30. 🏎️

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Capítulo 30.

Olivia.


—Enserio que estás horrible— vuelve a de decir al ver que no le respondo.

—Vuelves a decir que ella está horrible y te vas de mi casa— amenaza Alessandro hacia Valeria

La mirada oscura de Valeria caer sobre Alessandro. Lo mira de arriba a abajo con deseo y le sonríe.

—Solo digo la verdad, guapote.

Intenta acercarse a él y me interpongo en medio, Alessandro entiende perfectamente sus intenciones abrazándome y pegándome más a su cuerpo.

Me siento protegida con él.

—A ninguno de los dos nos interesa lo que tengas para decir. Si vas a estar en mi casa deberás de pensar muy bien en cómo vas a formula las palabras con las que te vas a dirigir hacia mi mujer.

—¿Tu mujer?— contesta. Sin dejarle de sonreír.

Me molesta que lo haga.

—Si, mi mujer— alessandro besa mi mejilla dejándoselo en claro. —. Espero no tener que sacarte de mi casa Valeria.

—Soy su amiga— aclara dejando de sonreír.

Ahora lo observa como si quisiera matarlo.

—Estas en mi casa y no me importa— Iván le hace una seña a Ales que también yo logro ver. —. Espero que no se te haga difícil entenderlo.

—Para nada— acomoda su cabello rubio casi idéntico al mío. —. Tratare de lo más bien a tu mujer, guapo.

Termina guiñándole uno de sus ojos.

No veo la expresión del hombre detrás de mí, pero debe de ser una muy dura. Siento sus labios bajar a la altura de mi orejas acariciándola con su pausada respiración.

—No estaré tan lejos ¿De acuerdo?— susurra y asiento. —. Si llega a molestarme o lo que sea Olivia ti solo llámame y la sacaré de aquí.

Giro mi rostro conectando nuestros ojos. Desde el momento en que la conoció dejo en claro que mi amiga no le agradaba.

—Sigue sin caerte bien— preguntó.

—Ni un poco Bella.

—Te llamaré cualquier cosa que necesite cariño, voy a estar bien.

Mueve su cabeza asistiendo y a fuerza me suelta alejándose de las dos, veo su espalda ancha y la de Iván perderse por el pasillo de la cocina brindándonos privacidad a Valeria y a mí.

—que hombre tienes a tu lado.

Respiro hondo haciendo todo mi esfuerzo por sonreírle. Ella está frente a mí de brazos cruzados mirándome de arriba abajo.

—Es mi relación Valeria— respondo. —espero y la respectes.

Camino hasta uno de los sofás dejando caer mi cuerpo despacio al sentirme cansada. Ella me invita poco después.

Sus ojos se desvían unos minutos al arreglo de rosas azules que hace días Ales me obsequió. Siguen intactas en el mismo lugar en donde la encontré esa noche al bajar a cenar, lo único que hice con su ayuda fue ponerla en agua y que le brindara un toco de color a la sala de estar del departamento. Ella aún no han perdido su belleza y espero que sea así por mucho, me encantaron al momento en que las vi y más al saber que él consiguió ese color especial por mí.

Otro detalle más que me encantó.

—¿Son tuyas?—pregunta refiriéndose a las rosas.

—Si, Ales me las obsequió varios días atrás.

Me miró con recelos.

—¿Porque azules? Las rojas son más pasionales y bellas.

—Y también muy comunes— musitó.

—¿Y tú no eres común para él?— cuestiona con una sonrisa. —. Es lo que cualquier hombre le regalaría a una mujer.

—Yo no soy cualquiera para él Valeria— respondo incómoda. ¿Qué le interesan a ella estas flores? —. El color es así porque es el mismo de mis ojos y a él le encantan.

Rueda los ojos al momento en que lo confieso.

—Dices que tienen día aquí y no se han marchitados— muevo mi cabeza confirmándoselo. —. Te apuesto a que son falsas.

Se levanta queriendo tocarlas y no se lo permito.

—¡No las toques!— la detengo alzando un poco la voz. Visualizo el cuerpo de Alessandro asomarse por la entrada de la cocina asegurándose de que todo esté bien. —. Se dañaría Valeria, quiero que duren un poco más.

—Está bien— baja su moño de mala gana. —. No son la gran cosa.

Vuelve a mi lado escudriñando mi aspecto en todos los sentidos, me siento juzgada. Nunca en mi vida me había enfermado de esta manera y que ella me observe como lo hace me hacer sentir peor.

