Offline #30

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El amanecer traía consigo un manto de nubes que, aunque auguraba un día gris, no hacía más que añadir un toque melancólico y sereno al paisaje que veía a través de mi ventana en la torre de Slytherin. Decidí que era un día perfecto para vestirme acorde a la ocasión, optando por un look que bien podría describirse como un homenaje al estilo "old money" pero con un toque juvenil y moderno. Escogí un suéter de cachemira en tono crema, suave al tacto y cálido, sobre una camisa de cuello blanco nítido. Mis pantalones eran de un tejido tweed en un color gris que complementaba a la perfección el ambiente del día, y para terminar, unos zapatos de cuero marrón oscuro pulidos hasta alcanzar un brillo espejo. Era un atuendo cómodo, pero sin sacrificar un ápice de elegancia, perfecto para la ocasión.

Con la certeza de que este día iba a ser memorable, especialmente después de los emocionantes eventos de la noche anterior con Merula, me dirigí hacia la sala comunal de Slytherin con un paso decidido y un corazón lleno de anticipación. Los recuerdos aún frescos de nuestro encuentro, lleno de pasión y revelaciones, hacían que cada paso resonara con la promesa de lo que estaba por venir.Apoyado casualmente contra la pared cerca de la entrada a los dormitorios, con una postura que esperaba transmitiera confianza tanto como expectativa, esperé a que Merula hiciera su aparición.

Cada minuto que pasaba, mi anticipación crecía, alimentada por el deseo de verla y por la incertidumbre de cómo sería este nuevo día juntos, ahora que habíamos cruzado un umbral en nuestra relación. Sabía que, pese a las nubes y el frío del exterior, dentro de mí, todo se sentía extrañamente cálido y brillante, un reflejo del fuego que Merula había encendido en mi corazón. La espera parecía eterna, cada segundo estirándose hasta el infinito mientras los nervios se enredaban en mi estómago. La incertidumbre me hacía cuestionar todo: ¿Y si lo de ayer había sido solo un sueño? ¿Y si Merula decidiera actuar como si nada hubiera pasado entre nosotros? La sola idea me llenaba de un temor sordo, temiendo que la pasión y conexión que había sentido fueran meras ilusiones.

Entonces, como si hubiera invocado su presencia con mis pensamientos, la vi salir de su dormitorio y avanzar por el pasillo. Mi corazón se aceleró, y por un momento, todo mi mundo se redujo a ella. Merula caminaba con la elegancia y confianza que siempre la caracterizaban, pero hoy había algo diferente en su aura, algo que me decía que lo de ayer había sido real.Su atuendo era una mezcla perfecta de la sofisticación "old money" y una pizca de audacia que la hacía destacar aún más si cabe. Llevaba una blusa de seda blanca, ajustada pero elegante, metida dentro de una falda de tweed que le llegaba justo por encima de las rodillas, más corta de lo que solía verse en los pasillos de Hogwarts, pero que le sentaba de maravilla, delineando su figura con precisión.

Una chaqueta ajustada de color negro completaba el conjunto, y sus pies estaban adornados con unos zapatos de tacón que resonaban con cada paso que daba, anunciando su llegada.A medida que se acercaba, la tensión en mi interior crecía, sin saber cómo recibiría mi presencia. Decidí tomar la iniciativa, no quería dejar lugar a la duda ni darle espacio para que me ignorara. Con el corazón latiendo fuerte en el pecho, me acerqué a ella, cruzando esos últimos pasos que nos separaban. Con suavidad pero firmeza, coloqué mis manos sobre su cintura, atrayéndola ligeramente hacia mí mientras la miraba directamente a los ojos, buscando alguna señal en su mirada que me indicara si había cruzado una línea.En ese momento, el tiempo pareció detenerse, cada uno de nosotros en un limbo, esperando la reacción del otro. La tensión era palpable, pero había algo en la forma en que sus ojos se encontraron con los míos que me hizo albergar esperanzas.

Aunque parte de mí temía una reacción negativa, un grito o un empujón que me devolviera a la cruda realidad, otra parte, quizás más osada, anhelaba que este gesto mío fuera recibido con la misma pasión y fervor que había caracterizado nuestra última encuentro. El alivio que sentí al recibir su beso en lugar de un rechazo fue inmenso, una ola de calor recorrió mi cuerpo, disipando cualquier rastro de frío o nerviosismo que había sentido antes. Su comentario sobre mantener nuestras demostraciones de afecto en privado, aunque irónico, tenía su encanto, y me recordaba por qué me sentía tan atraído por ella.

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