Capitulo 28. 🏎️

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Capítulo 28.

Olivia.


La puerta del ascensor se abre dándome la bienvenida al departamento. Suelto mis cosas de ballet al salir y me dirijo corriendo al baño de la planta baja.

Ya no lo puedo retener más.

—Señorita Olivia, llego rápido— escucha a María aparecer de algún lugar.

La ignoro apurándome a llegar, voy a expulsar todo lo que llevo en el estómago y no puedo a tenderla ahora.

—¿Me dirá que quiere de almuerzo?

Él solo pensar en algún alimento hace que mi deseo de vomitar aumente más.

—No— logro decir.

Llego a baño cerrando la puerta con seguro, me dejo caer de rodilla delante del retrete levantando la tapa y expulsando todo con la primera asqueada. Me siento mareada, más que ante y mi estómago duele demasiado.

Otra asqueada me invita a querer expulsar lo que hay en mi estómago y ya no sale nada más. Desde ayer no ingiero alimentos para tener algo que expulsar. Ni siquiera sé el porqué de estas náuseas horribles.

Las asqueada sigue creciendo sin hacerme expulsar nada y no lo pienso cuando llevo dos de mis dedos a mi boca tratando de auto ayudarme a vomitar más. Los llego al fondo de mi garganta provocando que vomite al segundo de hacerlo.

Siento todo salir por mi garganta con fuerza, cierro mis ojos con fuerza cuando mi cuerpo no da más. Bajo la tapa evitando ver lo que sea que acabo de vomitar y tirando de la palanca para limpiarlo.

Se me dificulta el poder tirar de la palanca con normalidad, estoy débil y mareada. Después de unos intentos lo logros.

¿Que me estás paseando? Me siento débil y sin fuerzas para poder sostenerme.

Intento ponerme de pies y caigo al suelo cayendo sobre mis rodillas gritando de dolor cuando me golpeó uno de mis muslos con el borde de retrete. Fue un golpe fuerte, duró unos segundos más para volver a levantarme.

Con dificultad lo logró. Me agarró del borde de lavamanos refregando mí todo mi cuerpo en el espejo frente a mí.

Estoy horrible, mi piel está más pálida de lo normal y las gostas de sudores recorren mi frente. Me siento débil.

—¿Necesita algo señorita Olivia?— los toque en la puerta y la voz de María se hace presente.

No contesto. Abro la llave echando agua en mi rostro limpiándolo, poniendo de todo mi valor en salir del baño y llegar a la habitación.

Estoy cansada y mareada, mi cuerpo clama por que descanse y es lo que haré.

Miro una última vez más mi reflejo antes de abrir la puerta. Me encuentro con el semblante preocupado de María frente a mí y solo paso por su lado para llegar a la habitación.

—¿Quiere que le preparé algo señorita Olivia...?

—No— la detengo. —. Estoy bien María solo estoy cansada y quiero dormir.

—Debe de comer algo ante— dice amable. —. Le prepararía lo que quisiera.

A mi cabeza llegan varios platos que se me antojan de inmediato y niego. Las palabras de mi madre también llegan.

Está Gorda y horrible.

Si me siento Gorda para todo lo que ales me ha hecho comer en la última semana que pasé con él. Desayuno almuerzo, merienda y cena. Es lo que me hace comer en un día y sin contar todo los antojos que él mismo se encarga de buscarme cada vez que lo pido.

No puedo seguir así si quiero que mi madre me siga aceptando en la academia. Debo de volver a mi peso y lo haré esta semana. El único que lo podría impedir sería Ales y él está en Mónaco.

—No tengo hambre, gracias por preocuparte.

Asiente no muy convencida. Sacó fuerzas para subir cada escalón que se interpone delante de mí. El calor sigue sofocándome a mitad de camino y debo detenerme de seguir subiendo. Otro mareo un poco más leve que los dos primeros y que pasa en segundos.

Termino de subir encaminándome a la habitación y posteriormente desasiéndome de todo mi vestuario de ballet. Lo caer al piso caminando al baño y voy soltando mi cabello del moño de ballet que llevo dejando mi cabello libre.