—Tu madre no mentía— la miró cuando lo dice. —. Sí que estás horrible.

Lo omito para no darle importancia, pero de todas maneras me sigue afectando.

—Estoy enferma Valeria solo eso.

—Si, se ve que no estás bien Olivia— bate su cabello teñido y solo puedo pensar en lo que le sucedió hace minutos al mío. —. Deberías de no enfermarte más, si sigues así vas a perder al guapote del piloto y otra podría aprovechar la oportunidad.

—¿Otras como tú?— arqueo una de mis cejas.

Ríe.

—Tal vez— confiesa. —. No me vendría nada mal pasar unos días con él. Yo si lo aprovecharía al máximo.

Mi cara se descompone y mi ritmo cardiaco se acérela de solo pensarlo.

—¿Espero que no estés hablando enserio?— preguntó en un hilo de voz.

—Es la verdad. Te puedo asegurar que un hombre con Ales tiene que ser muy exigente a la hora de la acción y también puedo jurar que por tu estado físico no lo estás complaciendo como él se merece.

No respondo apenándome al instante de eso y no de la conversación en sí. Valeria suele contarme todas sus experiencias sexuales que ha tenido a lo largo de su vida y de la cual su padre no está enterado. Me avergüenzo más es por la razón que tiene al decirlo, sé que mi relación con Ales no se basa en solo tener intimidar.

El ha sido más que compresible en estoy y solo lo hacemos cuando yo quiero estar con él, de todas maneras no me pasan desapercibidas la miradas que Ales suele darme cuando él cree que no lo veo.

También lo delicado que ha sido, más que estar conmigo y tener mi cuerpo por unas horas, se preocupa por si me siento cómoda. Admito que más de una vez me ha surgido la duda de que si le sigo gustando como al principio o más la preocupación de que llegue a interesarse por otra mujer más atractiva sino llego a mejorar porque ahora mismo soy un desastre.

Y Valeria me lo está confirmando.

—Ves de eso es lo que hablo Olivia, Ales necesita una mujer con carácter como él, no esto— me señala.

Ella tiene toda la razón. Alessandro Lombardi necesita más que esto.

—¿A qué viniste Valeria?— limpio con discreción las lágrimas que amenazan con correr.

—Quería ver cómo estabas, ya que tú no me busca lo hice yo.

Me pongo en pies y ella me observa.

—Ya puedes irte si ya viste todo lo que querías— ella arruga sus cejas confusa por mi cambio de actitud. —. Ya no te necesito más aquí.

—pero ni siquiera he hablado de mi Olivia, tengo micho por contactarte....

—ya hiciste suficiente Valeria, enserio quiero que te vayas.

Se levanta furiosa dispuesta a protestar y se ve obligada hacer silencio cuando la presencia de Ales aparece.

—Ya la escuchaste Valeria, puede irte.

Nos mira a ambos como si estuviéramos desquiciados por echarla de aquí. Me miró sin decir nada y bajo mi rostro esquivando su mirada. No la quiero aquí y menos después de todo lo que acaba de decir.

Nos mira una últimas vez antes de tomar su bolso que vuelvo a reconocer. Tengo ese mismo de la marca Prada.

—Hasta luego amiga— pronuncia entre dientes más molesta que antes.

Camina hasta el ascensor ignorando a Iván que finge despedirse de ella. Las puertas se abren dándole paso a Mónica, mira a Valeria de arriba abajo arqueando una de sus cejas. Me imagino que Valeria debe de estarla mirando de la misma forma.

Mano a se hace a un lado dejándola entrar al ascensor.

Al fin mi cuerpo y mente se calman al ver que se marcho.

—Hola Mónica...— no deja que termine la oración cuando se lanza sobre mí abrazándome.

El impacto es tan fuerte que juraría que si ales no estuviera a mi lado para sujetarme de la cintura ya me hubiera ido contra el piso.

—Cuidado Mónica— se queja Ales.

Ella lo ignora poniendo toda su atención en mí.

—Perdona linda, no fue la mejor manera de saludarte— se disculpa muy sonriente. —. Llevaba días queriendo visitarse, pero este fastidioso sobre protector no deja que nadie se acerque.

Golpea el hombro de Ales con confianza y yo lo único que hago es sonreír. A mí también se me hacía muy raro que ella no está viniendo cada día como acostumbra.

—Te conté lo que pasó Mónica— alessandro se defiende.

—Sí y también me contaste que ella está em...

—¡Mónica!— Ales la corta antes de que llegue a fórmula lo que sea que vaya a decir. —. Hablamos de esto.

Se miran entre ellos y no entiendo lo que pasa. Iván está cruzado de brazos en el marco de la cocina observando la escena con pura diversión.

—Está enferma Ales— concluye Mónica y siento el alivio salir por los poros de alessandro. Lo observo extrañada a mi lado. —. Puedes pedirme lo que quieras linda. ¿De acuerdo? Yo complacida voy a conseguirlo por ti.

—Gracias Mónica— le sonrió con genuinidad. —. Por ahora solo quiero descansar.

—Oh si, linda. Yo ya pasé por esto y créeme que no es nada lindo estar el día entero formando los órganos de tu...

—¡Mónica carajo!— Alessandro vuelve a interrumpirla y está vez si me espanto a su lado.

—Esto es más divertido de lo que pensé— escuchamos a Iván.

La agente de publicidad y alessandro se miran fijamente, como si se comunicaran con la mirada. Alterno la mirada entre los dos y ninguno se molesta en detenerse al ver que lo observo.

—¿Órganos?— repito su última palabra. —. ¿De qué hablas Mónica?

—De nada linda— no tarda en responder. —. Solo me equivoqué de conversación.

No deja de mandarse mirada con alessandro y terminó respetándole importancia. Al parecer esto es entre ellos.

—Cariño— lo llamo tocando su hombro.

—Bella.

—Iré a descansar.

—Desayuna algo antes— pide amablemente. Niego aunque sé que no servirá de mucho. —. No dejaré que te muevas de aquí hasta que desayunes Olivia. ¿Recuerdas? tres comidas y un poco más.

Ese fue el tracto que hicimos hace días atrás. Yo debería de comer la tres comidas esenciales sin saltarme ni una solo y podía comer algo más que se me antojara.

—No tengo apetito Ales— digo para tratar de convencerlo.

Si quisiera comer algo de desayuno. Unas tostadas con chocolate derretido no estarían mal, pero me juré a mi misma no dejarme llevar por esos ridículos antojos y subir de peso.

—No lo comerás todo, solo un poco y luego descansas.

Asentí resignada. Esto es una guerra perdida con él y de todas maneras luego me haré cargo de expulsar todo.

Me dirijo hacia la cocina dejándolos a ellos conversando.

—Buenos días señorita Olivia— encuentro a María servir el desayuno.

—buenos días María. ¿Ese es el desayuno?— señaló los platos sobre la isla. Son cuatros en total.

—Si— me acerco despacio. No hay lo que yo quiero. —. El señor Lombardi pidió fruta personalmente para usted y voy a servídsela en seguida.

Hago una mueca de disgusto. Quiero trastadas con chocolate, eso es lo que quiero.

María pone frente a mis ojos un bol con diversas frutas y las náuseas no se hacen esperar, lo alejo de mí al sentir la primera asqueada.

—No quiero eso— suelto en una queja.

—Señorita, me dejaron órdenes claras de que...

—No quiero frutas. ¿Entiendes María?— la cortó de mala gana antes de que sigas.

Los ojos de María se expanden grandemente haciéndome sentir peor en segundos. Asiente bajando el rostro y me siento más peor aún.

No debí hablarle de esa manera, solo cumple con su trabajo amablemente.

—Lo siento mucho María, no debí hablarte de esa manera. Yo...

—Voy a prepararle lo que desee comer señorita Olivia.

—Enserio lo siento María, esto no volverá a pasar.

Vuelve a asentir alejándose, poco después entra ales con Mónica e Iván detrás de él.

—¿Ya desayunaste?— pregunta y niego. —. ¿No quieres frutas?

—No— mis ojos no se despejan de María.

—¿Pasa algo Olivia?

—le acabo de hablarle mal a María Ales y me siento avergonzada. Ella solo intentó ser amable conmigo.

Ales la mira un momento también.

—Te disculpaste.

—sí.

—Si no quieres las frutas. ¿Qué quieres para desayunar?

—Tostadas con chocolate— respondo con velocidad.

Le saco una sonrisa.

—Estoy muy antojada de eso alessandro— bajo la mirada. —. Ya no quiero más frutas.

—Tendrás lo que quieras— me besa.

—Siento molestarte linda, pero debes escoger un vestido cuanto antes— junto mis cejas confundidas.

—quiero que me acompañes a una entrega de premios en unos días— dice Ales.

—Eso me encantaría mucho— respondo.

—Perfecto— Mónica deja su tablet delante de mi cara con algunos diseño de vestido. —. Solo tendrías que elegir uno de estos vestidos Olivia y te lo haré llegar lo más ante posible. También el calzado y varias personas que se ocupen de tu peinado y maquillaje.

Me obligó a sonreírle. Son demasiadas cosas la que ella me está proponiendo.

—Linda sé que te estoy hostigando ahora con todo esto— hace una pausa sonriéndome. —. Nuestro tiempo es oro. Y aún me falta retirar el vestido de Riley.

Alejo la IPad de mí sonriéndole de la misma manera, alejo la IPad de mí provocando que ella borre la sonrisa de inmediato.

—Quiero confeccionar el vestido que usaré— reveló. —. Ya tengo una idea en mente.

Mónica me mira como si estuviera loca ahora mismo.

—Son vestido de diseñadores— menciona encendiendo la IPad nuevamente. —. Puedes escoger el que más te guste.

Vuelvo a negar buscando ayuda en Ales. No tengo ningún problema en confeccionar un vestido, además me serviría de mucho ya que alessandro no me deja hacer casi nada y la mayor parte del tiempo la paso ni nada más que hacer.

—Lo harías en menos de una semana— pregunta Ales y confirmó moviendo mi cabeza de arriba hacia abajo—. Ya la escuchaste Mónica. Consigue todo lo que ella te pida y tráelo aquí.

Mónica asiente resignada tomando su tablet

Alessandro.

Apago el motor del monoplaza dando por finalizada la última de mis prácticas. Este fin de semana toca la segunda carrera italiana en el circuito de Imola, será la última antes de ir a Mónaco para el premio monegasco.

Sin ninguna dificultad salgo del monoplaza quitando mi casco. Mónica se acerca junto a Emilio y reprimo todas las ganas que tengo por preguntarle si recibí alguna llamada de Olivia.

A regañadientes salí del departamento dejándola con Iván. Sé que está segura en las manos de Iván y que si llegara a pasar cualquier eventualidad con ella o el embarazo él me lo informaría de inmediato. Quise traerla al circuito, pero descarte la idea y no ponerla en peligro.

Además ella misma insistió en que estaría bien sin mí por un par de horas y que no quería ser motivo por el cual no pisará el circuito hoy.

La extraño y lo primero que haré será llamarla al terminar todo esto.

—Me encanta la forma en la que tú y el motor se entienden Alessandro— alaga Emilio deteniendo sus pasos a unos cuantos metros mío.

—No podemos quejarnos de lo perfectos que son nuestros pilotos— dice Mónica. No una sonrisa.

Siento como Colin detiene su monoplaza detrás del mío y realizando todo lo que hice yo hace poco, llega a nuestro lado igual.

—Me gusta este— dice. —. Es más liviano que la última vez.

—Es perfecto— concuerdo con él.

—Es bueno escuchar lo mucho que le gustan la nueva mejoras, nos da alivio eso— mira el reloj que decora su mano. —. Lo dejaré con Mónica y Michael, ya tengo una cita a la cual ir ya llevo media hora de retraso.

Colin contrae su rostro.

—¿A dónde vas papá?

—Ya lo dije hijo, tengo una cita.

Miro a Colín bufando sin discreción a mi lado.

—¿Olivia se ha comunicado?— busco saber ignorando a padre e hijo.

Si algo he aprendido de los Prescott, es que ella mismo se entiende.

—No, pero si llamo Iván.

—¿Que dijo?

—Nada. Solamente que Olivia había hecho que él le preparara unas tostadas con chocolate y que luego de comerlas quiso descansar.

Sonrió. Una imagen clara llega a mi mente de mi Bella obligando a Iván a que le cocine.

Hubiera querido haber visto eso.

—No dijo si volvieron las náuseas o mareos.

Mónica niega.

—¿Olivia está enferma?— Emilio detiene la conversación con su hijo para preguntar.

A él es otra de las personas con la que tengo toda la confianza del mundo en decirle que Olivia espera un hijo mío. Él también es responsable de cuidar nuestra imagen.

—No lo llamaría enferma— le respondo con una sonrisa. —sería algo más complejo.

—Las brujas no se enferman Alessandro— Colín habla y al segundo lo fulminó con la mirada.

—Si vuelves a llamarle bruja a mi mujer, voy a olvidarme de que eres mi compañero Prescott. ¿Me escuchas?

Me molesta que la llame de esa manera, ya sé lo advertí a Riley y ahora me toca con él.

—No la volveré a llamar de esa manera pero cálmate.

—Si me dirás que tiene Alessandro— Emilio vuelve a preguntar. —. Sea lo que sea que ella tenga espero que no afecte con el premio de Mónaco...

—Olivia está embarazada— lo interrumpo soltando la noticia.

Los ojos de Emilio se expanden en sorpresa y la cara de Colín se descompone completamente. Quisiera reír por sus expresiones de asombro.

—¿Vas a tener un hijo con Olivia tan pronto?— Colín sigue sin creérselo. —. ¿Cómo lo hiciste?

—¿Tu como crees?

—Guau— sigue sorprendido, desalborotando su cabellera café.

—¿Es tan difícil de creer Prescott?— pregunta Mónica.

—No. Están juntos y era de esperarse— contesta. —. Se lo diré a Riley, ella sospechaba que Olivia no iba ya a la academia.

—No sé vas a decir a nadie Colin, quiero mantenerlo en secreto aún.

—Es lo mejor— interviene Emilio. —. Todo se volvería un caos si se llegara a saber que tendrás un hijo.

Asiento.

—Quiero mantener a Olivia lo más segura posible. Ella aún no sabe que está embarazada.

—¿Y tú cómo te enteraste?— pregunta Emilio.

—Mi doctor de cabecera lo supo antes que nosotros.

Emilio mueve su cabeza asistiendo.

—Mantendremos en esto en secreto entonces, por parte de todos— finaliza Emilio.

...

—Me detengo en el marco de la entrada en espera de que mi madre termine de dar todas las ideas que cruzan por su cabeza para que coloque las nuevas cortinas a su gusto.

Ella aún no se percata de que estoy aquí y menos que la observo, está de espalda. La chica a su lado va asistiendo a todo lo que ella le dice y le va indicando a lamía demás ayudante de cómo debe de ir la enormes cortinas.

Una sonrisa discreta pero cargada de felicidad adorna mis labios. De esta misma manera es que recuerdo el vivir aquí.

Espero paciente a que termine y gire todo su cuerpo encontrándome frente a ella. Me sonríe ampliamente llegando a mí en dos grandes pasos.

—Por fin decidiste visitar a tu madre— dice al dejar el segundo beso en mi mejilla derecha.

—Hola mama— la saludo de la misma manera.

Su sonrisa se conecta con su mirada que brilla observándome por segundos.

Quita unas pelusas imaginarias de mi camisa.

—¿Se puede saber en donde estas metido Alessandro Lombardi? ¿y porque me entero por medio de tu hermana de que aun esta en Italia?

—Lo siento mama, olvide decirte que me quedaría un tiempo aquí.

Entrelaza su brazo con el mío dirigiéndome hacia el partió trasero de la casa.

—¿Quieres decirme el motivo o tendré que investigarlo por mi cuenta cariño?

—¿Enserio no lo sabes madre?— bromeo. Tomo asiento aceptando el vaso con jugo que me ofrece. —. Juraría por el cielo que Camil ya te dio una pista.

La sonrisa crece en su rostro negando. Es idéntica a Camil en casi todas las facciones.

—Me dieron algunas pincelada— se encoge de hombros con toda la clase. —, pero sabes lo bien que Camil les suele guárdalos secretos a ti y a Bernardo. Aunque insistiera no iba a conseguir mucho, ni siquiera tu padre pudo.

Tendré que recompensar a Camil luego por su discreción.

—Le pedí que lo mantuviera discreto madre, sabes cómo soy y quería estar en un terreno seguro con ella antes de presentártela.

—¿Me imagino que es muy hermosa?

—Demasiado— le confirmo sonriendo.

—¿Me la vas a presentar?

—más pronto de lo que te imaginas madre, tenemos algo para decirte, pero antes debería de confirmarlo con Olivia...

—¿Olivia?— me interrumpe. —. ¿Ese es su nombre?

—sí. La conoces ya— digo.

Sus cejas se arrugan en confusión.

—No he oído ese nombre ser ligado contigo. Pero ahora hare más amplia mi investigación.

Sigo sonriendo. Mi madre logra cualquier cosa que se proponga. 

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PD: Los quiere su escritora.

Correr hacia ti ( Run 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora