Me ayudarías mucho dejando tu voto y comentario. Graciasss ¡Besitos!
Capítulo 31.
Olivia.
Mis rodillas se doblan golpeándose fuertemente con el suelo frío y duro. Levanto la tapa del retrete con una de mis manos y con la otra la llevo a mi boca introduciéndola hasta el fondo de mi garganta y provocar la primera arqueada de vómito.
Una y otra vez lo hago hasta que comienzo a expulsar todo lo que llevo en mi estómago desde hace algunas horas. Trate de ignorarlo toda la noche, pero mi deseo fue más grande y no me dejaba pensar en más nada que no fueran esas galletas que Iván me hizo en la mañana.
Lo obligue a que me la hiciera por diversión y para molestarlo un rato, pero al final terminaron gustándome más de lo que me gusta admitir.
No quise comer más de ella por la única razón de que he comenzado a notar como estoy engordando con demasiada facilidad. Por ello no quise comer más, pero no puede abstenerme de hacerlo.
Salí muy sigilosamente de la cama anoche sin que alessandro llegara a enterarse y terminé comiendo más de cinco para cuando quise detenerme. Soy una estúpida e irresponsable. Si mi madre me viera se burlaría de mí y sentenciaría mi destino.
Gorda, patética y horrible.
Esas serían sus palabras y estaría en toda la razón. Estoy gorda y soy horrible. Termino de vomitar frente a retrete y no le basta con eso, vuelvo a meter mis dedos dentro de mi boca y presionarlos para volver a vomitar sin control. Es todo lo que he estado haciendo durante este mes y si me lo preguntan. Me siento fatal por hacerle esto a Ales, él se ha esforzado bastante en que me alimente adecuadamente y me mantenga en una "forma saludable" como él suele decirle, pero no quiero engordas. Tengo fobia a hacerlo. Toda mi vida mi madre me ha pedido ser perfecta y con ella llevar un peso ideal para que fuera la mejor en ballet. Todo el tiempo a su lado lo logré y no puede ser cierto que en tan solo un mes que me fui de su lado parezca una ballena sin remedio.
Eso no puedo aceptarlo. Por más que ame a Alessandro y quiera poner de mi parte no puedo seguir viéndome de esta manera. Necesito estar lo más delgada posible para sentirme bien conmigo misma.
Mi cuerpo se debilita con la última arqueada que logra dar. Dejo caer mi cabeza sin fuerzas sobre mi brazo tomándome unos segundos en recomponerme. No es mucho lo que me tomo para reunir fuerzas y comenzar a limpiar todo este desastre antes de que Ales venga a percatarse de cómo estoy. Alzo mi cabeza observando lo que hay frente a mí y pongo una muesca de puro asco al ver los fluidos de vómitos mezclados con marchas rojas de sangres.
Qué asco.
Tiro de la palanca para que se lo lleve todo y bajo la tapa dejándolo como antes. Es mi rutina de cada mañana si ales no está a mi lado para tomar un baño.
Me levanto sujetándome de todos los lugares para no caer, con mucho trabajo logro llegar al espejo del lavamanos y sostenerme de ahí manteniéndome en pies. Alzo mi cara queriendo gritar de frustración al encontrar mi rostro demacrado y mi piel pálida.
Alessandro ha dicho que estoy enferma y que por ello mi cuerpo reacciona de esta manera. Por eso hoy mismo voy averiguar que tengo y me pueda mantener de esta manera y le voy a poner un fin de inmediato. No voy a dejar que esto me siga destruyendo más.
Deshago la trenza con cuidado mi cabello tratando de no llevármelo todo en la primera pasada del cepillo. Continúa cayéndose a montones. Me desvistió para entrar a la ducha para tomar un baño de agua caliente.
No me tomo más de cinco minuto haciendo todo con mayor rapidez. Salgo colocando una toalla para secar mi cuerpo en lo que busco en el armario un conjunto de ropa deportiva y colocármelo.
Quiero hacer un poco de ejercicios hoy y así activar mi cuerpo. Termino todo y salgo de la habitación con dirección a la cocina porque debe de ser donde Ales se encuentre.
Y no me equivocó porque es ahí en donde lo encuentro hablando con Iván, no sé de qué sea porque ambos hacen silencio al verme llegar.
La expresión de ambos se mantiene iguales observando mi atuendo deportivo.
—¿Harás ejercicios?— Iván es el primero en preguntar.
—Si— suspiro. Sus miradas no se apartan de mí. —, le vendría bien a mi cuerpo ejercitarme un poco.
Iván niega musitando algo que solo él puede escuchar.
—Bella, no puedes hacer ejercicios. Eso no te conviene ahora.
Alessandro se cruza de brazos sin moverse de su lugar.
—¿Por qué?
—Vamos diles— habla Iván tomando la misma posición que su amigo.
Ales duda en si decirme o no.
—Digamos que tu estado no es el mejor para querer ejercitarte.
—Pero yo sí quiero— caminó cortando la pequeña distancia entre todos. Ellos están detrás de la isla de la cocina. —. No quiero seguir el día entero en una cama o sin nada que hacer cariño. Quiero sentirme útil.
—Ere útil— responde con rapidez.
—Sabes a lo que me refiero Alessandro— hago una pausa y bajo la mirada. —. Voy hacer cuidadosa...
—No puedes hacer ningún tipo de ejercicio Olivia, entiéndelo— interviene Iván. —. Busca otra distracción, pero no pienses en ejercitarte por ahora.
—Me estoy poniendo gorda, por eso quiero hacer ejercicios y tú no te metas. No te incumbe.
—Si me incubé y te aviso desde ahora que te pondrás más gorda.
—¿Me estas ofendiendo?— averiguo.
Lo voy a matar si lo llega a confirmar.
—Te estoy avisando— responde sin gracia. —. Si lo que te preocupa es engorda, te informo que cada día lo vas hacer hasta ponerte como una vaca sin poder dar un paso.
Mi cara se descompone.
—¡Cuida tus palabras Iván!— interviene Alessandro molesto.
—Pero si es la verdad Ales— mira a su amigo para luego volver a mirarme a mí. —. Estarás peor que una vaca...
—Vuelve a llamarme de ese modo maldito idiota— rodeo la isla para llegar a él y soy detenido por el cuerpo de Alessandro que se interpone en medio.
Me pide con la mirada que me calme. Cosa que no pasa porque con cada segundo que pasa mi cuerpo va ardiendo y es en contra de su querido amigo.
Iván aun no responde y ni siquiera se ha movido de su lugar, como si no tomara en cuenta mi amenaza.
—Vamos hacer ejercicios si es lo que quieres Bella, okey.
—¿Porque siempre te pone a su favor?— Iván se molesta. —. La estás tratando igual que a una niña caprichosa Alessandro y no estás tomando en cuenta lo que está pasando.
—¿Y qué es lo que está pasando Iván?— pregunto para molestarlo. —. Estoy enferma y solo quiere ejercitarme un poco nada más.
—¡Es que no puedes¡
—¡¿Porque no?!
Me observa, lo hace por unos largos minutos mientras que echar humor por la orejas. Hoy está más intenso que todo los días y eso es decir poco. No sé qué motivo lo mantenga todo el día aquí metido, ni siquiera veo que va a su consultorio a cumplir con su trabajo.
—No puedes por qué tu estado no te lo permite— contesta cansado llevando su dedo a los lados de su cabeza y masajearlo despacio.
—Se que le quieres llevar la contraria Bella, pero hazle caso esta vez. No puedes hacer ningún tipo de fuerzas.
Alessandro toma mi rostro besándome tiernamente por unos segundos, le correspondo. Sus manos no pierden tiempo en comenzar a explorar cada parte de mi cuerpo. La mantiene en mis caderas y la mueve a mi abdomen trazando círculo ahí con sus nudillos. Luego la baja hasta mis glúteos apretándolos con algo de fuerza.
Sonrió a medio beso.
Anoche llegó al departamento en la tarde casi noche y sé que el motivo fue la visita a su madre. El aviso que lo haría, pero que no sabía el tiempo que le tomaría. No supe a qué hora llego con exactitud porque estaba dormida y solo fui consciente de todo a mi alrededor cuando él me preguntó si podíamos estar juntos y yo acepté.
Iván carraspea interrumpiendo nuestro íntimo momento.
—Es tu amigo y médico de confianza cariño, y lo entiendo. Pero no quiero que por aceptar esto él crea que tiene algún poder sobre mí.
Juega con las hebras de mi cabello.
—Eso no va a pasar— musita dándome un corto beso.
Nuevo mi cabeza aceptando resignada. El teléfono de Ales suena sobre la isla y él lo toma informando que es una llamada de Emilio. Deja un beso en mi coronilla antes de abrir la llamada y salir de la cocina dejándome a solas con el doctor.
Lo miro por un tiempo prudente, él no aparta la mirada de mí y a diferencia de otras veces se ve a kilómetro que está enfadado.
De hecho, siempre está enfadado.
Me cruzas de brazos sonriendo y preparándome para hacer lo mejor que he sabido hacer este mes que lo ha pasado aquí metido. Molestarlo.
—¿Se le ofrece algo a su majestad, que me observa de esa manera?— comienza diciendo con evidente sarcasmo.
—Lo que quiero hacer un idiota con aires de grandeza acaba de impedírmelo— le respondo de la misma manera—. Y he estado pensado mandarlo a la horca por ella. ¿Tú qué piensas?
Exhala hondo antes de responder.
—Es por tu bien y la estabilidad mental de Ales.
Muevo mi cabeza de arriba abajo fingiendo creerle.
—¿Y oculta el hecho de querer molestarme con eso?
—No quiero molestarte, mejor dicho. No quiero nada contigo Olivia.
—¿Y porque estás aquí todo el tiempo?— preguntó y el rueda los ojos como si esto fuera la discusión de dos adolescentes. —. ¿No tienes casa o un trabajo que pueda mantente ocupado?
—Si lo tengo. Tengo no una, varias propiedades. Tengo un trabajo muy exitoso y una vida muy movida.
—¿Y porque estás aquí?— vuelvo a preguntar.
—Porque tu novio me mantiene aquí en contra de mi voluntad— responde levantándose.
Al igual que Ales, Iván es alto y me saca varios centímetros de altura, debo de alzar mi cabeza para verle con claridad el rostro.
—No quiero estar aquí, soportando cada segundo del día tus malcriadeces.
Le sonrió más amplio.
—Ven te mostraré el camino para que te liberes de tu frustración— pido y giro mi cuerpo para llevarlo hasta la puerta.
—Gracias, pero no.
Quedo frente a él otra vez.
—Te haces el duro— le digo.
—Y tú la malcriada— responde.
—Pero a mí me queda— lo dejo en silencio unos segundos.
Niega dejando caer sus hombros con cansancio. Mueve su cabeza negando.
—No voy a seguir discutiendo contigo Olivia.
—¿Porque me odias?— suelto en una pregunta. —. Básicamente solo me viste una vez y luego comenzaste a odiarme. ¿Por qué?
—Tenemos diferentes puntos de vistas.
—¿Como cuáles?— investigo.
—Estás en contra de la naturales original de una mujer Olivia, y para cualquier doctor eso es una abominación—responde tajante.
Arrugó mis cejas al no entender de lo que habla.
—Explicarte mejor, porque no te entiendo...
—Tú no quieres ser madre Olivia— hace que me calle. —. Y eso es egoísta de tu parte. ¿Sabes cuantas mujeres desearían estar en tu lugar y no pueden? ¿Qué luchan cada día con ese deseo sin llegar a tener ningún resultado?
¿En mi lugar? De qué está hablando si yo no estoy embarazada y es lo menos que deseo ahora mismo.
—Nadie quiere estar en mi lugar Iván, créeme— me molesto. Él está sacando conclusiones a cosas que ni siquiera sabe y viene a juzgarme. —. Si no quiero ser madre es por una razón.
—¿Cuál?— cuestiona. —. No hay ninguna razón que justifique el que no quieras serlo.
No contesto.
El espera paciente una respuesta de mi parte y no se la doy.
—Me molesta ver como tienes a mi amigo aferrado a algo de lo vas a quererte deshacer, no tienes las agallas para asumirlo y lo más probable es que quieras deshacerte de ello al segundo de enterarte.
—¿Porque me dice todo esto?— camino hasta el estando lo más cerca posible y con mi enojo por los cielos. —. Tú no sabes nada de mi vida Iván. Si tanto miedo tienes de lo que pueda hacer si llego a tener un hijo de tu amigo díselo a él no a mí, yo no estoy embaraza...
—Es tarde para decirlo— me interrumpe.
—¿Por qué?
La sonrisa en sus labios crece y solo me provoca querer mandarlo al diablo y que nunca regrese de allá.
—Como médico general profesional, no te recomiendo que te alteres Olivia, sería peor y quizás tú no lo lamentes pero otras personas sí.
ESTÁS LEYENDO
Correr hacia ti ( Run 2)
RomanceSinopsis. Numero 2 de la trilogía Run. Olivia siempre ha tenido todo lo que ha querido, menos una cosa. Ella Nunca ha sentido lo que es el amor de una madre, ha hecho todo lo que su madre le ha impuesto aunque no sea lo que ella desea en la vida. C...