Entro al baño tomando un largo baño calmando todo mi cuerpo.

...

—Solo tengo un día que salí que me fui de Italia ¿Y pasa esto?— escucho su voz aún dormida.

Él no está aquí y lo más seguro es que se trate de un sueño.

—¿Y crees que yo lo sé Mónica?— vocifera molesto. —. La he llamado en todo el día, le envié ciento de mensajes sin recibir respuesta y al llegar aquí me entero que lleva todo el durmiendo.

Un silencio se crea y obligo a mis palpados a despertar. Toda la habitación se mantiene a oscuras y la única luz proveniente que alumbra un poco es la que se cuela por la abertura de la puerta que no está del todo cerrada.

Obligó a cada músculo de mi cuerpo a levantarse de la cama, quito la sábana que arropa mi cuerpo completamente desnudo.

Camino muy despacio buscando algo de ropa para cubrir mi cuerpo. Aun escucho la voz de Ales en la planta de abajo, ya llegó de su viaje a Mónaco y por lo que creo debe de estar hablando con Mónica.

Salgo de la habitación haciendo una mueca de fastidio cuando la luz choca con mis ojos, camino hasta el inicio de la escalera.

Lo veo aparecer en la planta de abajo dispuesto a subir la escalera, lleva su teléfono pegado a la oreja asistiendo a lo que sea que le digan en este momento. Miro el bol con frutas y yogur en una de sus manos despertando mi apetito en segundo.

Las cosas que mi madre dijo esta mañana siguen rondando mi cabeza haciendo que me sienta peor. Alessandro alza su rostro sonriendo con alegría al verme parada a pocas distancias de él.

Quiero sonreírle igual, hacerle saber que también me alegra verlo y las voces en mi cabeza siguen presentes repitiéndome el fracaso que soy. Siento mis mejillas húmedas por las lágrimas que comienzan a rodar sin que yo lo pueda controlar.

Su rostro se contrae en preocupación y no duda en cerrar la llamada en su teléfono llegando a mí en menos de dos segundo.

—¿Que pasa Bella?— pregunta preocupado y lo único que hago es lánzame a sus brazos para llorar con más fuerza. —. ¿Olivia?

Toma mi rostro en su mano alzándolo, veo la inquietud y preocupación en sus ojos a verme llorar.

—Dime qué te pasa...

—No me dejes sola— sollozo contra su pecho.

Mis piernas se doblan débilmente y siento su mano ir a mi cintura sosteniéndome contra su cuerpo sin dejar que llegue a suelo. Suelta el bol cargándome en sus brazos llevándome devuelta a la habitación.

Mis lágrimas sigue rodando por mis mejillas mojando su camisa con ella. Me deja sobre la cama sin alejarse de mí lo que le agradezco en silencio.

—¿Vas a decirme que pasa Olivia?— su voz es suave, pero insistente. —. ¿Qué pasó para que estés así?

No le contesto haciendo más grande su preocupación. Como le explico todo lo que mi madre me hizo sin sentirme avergonzada. No lo sé, no sé cómo lo haré, pero necesito hacerlo. Quiero que me dé su apoyo como lo ha hecho desde que nos conocimos.

Bella— aleja mi cara de su cuerpo con delicadeza. —. ¿Quieres hablar conmigo? ¿Dime qué sucedió?

Lo pide con toda la paciencia y calma que un ser humano pueda poseer.

—Te he dejado en claro que soy paciente Olivia, pero necesito saber qué sucedió para que estés así.

—Nada de lo que he hecho a valido Ales— suelto acompañado de un llanto.

—¿A qué te refieres?— indaga. El toque delicado sigue.

—Nada de lo que he hecho ha valido la pena con mi madre— reveló. Y me duele hacerlo de esta manera. —. He hecho todo lo que ella ha querido desde que era una niña solo para tenerla feliz y hacerla sentir orgullosa de mi. Y de que ha valido. De nada. Ni siquiera si me quede a su lado cuando Olivier se negó y decidió ir a Londres con nuestro padre, ella no miró eso de mi. Que he renunciado a cada uno de mis sueños por cumplir los de ella.

Hago una pausa so llorando. Él me mira compresivo, calma ver que no me juzga por lo miserable que estoy siendo ahora.

—Tu madre no sabe valorarte Bella.

Niego.

—Siempre he sido la sombra de algo en su vida. Olivier, Maya. Nunca he recibido un alago de su parte por más que me esfuerzo por ser como ella o por al menos ser tan perfecta como ella no logro nada, solo ganarme su desprecio. Ser miserable y patética.

—No eres ni miserable y menos patética Olivia— deja mi cabeza descansar sobre su pecho y dándole caricias a mí cabello.

—Si lo soy— responde firme. —. Y por más que me esfuerzo es lo único que ella mira de mí. ¿Tú lo vez igual?

—No— hace que lo mire. —. Lo único que vi y veo es lo increíble y fuerte que eres bella. Y si tu madre no ve eso es porque no le da la gana.

Sonrió débilmente.

—Eres magnífica Olivia y si ella no lo piensa son sus problemas.

—O quizás la del problema sea yo por no esforzarme más— declaró entre lágrimas y lo veo enfurecer.

Hace que lo mire directamente a los ojos.

—Tú no tienes ningún problema. ¿Me escuchas? No lo tiene y si de tenerlo voy a ayudarte a que lo resuelvas por ti misma Olivia, pero no quiero volver a escucharte decir eso.

—Ella dijo que soy un fracaso Alessandro— repito las mismas palabras que dijo ella.

—Y no lo eres Bella, eso te lo aseguro.

Besa la coronilla de mi cabeza. Quiero mantenerme por más tiempo así entre sus brazos. El es el único que ha visto más de mí.

—No quiero volver a la academia Ales— digo en un susurro.

—Es lo mejor Amore. Buscaremos otra en la que puedas seguir con el ballet ¿Sí? Tengo contactos y puedo...

Lo detengo.

—No quiero más ballet en mi vida Alessandro— confieso. —. Eso solo lo hice por gusto de mi madre, ya no quiero seguir.

Asiente comprendiendo mis palabras.

—No más ballet entonces.

—No— hago una pausa alzando mi rostro. —. Voy hablar con Olivier y mi padre, estoy pensando en tener mi propia marca de ropa sabes. Es lo que siempre quise desde niña y sé que ellos me ayudarán si se lo pido.

—Podemos hablar con ellos cuando quieras— me besa. —. Voy a apoyarte en lo que quieras, ya cuentas conmigo.

—Gracias— musitó. Me hago a un lado para que él suba a la cama y se posicione mejor a mi lado.

...

La máquina de correr se detiene lentamente al ser Alessandro el que presiones el botón. Lo miro respirando agitadamente bajándome de ella y tomando mi termo de agua para calmar mi sed.

Vuelvo a sentir otro leve mareo. No descanse nada en la noche por esa misma razón, los mareo y las náuseas no le dejaron en paz.

No le he dicho nada de lo que pasó ayer al llegar aquí luego de la academia y por la manera en que sea dedicado a verme desde que desperté y decidí acompañarlo a ejercitarse puedo asegurar que el sospecha algo.

—No te exceda demasiado Bella— limpia el sudor de mi frente con una toalla limpia. —. Está muy pálida desde ayer Olivia y eso no Me gusta.

Me encojo de hombros retándole importancia.

—Estoy bien Ales. Tal vez sea por la falta de ejercicio— trato de convencerlo de ello. —. Hacía tiempo que no me ejercitaba y necesito volver a tener mi peso de antes.

—¿Por qué? Dijiste que no volverías a ballet, ya puedes dejar de exigirte tanto.

—Si, pero eso no quiere decir que vaya a engordar Ales. Ahora más que nunca debo de cuidarme y no verme Gorda.

Se acerca a mí con una sonrisa pícara. Ayer respeto mi decisión de querer descansar y esta mañana estuvo muy de acuerdo en que hiciéramos ejercicios juntos.

—No estás Gorda Bella, estás perfecta— recorre mi cuerpo de arriba hacia abajo. —. Demasiado perfecto.

—¿Eso crees?— asiente robándome un beso que se encarga de extender más de lo debido. —. Aún no lo estoy, pero si continuó así voy a estar muy obesa y no te voy a gustar.

Ríe alto. Aleja los mechones pegados a mi frente por el sudor.

—Yo creo que si— deja un beso en mi hombro. —. No cenaste ayer y no has desayunado hoy. Quizás esa sea la razón por la cual estés tan pálida y fría.

Arruga sus cejas comprobando mi temperatura corporal.

—¿Enserio te sientes bien Bella? te vez cansada.— dice.

—Estoy cansada Ales, me estoy ejercitando y es normal.

—Lo entiendo— articula robándome más de un beso. —por eso mismo dejaremos esto aquí he iremos a desayunar.

No espera a que proteste sacándome del gimnasio, caminamos por el pasillo tomado de la mano hasta llegar al ascensor donde Ales presiona el número del piso en donde queda su departamento.

En pocos segundos llegamos y encontramos a María que ya se mueve con libertada por la cocina.

—Buenos días señorita Olivia— saluda con una sonrisa radiante. La señora me cae bien. Trato de ignora a alessandro que besa mi hombro desnudo. —. Señor Lombardi.

—Buenos días para ti también María— Ales la saluda cortésmente. —. Veo que ya conociste a mi novia.

—Si señor, ayer tuve el placer de hacerlo— aleja María. —. Aunque me fui muy preocupada por qué no comió nada en todo el día.

Los besos de Ales se detienen cuando nuestra ama de llave suelta esa información.

—¿Cómo?— preguntó mirándome. —. ¿Volviste hacerlo Olivia?

—Llegue muy cansada de la academia y solo quise dormir. No fue nada.

Entrecierra sus ojos hacia mí y omito la parte en la cual terminé vomitando por culpa de las náuseas.

—No me gustas que pase el día sin alimentarte, ya te lo dije en Londres— gira su rostro hacia María. —. Siempre preparé su comida, aunque ella asegure no quererla de acuerdo— María asiente. —. La mujer frente a usted muy terca y necesita que la presionen a veces.

Bufo negando.

—Solo no tenía apetito Ales.

—Lo más recomendable era que comiera algo ligero señorita Olivia, luego de haber vomitado como ayer— informa y debo de abrir mis ojos para que se detenga.

Me caía bien, pero ya no.

Siento la mirada acusatoria de alessandro sobre mí.

—¿Bella?— me llama serio.

—Cariño.

—¿Quieres contarme algo que aún no se?— pregunta interesado.

Miro a María y niego. Alessandro la mira igual.

—¿Puedes déjanos unos minuto solos María?— pide ales calmada mente.

—Claro señor— María desaparece en menos de un segundo dejándonos como se lo pido Alessandro. Solos.

Continúa mirándome esperando una respuesta de mi parte, una que no me atrevo a dar.

—¿Porque me entero de esto ahora?— inquiere sin dejar de mirarme. —. ¿Vomitar? ¿Qué provocó que lo hicieras?

—Solo no desayuné ales...

Alza una mano deteniéndome.

—No comes nada en el día— comienza enumerando. —, no desayunas, vomitas, pasas todo el día durmiendo sin nada en tu estómago y aún así me entero por otra persona Olivia. ¿Qué sucede?

Bajo el rostro avergonzada.

—No tenía ánimos— declaró. —. Llegue con muchas náuseas y termine vomitando, luego le sentí muy cansada y quise dormir— explicó.

—¿Y porque me ocultaste que tenías náuseas Olivia?— vuelve a cerciorarse de mi temperatura. —. Si te siente enferma puedes decírmelo, traeré a Iván.

—No— niego rotundamente. —. No necesito de tu amigo doctor fastidioso ahora Ales, no.

—Es bueno que es te vea si te sientes enferma bella— intenta conversarme.

No responde que dándome pensativa. Lo más seguro es acertar y saber porque estás nauseas, pero Iván es una persona que me irrita muchísimo.

—Estoy bien, no necesito de Iván.

Correr hacia ti ( Run 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora