniendo el ritmo por mucho.

No acostumbro a esta lentitud, pero con ella no llevo ningún apuro ni desesperación. Olivia se toma su tiempo y yo complacido se lo doy.

Llevo mis manos detrás de su nuca acercándola otra vez a mis labios, solo rosándolos sin llévalos a unir. Con cada movimiento que damos el agua de la tina comienza a desbordase fuera de esta regándose en el piso por todas parte. No le tomamos importancia ni al sonido de mi teléfono sonar el alguna parte del baño. Seguimos en nuestro momento que yo quisiera que no acabe nunca.

Su cuerpo comienza a darme todas las señales de lo cerca que esta de alcanzar placer y el mío igualmente. Los gemidos y Jadeo no se hacen esperar por parte de los dos llenando el silencio del baño con ellos. Olivia pega su frente a la mía, sin perder el ritmo de sus movimiento y soltando todo el aire retenido en sus pulmones.

Musita una palabra de placer que no le tomo importancia al estar disfrutando de su calidez y el suave olor que desprende aún tomando un baño. La corriente comienza a subir por mis piernas avisándome de lo poco que me queda y que no lucho por retener por querer terminar junto a ella.

Sus manos suben por mis hombros llegando a perderse por el inicio de mi cabello, sujetándose desde la raíz.

—No lo puedo soportar más cariño— suelto en un gemido.

Asiento complacido de la misma manera y en segundos los dos llegamos juntos al orgasmo. Me vació dentro de ella creando una sonrisa al recodar el perfecto trabajo que hice hace semanas de la misma manera y embarazándola. Su cuerpo tiembla levemente dejando caer su cabeza sobre mi hombre regulando su descontrolada respiración.

Acaricio su espalda siendo yo ahora que de suave empujones con mi miembro aún dentro de ella y complaciéndola después de terminar. Me regala uno que otro débil gemido más por ello, iniciando un trazo con sus labios y besos por mi cuello.

Cierro los ojos disfrutando de eso también.

—Ti amo— pronuncio en italiano. Su cuerpo se detiene como la misma vez que le dije te quiero en el paddock. —. Si aún no está lista no tienes que contestar Bella. Solo quiero que lo sepas y lo tengas presente. Te amo.

Tomó su rostro en mi manos haciéndola que me mire directamente a los ojos, los suyos se encuentran cristalizados y sonrió discretamente por eso que cause. Olivia nunca me ha contestado o me ha dicho que me quiere de igual forma que yo a ella y no me molesta voy a esperar a que nazca con genuinidad y se sienta lista para hacerlo.

...

—¿No pudiste pedir algo menos complicado Alessandro Lombardi?— escucho la queja de Mónica a través de mi teléfono. —. Cuando pienso que no voy a tener un día estresado y que solo le encargaré de las necesidades de mi pequeña hija, llegas tú y me pides que consigas algo casi imposible.

Quiero soltar una risa, pero me contengo de hacerlo y no empeorar su mal humor más. No sé qué le pasa si solo le pedí unas rosas azules para Olivia.

Al parecer no la despertaron como lo hicieron conmigo.

—Solo son unas simples rosas Mónica.

—¡Simples Alessandro¡ ¿Sabes a cuantas floristerías tuve que llamar y parecer loca buscando ese tipo de rosa? ¿Es que acaso tú y Prescott no pueden dar regalo simples? ¿Todo el tiempo tienen que ser extravagantes?

—De Colin no lo sé, pero yo sí— la molesto. —. La mujer a mi lado no es simple, Mónica. Olivia es más que extravagante.

La escucho soltar un regaño hacia la pequeña Penélope.

—Solo pido un día Lombardi, un día sin que ustedes me vuelvan loca.

—Háblalo con la escudería o con Emilio Mónica, no conmigo.

—Ustedes se morirían un día sin mí— responde y no soy quien para negarlo. —. Apuesto a que el día en que decida jubilarme tú y Colín harán un desastre a los dos minutos de haber ido.

De mi no sería tan desastroso, pero del hijo mayor de Emilio si lo espero.

Mónica es ha sido su salva vida todo estos años y el día que no la tenga a su lado será un completo desastre.

—Lo comprendo Mónica, pero por ahora trabajas para la escudería y por ende para mí y necesito lo que te pedí con urgencia.

—¿Tuviste problemas con Olivia?— investiga acusatoria.

Sonrió negando como si ella pudiera verme.

—Ni un solo hasta ahora.

—¿Y por qué la insistencia Alessandro?

—Es un detalle que se merece por algo que me...

Me detengo al segundo. No tengo ningún problema en contarle sobre el embarazo de Olivia a Mónica. Ella mejor que nadie guardaría el secreto hasta que yo lo crea necesario porque es buena en eso. Pero al igual que todo en mi vida quiero mantener esto lo más privado posible hasta que se lo diga a Olivia o ella se entere antes.

—¿Por algo que Alessandro?

—Te lo diré la después...

—¡Me lo dirás ahora mismo Alessandro si quieres que ese arreglo llegue a tu departamento!— amenaza y sé que no es en juego.

—¿Me estás amenazando Mónica?

—Si— responde segura. —. Ahora habla.

Respiro hondo asegurándome de estar solo en la sala. No veo rastro de Olivia por ninguna parte del departamento y lo más probable es que siga durmiendo aún. Luego del desayuno se sintió cansada y solo quiso dormir, a lo cual no le negué.

Quiero que ahorre todas las energías posibles para cuando la necesite.

—¿Y bien Lombardi?— presiona al no tener respuesta.

—Debería de hacerte firma un acuerdo antes, estoy es muy privado para mí y quiero que se mantenga así por la seguridad y tranquilidad de Olivia.

—sí. ¿Qué más?— niego ante su sarcasmo.

—Olivia está esperando un hijo mío— reveló calmado y sin más rodeos.

Los segundos pasan y no hay respuesta, palabra o pregunta de su parte. Despegó mi teléfono de mi oreja para asegurarme de que la llamada aún se mantenga activa y veo que sí, pero sin recibir nada aún.

—Halo.

Una respiración pesada se escucha del otro lado.

—¿Estás ahí Mónica?

—Dime que es cierto y no una broma Ales— si voz casi es inaudible.

Sonrió. Ella no se lo esperaba.

—No es broma Mónica, me enteré ayer en la noche y...

Despegó el teléfono de mi oreja por el grito que suelta. Los vellos de mi cuerpo se ponen todos de punta por esa relación.

—¡Oh por Dios Alessandro, esto es increíble¡— escucho la voz de su esposo preocupado y la risa de su pequeña hija. —. ¡Olivia tendrá a tu hijo, cielo esto es, es... no sé cómo describirlo pero es increíble¡

—Lo sé— rio orgulloso. —, pero hay un problema Mónica.

—¿Qué?— su voz es de pura preocupación.

—Debes de mantenerlo en secreto porque Olivia no lo sabe aún.

—¿Cómo? Pero si dijiste que estás esperando un hijo tuyo— ahora está confundida.

—Y es cierto Mónica, pero ella aún no se da cuenta de ello y yo no sé lo he dicho.

—¿Tu como lo sabes?— cuestiona.

—Iván fue el primero en saberlo y decírmelo— respondo aclarando su duda.

—Oh entiendo— hace una pausa y escucho como se vuelve a emocionar antes de hablar. —. De mi parte no habrá problemas Ales, sabes que soy una tumba.

—Gracias.

—Haré que esas rosas lleguen lo antes posible a ti.

Cierra la llamada y le dispongo a ir a la habitación. Quiero saber si ella necesita algo o si continúa descansando. Arrastro la puesta muy despacio para no ir a despertarla y siento como mi corazón se detiene un segundo al encontrar la cama vacía sin rastro de ella.

Bella— termino de entrar a la habitación.

Mi ojos se dirigió a la puerta del baño que hay en cuarto, arrugando mis cejas al verla cerrada completamente y sin dudar me encaminó hasta ella. Estoy por tocar cuando la puerta se habrá mostrándomela frente a mí, más cansada que antes.

—¿Pasa algo?— pregunto limpiando el sudor que recorre por su frente.

Volvió a estar fría.

—No— niega con dificultad. Está a punto de caer y soy más rápido sujetándola de la cintura pegándola a mi cuerpo. —. Son las nauseas y mareos Ales. Lo odio.

Pronuncia con dificultad. Miro su rostro pálido y un poco húmedo por los sudores. Termino de tomarla en brazos llevándola otra vez hacia la cama.

—Le pediré a Iván que venga de inmediato ¿Si?

Asiente con sus ojos cerrados. Busco mi teléfono buscando el número de Iván y lo toma al primer toque.

—Te necesito aquí de inmediato— digo sin dejar que salude antes. —. Olivia tiene mareos y náuseas.

—Es algo normal en su estado Ales.

—Lo entiendo, pero de toda manera necesito que tengas tus ojos sobre ella— desvió un segundo mis ojos hacia el cuerpo de Olivia. Mantiene sus ojos cerrados y su respiración es pausada. Suspiró bajando mi tono de voz. —. No me gusta su estado Iván y por eso necesito que siempre la mantengas en la mira.

—De acuerdo— suspira. —. Pediré unos días de licencia en el hospital.

Olivia.

Levanto mi rostro visualizando mi reflejo en el espejo frente a mí. Estoy totalmente destrozada, las bolsas bajo mis ojos se notan más pronunciadas de lo normal como si no hubiera descansado en semanas. Mi piel está completamente pálida, sin color y sin brillo, mi labio se encuentra reseco y de lejos se nota mi falta de masa muscular.

He perdido demasiado peso la última semana.

Alessandro ha estado más que pendiente, se ha preocupado por que siga un ritmo alimenticio estable y con todas las vitaminas que un cuerpo necesite para afrontar un día. Me odio a mi misma por lo que le hago pero es la única opción que me queda.

Lleno mis pulmones de aires tomando el cepillo de cabello y peinar un poco mi cabellera rubia. Hasta el color de mi pelo se ha ido apagando. Lo cepillo distraídamente mientras pienso en cómo haré para seguir perdiendo peso, pero sin verme de esta manera.

Aún me sorprende lo mucho que ales me recuerda día tras día lo bella que soy. Es como si él no me viera en realidad y solo lo digiera para salir del paso.

Estoy de cualquier forma, menos tan bella como el jura.

—¡Auch¡

Salgo de mis pasamientos al sentir una de mis uñas doblarse mientras cepillo mi cabello. La miro descubriendo que acaba de partirse a la mitad como las otras. Suelto el cepillo buscando el objeto correspondiente en una de los cajones para terminar de retirarla.

Lo encuentro haciendo la tarea de emparejarla todas al mismo largo. Es lo más corto que la he tenido en mucho tiempo y no me gusta.

Termino dejando el corta uñas al lado del cepillo y suelto un grito de horror cubriendo mi boca al ver la cantidad de cabello en este. Hay mechones de mi pelo atrapado en cada cerda del cepillo.

—¿Estas todo bien Bella?— Alessandro llega al segundo.

No le prestó atención tomando el cepillo entre mi manos, alzándolo a la altura de mi rostro y retirando con horror el mecho rubio en el.

—¿Olivia?— vuelve a llamarme.

No recibe respuesta. Siento sus paso acercase a mí, su mirada queda fija en los cabellos en mi mano y aunque se esfuerza por ocultarlo perfectamente no le sale. Él también tiene una leve mueca de horror en su rostro.

—Mi cabello Ales— logró pronunciar asustada. —. Mi cabello se está cayendo.

Quita el cabello y cepillo de mi mano. Nuestra miradas se cornearan a través de espejo y lo veo forzar con demasiada voluntad una sonrisa tranquilizadora.

—No te alarme Amore o sería peor— me tranquiliza.

—¡¿Como me pides que me calme?¡ ¡¿Acaso no estás viendo?¡

Me giro sobre mis pies quedando frente a él. Sus manos acomodan con delicadeza los mechones regado en mi rostro. Como puede estar tan pacífico.

—Si Amore, por esa razón te vas a tranquilizar.

—¡Mi cabello se está cayendo Alessandro! ¡No sé cómo calma eso¡

No dice ni una sola palabra como si nada de esto le sorprendiera y él ya lo hubiese visto. Deja un beso sobre mi coronilla y posteriormente sobre mis labios profundizándolo un poco más. Me gira sobre mis pies colocándome otra vez frente al espejo.

Toma el cepillo pasándolo con cuidado de no ir a llevarse ni una sola hebra de cabello. De mi cabello. Lo miro en silencio a través de espejo observando todo lo que hace y con la paciencia y ternura que lo hace. Estoy enamorada de este hombre, con cada una de sus acciones solo logra que sienta más amor por él.

Aunque aún no se lo he podido decir como él lo quiere escuchar.

Coloca todo mi cabello detrás de mi espalda y veo como lo divide en diferentes secciones para comenzarlo a trenza. Se toma todo el tiempo necesario en terminar la trenza hasta lograrlo.

Nuestras miradas vuelven a conectase una con la otra y el no deja de sonreír. El luce increíble a diferencia mía que parezco un completo desastre.

—¿Tienes alguna liga?— pregunta y asiento dándole una.

La toma colándola al final del tejido que lleva a un lado de mi hombro.

—Listo. Así estás perfecta Bella— besa mi hombro.

—Gracias, no debiste...

Me detiene volviendo a colocarme frente a él.

—Si debí— acomoda los mechones sueltos. —así está hermosa.

—¿Viste la cantidad de cabello que tenía el cepillo Ales?

—Si, y prometo que lo solucionaremos. De acuerdo— asiento recibiendo un corto beso en mis labios de su parte. —. Ahora debemos de bajar, tu amiga es muy intensa.

Le regalo una pequeña sonrisa. Valeria ha estado muy insistente en querer verme luego de enterarse por medio de mi madre que ya vivía con Ales.

—No quiero verla de esta manera Ales, comenzará hacer preguntas.

—Si necesitas que la saque del departamento solo dímelo. Iván estará encantado de ayudarme a eso, ya le colmo su poca paciencia.

Asiento imaginándome la cara de fastidio de Iván. Los últimos días ha pasado más tiempo de lo normal aquí. Nuestra guerra aún no ha acabado, pero suele ser más amigable conmigo en el tiempo que lleva aquí y sé que es porque Ales se lo pido.

Si no se lo contrario ya tendríamos un rin de boxeo en el departamento.

La mano de Ales se entrelaza con la mía caminando junto hasta llegar a la sala en donde escuchamos la disociaciones de Iván y Valeria por todo el departamento.

—¡Eres una loca inconformista!— pronuncia Iván con desagrado. —. Nunca me gústate.

Valeria explota en risa al escuchar su confección. Ales y yo detenemos los paso unos centímetros más viendo en silencio la escena que ambos tienen montada.

—¿Enserio nunca te guste?— le pregunta Valeria un riendo.

—No, odie cada uno de nuestros encuentros. Eran horribles.

—Nunca mostraste que te parecieran horrible.

—Soy doctor, Valeria— responde con obviedad. —. Se como darte la peor noticia de tu vida y hacer que lo tomes muy calmado.

La cara de Valeria se descompone y debo de retener la risa que amenaza con salir de mis labios. Alessandro me observa de la misma manera.

—Eres un idiota Iván.

—¡Y tú una loca!— se defiende. —. ¡Toda la mujer está loca, demente!

—¡No me llames loca, idiota¡

—¡Y tú no me llames idiota, loca¡

Valeria suelta un chillido frustrada, Iván por su parte sonríe complacido al ver que puede sacarla de sus cabales.

—¿Sabes algo querido Iván?— se acerca a él despacio moviendo su cadera con exageración y seducción.

Iván rueda los ojos con cansancio. Parece que nada de ella lo atrae ya.

—¿Qué?

Valeria se detiene frente a él doblando su espalda buscando sus labios hasta besarlo por unos segundos, él le corresponde luego de un tiempo. Alejandro y yo fingimos no verlo mirándonos los dos, divertido por esto. El beso termina por decisión de Valeria e Iván sigue buscando sus labios haciéndola sonreír.

—Ni siquiera eras bueno en el sexo querido.

Alessandro y yo terminamos de explotar en una carcajada por lo que acabamos de escuchar. La cara de Iván es un poema ahora mismo y mi amiga solo sonríe satisfecha de haberle ganado.

Se gira sobre sus pies encontrándonos de frente a ella. Hace una mueca de desagrado y le sonrió nerviosa.

Mi aspecto no es el mejor a diferencia de ella.

—¡Oh por dios Olivia!— habla con horror. —. ¡Estás horrible!

Suspiro. Eres lo menos que esperaba de ella. La mano de Ales se cierra con fuerza en la mía y lo miro unos segundos viendo lo tensa que tiene su mandíbula sin quitarle los ojos de encima a Valeria.

.

 ¿Qué les pareció este capítulo?

Perdón por la tardanza, pero ya estoy de regreso.

La próxima actualización será pronto y veremos a Iván haciendo lo mejor que sabe hacer. Dar noticia.

Alessandro y yo queremos meter a Olivia en una cajita de cristal.

Jessica esta casi por aparecer y arruinar esta belleza.



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PD: Los quiere su escritora.


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