De vez en cuando #25

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Me despierto por un reflejo de sol que entra por mi ventana, su calor besando mi piel mientras el silencio de Hogwarts envuelve la habitación. Abro los ojos y me doy cuenta que es domingo, además, recuerdo que tengo una cita con tres maravillosas chicas. No sé cómo sentirme al respecto; sé que la palabra "cita" no es la adecuada para lo que va a pasar hoy, pero prefiero no darle demasiadas vueltas. Lo único que deseo es, de cierta manera, agradecerles por todo su apoyo, así que estoy decidido a dar lo mejor de mí para que el día sea memorable.

Me levanto e inmediatamente voy a ducharme y arreglarme. Me visto lo mejor que puedo, eligiendo mi atuendo con cuidado. Antes de salir, me detengo un momento frente al espejo, apuntando con mi varita a mi cabello para asegurarme de que cada mechón esté en su lugar, un pequeño hechizo que aprendí el año pasado y que nunca falla. Salgo a los pasillos para encontrarme con mi primera cita.

Me vestí lo mejor que pude. Caminaba por los pasillos con una seguridad que rozaba lo magnético. Llevaba puesta una camisa blanca que, a pesar de su simplicidad, parecía haber sido escogida meticulosamente para este día, complementada por una corbata que, lejos de parecer fuera de lugar en el cuello de un adolescente, era un grito de rebelión contra lo mundano, vibrante o tal vez estampada, pero siempre perfecta. Sobre sus hombros, un saco con cuello en V caía con una elegancia casual, oscuro, tal vez gris, marcando su silueta sin esfuerzo.

Sus pantalones, lejos de ser el típico skinny que muchos esperarían, eran un testimonio de su estilo único; un corte que se alejaba de lo convencional sin perder ni un ápice de moda, quizás chinos en un tono que desafiaba las expectativas, que complementaban el conjunto sin esfuerzo. No necesitaba seguir las tendencias; las creaba con cada paso que daba. No era simplemente su ropa, era yo; sino mi manera de llevarla, esa era la verdadera declaración.

En el comedor principal de Hogwarts se extendía ante mí, majestuoso y envuelto en los cálidos tonos del amanecer que se filtraban a través de sus altas ventanas. Al pie de la gran escalera, Penny me esperaba, su figura se recortaba contra la luz que bañaba la entrada, como si ella misma fuese una parte de la magia que permeaba cada rincón de este lugar. Su sonrisa, amplia y acogedora, prometía disipar cualquier sombra de duda o temor que pudiera acechar en los rincones de mi mente. Pero a pesar de su apariencia jovial, una tensión incómoda se enredaba entre nosotros, como si nuestras propias sombras se entrelazaran en un tímido baile.Nos dirigimos hacia una mesa aislada, un pequeño oasis en la vastedad del comedor, donde la intimidad de nuestra conversación podría florecer sin temor a ser interrumpida. Al principio, las palabras se nos atragantaban, perdidas en el vacío que se formaba entre nosotros. Pero poco a poco, el ambiente comenzó a aliviarse, como si la sinceridad y la vulnerabilidad encontraran su camino a través de las murallas que habíamos erigido alrededor de nuestros corazones.Fue entonces cuando Penny, con una mirada que destilaba una mezcla de preocupación y cariño, rompió el silencio con palabras que resonaron profundamente en mi ser-Te desprecias, por eso lastimas a los demás. Cuando lastimas a alguien pones ese dolor dentro de ti, ese dolor es superior a cuando ellos te lastiman pero no importa lo que pase todo depende de ti, esto tiene un propósito pero eso solo puede surgir de ti mismo, no te distancies, piensa en lo que puedes hacer, arregla lo que tengas que arreglar pero haz algo Frank-Su voz firme pero cargada de un afecto genuino.Sus palabras, como cuchillas envueltas en seda, cortaban y curaban al mismo tiempo. Me obligaron a confrontar una verdad que había evitado, a mirar dentro de mí y reconocer las cicatrices y las sombras que había intentado ignorar.

No se detuvo ahí-La gente intenta observar utilizando las verdades que otros les dicen. Que la luz del sol te de felicidad, que la lluvia te provoque melancolía. Dejas de sentir todo eso porque los demás te dicen que lo hagas, pero la lluvia también produce momentos divertidos. La verdad encarnada, dentro de una persona es delicada. Puede cambiar dependiendo de cómo interpreta ciertos temas, eso es exactamente lo que hay en la verdad de una persona. Esa es la razón por la que eres curioso, tratando de encontrar verdades profundas, simplemente no estás acostumbrado a recibir afecto. Por eso creo que no debes preocuparte, por lo que los demás puedan pensar de ti-Aunque me había dicho esto enseguida, sin esperar nada. Me llegaron, típico de ella. Ir siempre al grano sin preámbulos. Pero conteste, con negativa ya que es lo que últimamente me rodea-¿Entonces todos me odian?-Ella solo voltio sus ojos.

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