22🏎️

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Capítulo 22.

Olivia.


Cierro mis ojos con fuerza respirando hondo y preparándome para recibir la reprimida que sé que se avecina por medio de mi madre.

No he fallado en ninguno de los paso hasta ahora, pero conociéndola sé que buscará cualquier falla aunque no exista solo para decir que hice algo más.

—Buenos movimientos— una sonrisa intenta salir de mis labios al escucharla felicitarme luego de mucho tiempo. —. Tu coordinación, pésima. ¿Acaso no escuchas la melodía de la música clásica Olivia y no sabes ir al ritmo de ella?

—Si— no tardo en contestar.

—¿Esto es porque demonios no vas al ritmo y te adelantas?— interroga molesta.

No siento que yo valla más rápido con mis movimiento que la música. No me atrevo a renegar sus palabras, ella es mi instructora después de todo y debo de seguir sus órdenes.

—No volverá a pasar— digo.

—En punta— manda en una orden que captó de inmediato.

Las puntas de mis pies se alzan manteniéndose así por demasiado tiempo del pensado, mis piernas comienzan a temblar haciéndome sentir pesada a los pocos segundos de estar en la posición. Estoy cansada y hambrienta, hace poco terminó el ensayo general con los demás bailarines y mi madre sigue empeñada en querer que yo tenga más clases como parte de su castigo por haberme ido una semana con Alessandro. Trato de seguir todo a su modo pero siento que ya estoy llegando a mi límite y me niego, porque es lo que ella quiere que pase con todo esto.

Los entrenamientos bruto y casi obligados y las cancelaciones de tarjetas es una probada que ella misma me da para que quede en claro su poder sobre mí.

—Ni lo pienses— mi cuerpo entero se sacude al recordar un inesperado golpe en mi mano al querer sostenerme de la barra de ballet posta no perder el equilibrio. —. Mantente en punta hasta que te lo permita yo y si llegas a caer será el doble. Me escuchas Olivia.

—Si madre.

Respiro hondo manteniendo mi equilibrio. Esto es doloroso y lo es más por el tiempo que llevaba que no estiraba mi cuerpo. Mi madre tarda más de lo normal en volver a mencionar el nombre de otra posición a la que puedo cambiar sin problema y respira aliviada.

Sigo haciendo cada paso que ella pide sin cometer falla y no ganarme más reprimidas por el día de hoy.

—Quiero que realices un solo— pronuncia desde su lugar.

Asentí esperando a que la suave melodía comience a sonar por toda el salón. Beethoven comienza a sonar y sincronizó mis brazos y piernas con mi cabeza realizando una de las tantas rutinas que tengo memorizada desde lo cinco años.

Esa fue la edad en la que mi madre decidió que yo sería una bailarina profesional al igual que ella. No me llegue a quedar en ese entonces porque solo era una niña a la cual le parecía emocionante la idea de ser igual a su madre sobre un escenario, pero ya no.

La misma persona que me hizo amar el ballet hizo que lo odiara con el mismo sentimiento. Ya no quiero ser bailarina.

—Concentración, Olivia— sigo moviendo mi cuerpo con varios giros sin detenerse por la observación de su parte. Se enfadaría más si llego hacerlo. —. Debes ser liviana, pero mucho más delicada, precisa. Quiero que lo hagas como tan perfecto como maya.

Me debato internamente en si tomar su consejo o seguir mi ritmo y comodidad. Elijo la primera opción teniendo un fallo en una de las tantas vueltas. Ella lo nota de inmediato.

—Olivia...

—Ya lo sé— hablo fuerte para que escuche y no dejo de bailar.

Me molesta que siempre me compare con maya en todo.

Me motivó a ser el siguiente paso mejor que el anterior. Un Arabesque. Uno de los pasos más complicado para cualquier bailarina. Consiste en elevar todo el peso del cuerpo en una sola pierna mientras que la otra permanece elevada unos segundos. Lo hago con demasiada perfección y sonrío con discreción cuando no la escucho decir nada. Termino mi rutina cansada esperando su veredicto.

Sus ojos azules me escudriñan unos segundos sin mostrar nada y estoy por preguntar qué hice mal cual do su voz llena la sala.

—Eso fue impresionante bella.

Giró mi cabeza mirando a su dirección. Me encuentro con sus ojos mieles o siéndome con alegría en ellos manteniéndose en una esquina del salón de brazos cruzados.

—Ales— suelto en un hilo de voz impresionada por verlo ahí de pies. —. ¿Que haces aquí?

—Vine a buscarte— contesta.

Correr hacia ti ( Run 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora